Os sería mil veces más fácil
pasar a un elefante por el ojo de una aguja,
pescar en tierra calcinada,
arar los mares,
hacer hablar a los cocodrilos.
Eso os sería mil veces más fácil
que extinguir con vuestra persecución
el pensamiento resplandeciente
del camino que hemos elegido.
Igual que si fuésemos esos imposibles,
aquí,
en Jaffa, Lydda, Ramallah, Galilea
permanecemos
haciendo rabiosas generaciones de niños,
una tras otra.
Aquí permanecemos
como un muro sobre vuestros pechos.
Como espinas de tuna,
como astillas de vidrio
en vuestras gargantas.
Imperturbables
como una tempestad de fuego
en vuestros ojos.
Bebed el mar,
que aquí permanecemos.
Vigilando la sombra
del olivo y la higuera.
Sembrando ideas
como se echa levadura en la masa.
Nuestros nervios son de hielo
y nuestros corazones de fuego.
Aquí permanecemos
como un muro sobre vuestro pecho,
lavando platos en vuestros restaurantes,
fregando el hollín de vuestras cocinas,
llenando las copas de los amos,
para quitar de sus fauces
un bocado para nuestros niños.
Aquí permanecemos
hambrientos, desnudos, desafiantes,
cantando nuestros poemas,
colmando de manifestantes
las calles furiosas
y de orgullo las cárceles.
Cuando tengamos sed
exprimiremos las piedras.
Comeremos tierra
cuando tengamos hambre.
Pero no nos vamos
ni escatimamos como avaros
nuestra sangre fragante.
Aquí tenemos un pasado,
un presente, un futuro.
Aquí permaneceremos.
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