sábado, 14 de diciembre de 2024



 

 “Cuando nuestros genes no pudieron almacenar toda la información necesaria para sobrevivir, los inventamos lentamente. Pero luego llegó el momento, tal vez hace diez mil años, en que necesitábamos saber más de lo que podía caber convenientemente en el cerebro. Entonces aprendimos a almacenar enormes cantidades de información fuera de nuestros cuerpos. Somos la única especie en el planeta, hasta donde sabemos, que ha inventado una forma de memoria comunitaria que se almacena más allá de nuestros genes. El almacén de esta memoria se llama biblioteca. Un libro está hecho de un árbol. Míralo y escucharás la voz de otra persona, tal vez alguien que ha estado muerto durante miles de años. A lo largo de milenios, el autor ha estado hablando, clara y silenciosamente, dentro de tu cabeza, directamente a ti. La escritura es quizás el mayor de los inventos humanos, que une a personas, ciudadanos de tiempos lejanos que nunca se han conocido. Los libros rompen las cadenas del tiempo, prueba de que los humanos pueden hacer magia.”


Carl Sagan

 Out of the night that covers me,

Black as the pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul.

In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody, but unbowed.

Beyond this place of wrath and tears
Looms but the Horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds and shall find me unafraid.

It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll,
I am the master of my fate,
I am the captain of my soul.

Ernest HENLEY

 El deseo activo del pasado.

Les anuncié que Freud modificó su primera teoría de las pulsiones, que oponía las pulsiones represoras del yo a las pulsiones sexuales. La razón principal de esta modificación fue el descu­brimiento del narcisismo. En efecto, recordemos que, para engañar a las pulsiones, el yo se había convertido en un objeto sexual fantasmatizado: ya no hay por qué distinguir entre un supuesto objeto sexual exterior hacia el que se inclinaría la libido pulsional, y el yo mismo. El objeto sexual exterior, el objeto sexual fantasmatizado y el yo son una sola y misma cosa que llamamos objeto de la pulsión. Adoptado este punto de vista, habíamos concluido: el yo se desea a sí mismo como objeto pulsional.
Pero si la libido de las pulsiones sexuales puede dirigirse a ese objeto único que es el yo, entonces ya no hay por qué reconocer al yo una voluntad consciente de censura respecto de la pulsiones sexuales. Por consiguiente, las pulsiones del yo desaparecen de la teoría de Freud, y con ellas el par antagónico pulsiones del yo/pulsiones sexua­les. Freud propone entonces agrupar los movi­mientos libidinales, dirigidos tanto sobre el yo como sobre los objetos sexuales, bajo la expresión única de pulsiones de vida, que él opone a la de pulsiones de muerte. La meta de las pulsiones de vida es la ligazón libidinal, es decir el estableci­ miento de lazos —libido mediante— entre nuestro psiquismo, nuestro cuerpo, los seres y las cosas. 
Las pulsiones de vida tienden a investirlo todo libidinalmente y a asegurar la cohesión entre las diferentes partes del mundo vivo. Las pulsiones de muerte, en cambio, se orientan a desprender la libido de los objetos, a su desligazón y al retomo ineluctable del ser vivo a la tensión cero, al estado inorgánico. En este aspecto, señalemos que la “muerte” que preside estas pulsiones no es siem­pre sinónimo de destrucción, guerra o agresión. 
Las pulsiones de muerte representan la tendencia del ser vivo a encontrar la calma de la muerte, el reposo y el silencio. Es verdad que pueden ocasio­nar también las acciones más criminales, cuando la tensión intenta aliviarse sobre el mundo exterior, pero en el caso en que estas pulsiones permanecen en el interior de nosotros, son profundamente benéficas y regeneradoras.
Observemos que estos dos grupos de pulsiones actúan no solamente de consumo, sino que compar­ten un rasgo común. Quisiera detenerme aquí porque este rasgo constituye un concepto absolu­tamente nuevo, un verdadero salto en el pensa­miento freudiano. ¿Cuál es ese rasgo común a las pulsiones de vida y de muerte? ¿Cuál es ese con­cepto nuevo? Más allá de su diferencia, las pulsiones de vida y de muerte aspiran a restablecer un estado anterior en el tiempo. Sea la pulsión de vida la que, anudando seres y cosas, aumenta la ten­sión, o la pulsión de muerte que aspira a la calma y al retomo a cero, ambas tienden a reproducir, a repetir una situación pasada, haya sido esta agra­dable o desagradable, placentera o displacentera, serena o agitada. Aquellos que nos hablan, nues­tros pacientes, suelen mostrar una tendencia a repetir sus fracasos y sufrimientos con un vigor más poderoso aún que el que los conduce a recobrar los acontecimientos gratos del pasado. Así el caso de aquel director de empresa siempre creativo, que no puede evitar que sus proyectos se derrum­ben indefectiblemente apenas realizados, como si estuviesen condenados por la fatalidad.
En síntesis, el nuevo concepto introducido por Freud con la segunda teoría de las pulsiones es el de la compulsión a la repetición en el tiempo. La exigencia de repetir el pasado doloroso es más fuerte que la búsqueda del placer en el aconteci­miento futuro. La compulsión a repetir es una pulsión primera y fundamental, pulsión de pulsiones; no es ya un principio que orienta, sino una tendencia que exige volver atrás para reen­contrar lo que ya tuvo lugar. El deseo activo del pasado, aun si el pasado fue malo para el yo, se explica por esta compulsión a retomar lo que no había sido terminado, con la voluntad de comple­tarlo. Habíamos demostrado que nuestros actos involuntarios eran los sustitutos de una acción ideal e incumplida. La compulsión a la repetición sería, pues, este deseo de retornar al pasado para perfeccionar sin escollos y sin demoras la acción que había quedado en suspenso, como si las pul­ siones inconscientes no se resignaran nunca a ser condenadas a la represión.
Podemos afirmar entonces que la compulsión a repetir en el tiempo es más irresistible todavía que la pulsión a reencontrar el placer. La tendencia conservadora —la de volver atrás— propia de las pulsiones de vida y de muerte, prima sobre la otra tendencia, igualmente conservadora, regida por el principio de placer, la de recuperar un estado sin tensión. De ahí que Freud considere la compulsión a la repetición como una fuerza que desborda los límites dél principio de placer, que va más allá de la búsqueda de placer. Sin embargo, el par pulsiones de vida y de muerte se rige siempre por la acción conjugada de estos dos principios capitales del funcionamiento mental: reencontrar el pasado y reencontrar el placer."

