viernes, 25 de febrero de 2022

 A finales de los 1800, un vendedor del este llegó a un pueblo fronterizo en algún sitio en las Grandes Planicies. Mientras hablaba con el dueño de una tienda de víveres, entró un ganadero, y el dueño se excusó para atender a su cliente. El vendedor no pudo evitar oír la conversación de ellos. Parecía que el ganadero deseaba crédito con algunas cosas que necesitaba. —Jake, ¿vas a poner algunas verjas esta primavera?—preguntó el dueño de la tienda. —Seguro, Bill—dijo el ganadero. —¿Vas a cerrar o a extenderte? —Extenderme. Voy a ocupar otras 360 acres al otro lado del arroyo. —Que bueno, Jake. Tienes el crédito. Ve a la parte trasera y pídele a Steve lo que necesites. El vendedor estaba confundido. —He visto todo tipo de sistemas de crédito—dijo—, pero jamás uno como ese. ¿Cómo opera? —Bueno—dijo el dueño de la tienda—, permítame decirle. Si un hombre cierra su cerca, significa que está asustado, tratando de retener lo que tiene. Pero si se extiende, está creciendo y tratando de mejorar. Siempre le doy crédito al que se extiende porque eso significa que cree en sí mismo. Tener fe en las personas requiere algo más que simples palabras o sentimientos positivos respecto a ellas. Tenemos que respaldarlas con lo que hacemos. Como lo percibió 43 claramente W.T. Purkiser, profesor emérito de religión en Point Loma College: «La fe es más que pensar que algo es cierto. Es pensar que es tan cierto que nos lleva a actuar». Si desea ayudar a otros y efectuar un impacto positivo en sus vidas, tiene que tratarlos con ese tipo de confianza. Ralph Waldo Emerson dijo: «Confíe en los hombres y le serán sinceros; trátelos bien y pronto serán grandes». Conviértase en un creyente en las personas, y hasta los poco experimentados y tentativos florecerán ante sus ojos.

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