situación y después tiene buen cuidado de evitarla, no
hay modo de saber si la advertencia era falsa o si el
destino se ha visto burlado. Sin embargo, a veces el
destino hace la advertencia y se niega después a que
lo burlen.
Una noche de julio de 1750, Robert Morris, padre
de la persona de igual nombre que se ocupó de los
asuntos financieros de la Revolución norteamericana,
soñó que iba a ser muerto por el fuego de cañón de
un barco que pensaba visitar. El sueño lo preocupó
tanto que sólo subió a bordo tras la promesa del capitán de que no se dispararía ningún cañón sino hasta
que él estuviera a salvo otra vez en tierra.
Hizo la visita, y al terminar el capitán dio instrucciones de que no hubiese salvas de saludo hasta que él indicase que el bote de remos había devuelto a Morris sano y salvo a la orilla. Pero, mientras el bote estaba todavía al alcance del cañón del
barco, se posó una mosca en la nariz del capitán, quien levantó la mano para espantarla. Su gesto fue
interpretado como señal de que debía hacerse el disparo de saludo, y así se hizo. Un fragmento de la
explosión alcanzó a Morris y lo hirió fatalmente.
(Journal of the American Society for Psychical Research, abril de 1970, pág. 193)
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