Pauli, además de la inteligencia diurna que opera cuando estamos despiertos, también tomó en consideración la inteligencia nocturna inconsciente que solamente aparecía cuando estaba dormido en sus más profundos sueños, tratando de establecer las fuentes del conocimiento que pudieran obtenerse de ese estado inconsciente.
A mi modo de ver, sólo hay un estrecho camino hacia la verdad (sea la científica u otra cualquiera) que condice entre la Escila de la mística con sus nebulosas fantasías y la Caribdis de un estéril racionalismo. Un camino que siempre estará lleno de avatares y en el que uno puede despeñarse lo mismo de un lado que del otro
– Pauli en una carta en 1954
A Pauli le parecían importantes tanto la conciencia como la inconsciencia. Este pensamiento, podría parecer fortuito, pero fue algo que se forjó poco a poco, después de que en sus años de estudiante de física se percatara de lo insatisfactoria que puede llegar a ser la inteligencia especializada de los expertos, fundada sólo en sí misma. Según él, esta ciencia necesitaba un contrapeso que sólo se podía encontrar en los estados inconscientes.
De todos modos, Pauli no obvio en ningún momento el peligro existente de caer en las más primitivas supersticiones, pero pensaba que siempre sería evitable si se atenía a resultados positivos dentro de unos rangos reales. También manifestaba una y otra vez que la racionalidad científica necesita de su contraparte para evitar tales peligros y permitir que surja el sentimiento de certidumbre.
https://recuerdosdepandora.com/historia/wolfgang-pauli-el-fisico-olvidado/
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