martes, 8 de febrero de 2022

Girolamo Savonarola

 


Cuando Savonarola denunciaba la corrupción de la Iglesia, dos de sus blancos eran invariablemente el papa Borgia y la corte pontificia, con su vida de lujo, costumbres licenciosas y desorden moral. Alejandro VI conocía la actitud de Savonarola, y aunque le resultaba extraordinariamente molesta se sentía impotente frente a él. Mientras el fraile dominico fuera un aliado de los franceses y las tropas de estos se hallaran cerca de Roma, la posición del pontífice era demasiado frágil para iniciar un enfrentamiento.

Savonarola había iniciado su trayectoria pública lleno de buenas intenciones y con una aguda visión de la realidad, y no sorprende que obtuviera tan amplio apoyo popular. Sus ataques a las jerarquías eclesiásticas y al propio papa eran del todo justificados, pues Alejandro VI vivía como un príncipe, tenía amantes e hijos y como político carecía de escrúpulos. Sus críticas a los Medici y a los poderosos en general, rodeados de lujo mientras el pueblo subsistía en la miseria, pueden considerarse progresistas. En este sentido, las reformas políticas que impulsó cuando llegó al poder supusieron unos indudables avances democráticos. Por ello, muchos lo consideran un defensor de las libertades y un precursor de las reformas políticas y religiosas que llegarían mucho más adelante. Su trágico final, que él mismo selló con su obstinada desobediencia al papa, lo convirtió, además, en un mártir. Sin embargo, todo ello se vio enturbiado por el fanatismo moral y religioso que él y sus partidarios quisieron imponer a Florencia, a causa del cual perdió su credibilidad y por cuyo motivo, paradójicamente, se le considera al mismo tiempo un dictador integrista y exaltado.

https://www.lavanguardia.com/historiayvida/edad-moderna/20170307/47310279613/la-hoguera-de-las-vanidades.html

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