viernes, 9 de octubre de 2020

Elizabeth Segoviano



Oye colibrí tu que sabes cabalgar al viento, anda y pídele que me cuente un cuento.

Que me diga sus secretos y me cante las canciones que le ha enseñado el mar, que me muestre el lenguaje de la lluvia y me diga cómo llamar a la luna cuando en el cielo solo haya oscuridad.

Oye colibrí, tú que te mueves con el sol, por favor dile que no se olvide de mirar a los que no poseemos alas, que no se olvide de besar a quienes soñamos con poder irle a visitar.

Oye colibrí, tú que conoces todas las flores dime si acaso es cierto que las lilas y las rosas son en realidad princesas caprichosas. Oye colibrí, tú que dominas las nubes dales las gracias por los días de lluvia que reviven mi jardín y despiertan a los caracoles que me hacen sonreír.

Oye colibrí, tú que eres amigo de los canarios y las palomas diles que son bienvenidos a descansar entre mis lavandas y el romero, o a dormir en mi dulce limonero.

Oye colibrí, nunca dejes de venir, por favor siempre pósate en mi ventana y cuéntame que se siente tener alas.

Oye colibrí, sígueme cantando esos arrullos que sólo tu sabes entonar, háblame de la luna, del mar de las nubes y más.

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