Juan David Nasio

viernes, 13 de diciembre de 2024


 Ernesto Sábato


 

 "Hielo y mas hielo recogí en la vida:

Yo necesito un sol que me disuelva".

Alfonsina Storni



 

 Hippocrates, the Greek physician who is heralded as the founder of modern medicine, strongly believed that food has the power to adjust, rebalance, and heal the body. Imagine, then, his disappointment if he were to find out that today’s M.D.’s receive a total of only one week of nutrition education during their four years at medical school.1 Even at my own recent physical exam, I had to explain to the doctor that, as a vegetarian, I receive plenty of calcium from eating leafy greens (her only suggestion was milk) and plenty of iron from eating beans and seaweed (her only suggestion was red meat). In general, it is not that doctors disbelieve in the healing power of food, but rather that they simply never learned about it.


Kelly A. Turner

jueves, 12 de diciembre de 2024



 

¿Es verdad que todo cuanto hacemos lo hacemos por miedo a la soledad? ¿Es por eso que renunciamos a todas las cosas que luego lamentaremos al llegar al fin de nuestras vidas? ¿Es ése el motivo por el cual casi nunca decimos lo que pensamos? ¿Por eso nos aferramos a esos matrimonios desavenidos, esas amistades falsas, esas fiestas de cumpleaños aburridas? ¿Qué pasaría si rompiéramos con todo esto, pusiéramos fin a este chantaje oculto y fuéramos leales a nosotros mismos? ¿Si dejáramos subir nuestros deseos avasallados y la ira que nos causó verlas esclavizados como el agua de una fuente subterránea? ¿Pues en qué consiste la tan temida soledad? ¿En el silencio de los reproches pendientes? ¿En no tener la necesidad de caminar en puntas de pie, conteniendo el aliento, sobre el campo minado de las mentiras conyugales y las amigables verdades a medias? ¿En la libertad de no tener que comer sentado frente a alguien? ¿En la abundancia de tiempo que se abre ante nosotros cuando cesa el fuego graneado de los compromisos sociales? ¿Pero no son estas cosas maravillosas? ¿No es un estado paradisíaco? ¿Por qué el temor entonces? ¿No es al fin un temor que sólo existe porque no hemos analizado su objeto? ¿Un temor que nos han inculcado padres, maestros y sacerdotes irreflexivos? ¿Y por qué estamos tan seguros de que los otros no nos envidian cuando ven que nuestra libertad es ahora mucho mayor? ¿Y de que no es por eso que buscan nuestra compañía?

