lunes, 22 de marzo de 2021



 Víctor Frankl desarrolló una escuela de psiquiatría existencial después de sufrir experiencias asoladoras como prisionero en Auschwitz. Él ha escrito sobre una revelación que tuvo durante sus días más tenebrosos en el campo de concentración: “…Vi la verdad tal y como la cantan tantos poetas, proclamada como la sabiduría final por tantos pensadores; ese amor es el último y más alto objetivo al que el hombre puede aspirar. La salvación del hombre se logra a través del amor y en el amor. Entiendo cómo un hombre que no tiene ya nada en este mundo aún puede conocer la dicha…en la contemplación de su amado. El amor va mucho más allá de la persona física del amado. Encuentra su verdadero significado en su ser espiritual, en su yo interno.” La adicción a la presencia del otro no es amor; ni el amor verdadero se parece en algo a la adicción. El amor y la adicción son entidades distintas que pueden parecerse y confundirse. Nuestro reto es pasar del amor adictivo a una sana pertenencia, ya que en ella experimentamos más profundamente el significado del yo interno que describía Frankl

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