"Y tras haber visto a mi padre,
(...)
entendí que un hombre podía trabajar toda su vida y seguir siendo
pobre. El sueldo se le iba en comprar cosas que necesitaba, cosillas;
como automóviles, camas, radios, comida y ropa; que al igual que las
mujeres, exigían un precio muy superior a su valor y le hacían seguir
siendo pobre.
Incluso,
su ataúd era la definitiva atrocidad del decoro: toda esa hermosa madera
barnizada para los gusanos ciegos del infierno".
-Charles Bukowski.
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