Pese a que su padre la desalentó para que siguiera una carrera científica, dado que desde su perspectiva la medicina era inadecuada para una mujer por ser difícil y larga,10 después de dos años lo convenció para que le permitiera estudiar. Habiendo sólo siete estudiantes mujeres en un curso de trescientos, Rita se graduó en 1936 a la cabeza de su clase con la máxima calificación: Summa Cum Laude en medicina y cirugía. Se inscribió para cursar en tres años la especialización en neurología y psiquiatría, y finalmente se doctoró en neurocirugía.11
De manera directa en entrevistas y en sus libros autobiográficos, Rita Levi-Montalcini expresó su filosofía respecto a su condición femenina y cómo ésta constituyó una barrera de cristal que ella rompió de todas las formas posibles. Con optimismo señaló que “al ámbito femenino del género humano le ha llegado el momento de asumir un papel protagonista en la gestión del planeta Tierra, algo que se le ha negado durante milenios”,23 debido a las “dificultades insuperables impuestas por la sociedad patriarcal”.24
A pesar de su inteligencia, entusiasmo y perseverancia en la carrera científica, tuvieron que pasar muchos años para que su trabajo fuera reconocido, y cuando ese tiempo llegó, Rita se convirtió en la cuarta mujer a la que le otorgaron un Nobel de Medicina, además de otros importantes premios y distinciones.
Las experiencias de vida de Rita Levi y su elevado sentido humanitario la llevaron a crear dos instituciones en las que se apoya el desarrollo educativo y científico de mujeres: la Fundación Onlus Rita Levi-Montalcini, inaugurada en 1992, cuya presidenta fue siempre Rita hasta el día de su muerte y que hasta la fecha continúa trabajando en la educación de miles de niñas y mujeres africanas a las que se les otorgan becas en los siguientes ámbitos: alfabetismo, escuela primaria y secundaria, universidad, maestría y doctorado, y educación para la salud y formación rural.
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