Pascal Mercier


 


 Simone de Beauvoir

miércoles, 11 de diciembre de 2024



 

 1. De la misma manera que procuraré juzgar mis pensamientos, sentimientos y conductas, sin evaluarme de forma global, intentaré tener la misma actitud con los demás. No los adoraré o los condenaré como personas, sino que evaluaré lo que hacen como «bueno» o «malo» en función de mis objetivos y propósitos y de criterios sociales habituales. 

2. Si caigo en juzgar al otro —lo cual tengo tendencia a hacer— le brindaré aceptación incondicional (AIO). Lo valoraré como persona «buena» porque es humano, está vivo y es un individuo único, y no porque sus pensamientos, emociones o acciones le hacen «bueno». Mejor aún, evaluaré preferentemente lo que hace y no lo que es globalmente. 

3. Si tengo éxito en mi intento por conceder a las personas aceptación incondicional, seguramente me disgustará u odiaré lo que hacen, pero haré todo lo posible por no odiarlas, ni enfadarme con ellas como personas. Puedo intentar corregirlas pero no condenarlas ni castigarlas —aceptar al pecador pero no lo que yo considero el pecado.

Albert Ellis



 

 "Y tras haber visto a mi padre, 

(...) entendí que un hombre podía trabajar toda su vida y seguir siendo pobre. El sueldo se le iba en comprar cosas que necesitaba, cosillas; como automóviles, camas, radios, comida y ropa; que al igual que las mujeres, exigían un precio muy superior a su valor y le hacían seguir siendo pobre. 

Incluso, su ataúd era la definitiva atrocidad del decoro: toda esa hermosa madera barnizada para los gusanos ciegos del infierno".

-Charles Bukowski.

martes, 10 de diciembre de 2024


 García Márquez



 

 Yo soy mi pensamiento: por eso no puedo detenerme. Existo porque pienso... y no puedo impedirme pensar. En este mismo momento -es atroz- si existo es porque me horroriza existir. Yo, yo me saco de la nada a la que aspiro: el odio, el asco de existir son otras tantas maneras de hacerme existir, de hundirme en la existencia. Los pensamientos nacen a mis espaldas como un vértigo, los siento nacer detrás de mi cabeza... si cedo se situarán aquí adelante, entre mis ojos. Y sigo cediendo, y el pensamiento crece, crece, y ahora, inmenso, me llena por entero y renueva mi existencia.


Jean Paul Sartre

 


 Semmelweis fue el médico húngaro que demostró la importancia de la asepsia (la ausencia de gérmenes) en los partos, veinte años antes que los trabajos de Pasteur. En esa época, en la clínica obstétrica donde el joven Semmelweis había sido nombrado profesor adjunto, más de una mujer de cada tres moría de fiebre puerperal en los días posteriores al parto.* Las mujeres más pobres de Viena, las únicas que podían acudir a tales clínicas, no iban más que obligadas y forzadas, pues sabían muy bien los riesgos a los que estaban expuestas. Semmelweis tuvo la extraordinaria intuición de proponer el experimento siguiente: todos los médicos de la clínica, que solían practicar disecciones con las manos desnudas inmediatamente antes de asistir a una mujer en el parto, deberían lavarse las manos con agua de cal clorada antes de tocar las partes genitales de sus pacientes. Le costó lo suyo todo ello sucedía antes del descubrimiento de los gérmenes, y   * Una de cada tres, y no nueve de cada diez, como menciona Céline con su genio para la hipérbole, que ya se manifestaba en esa tesis. 

   no existía ninguna razón lógica para que algo invisible e inodoro pudiera transmitirse por las manos. No obstante, los resultados del experimento fueron extraordinarios: en un mes, ¡la tasa de mortalidad bajó de una paciente de cada tres a una de cada veinte! 
 La principal consecuencia del experimento Semmelweis fue… ¡su despido! Sus colegas, a los que lavarse con agua de cal clorada les resultaba fastidioso, organizaron un motín y obtuvieron su despido. Como aquella época no se conocía ninguna explicación plausible, Semmelweis fue ridiculizado a pesar de su clarísima demostración. Murió casi loco unos pocos años antes de que los descubrimientos de Pasteur y Lister permitieran, por fin, comprender científicamente lo que él había descubierto de manera empírica.

