“El hombre absurdo dice sí y su esfuerzo no cesará nunca.
Si hay un destino personal, no hay un destino superior o al menos no hay sino uno, que juzga fatal y despreciable.
En lo demás, sabe que es dueño de sus días.
En ese instante sutil en el que el hombre se vuelve sobre su vida, Sísifo, regresando hacia su roca, contempla esa serie de actos desvinculados que se convierte en su destino, creado por él, unido bajo la mirada de su memoria y pronto sellado con su muerte.
Así, persuadido del origen plenamente humano de cuanto es humano, ciego que desea ver y que sabe que la noche no tiene fin, está siempre en marcha.
La roca sigue rodando.”
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