David servan

lunes, 9 de diciembre de 2024


 

 No otra cosa es nuestra vida: un mundo en que nada ha dejado de estar del todo, y nada se ha ido del todo para siempre.

GABRIEL ROLÓN


 

 He intentado escribir el Paraíso

No te muevas

deja que los vientos hablen

eso es el paraíso

 

Deja que los dioses perdonen

lo que he hecho

Deja que aquellos a quienes amo intenten perdonar

lo que he hecho.

 Ezra Pound

sábado, 7 de diciembre de 2024

viernes, 6 de diciembre de 2024

 Consideremos, a modo de ilustración, los últimos días del filósofo estoico Julio Cano. Cuando Calígula, a quien el estoico había irritado, ordenó su muerte, Cano mantuvo su compostura: «Príncipe excelente — dijo — , le doy las gracias». Diez días más tarde, cuando un centurión fue a buscarlo para la ejecución, Cano estaba inmerso en un juego de mesa. En lugar de lamentar amargamente su destino o suplicar al centurión que perdonara su vida, Cano se limitó a señalarle que iba ganando la partida: es decir, que su oponente mentiría si afirmaba haber ganado. De camino a la ejecución, cuando alguien le preguntó cómo estaba, Cano respondió que se estaba preparando para observar el momento de la muerte a fin de descubrir si, en ese instante, el espíritu es consciente de abandonar el cuerpo. «Aquí — dice Séneca — está la serenidad en medio de la tormenta.» Y añade que «nadie ha llevado nunca más lejos el papel de filósofo». [3]

William Irvine



 

 Los antiguos Maestros

    no intentaban educar a la gente,
    sino que, suavemente, enseñaban a no-saber.
    Las personas son difíciles de guiar
    cuando creen que saben las respuestas.
    Cuando saben que no saben,
    encuentran su propio camino.
    Si quieres aprender a gobernar
    evita ser astuto o rico.
    La norma más clara es la más simple.
    Satisfecho con una vida ordinaria,
    puedes mostrar a la gente el camino
    de retorno a su verdadera naturaleza.

Lao Tse

jueves, 5 de diciembre de 2024



 


 Spinoza


 

 «La felicidad nunca fue importante. El problema radica en que nosotros no sabemos qué es lo que realmente queremos. Lo que nos hace feliz es el no alcanzar lo que deseamos, sino soñarlo. La felicidad es para oportunistas. Entonces pienso que la única vida de profunda satisfacción es una vida de una eterna lucha, especialmente, la lucha contra uno mismo. Si quieres mantenerte feliz, solo sigue siendo estúpido. Los auténticos eruditos nunca fueron felices; la felicidad es una categoría de esclavos».


Slavoj Zizek, 

miércoles, 4 de diciembre de 2024



 

 "Lo mejor para las turbulencias del espíritu, es aprender. Es lo único que jamás se malogra. Puedes envejecer y temblar, anatómicamente hablando; puedes velar en las noches escuchando el desorden de tus venas, puede que te falte tu único amor y puedes perder tu dinero por causa de un monstruo; puedes ver el mundo que te rodea, devastado por locos peligrosos, o saber que tu honor es pisoteado en las cloacas de los espíritus más viles. Sólo se puede hacer una cosa en tales condiciones: aprender".


Marguerite Yourcenar

 



 "El aire te pronuncia con sílabas de asedio, y estoy seguro que a mi lado vive, incorpórea y precisa, la huella misteriosa de tu forma alumbrando la noche del profundo universo de mi sangre".

Elías Nandino



 

martes, 3 de diciembre de 2024

 El mundo globalizado tiende a adormecernos incentivando deseos que no son propios. Se escuchan frases de este estilo: «Tenés coche, casa, ahora que te podés relajar ¿para qué vas a pintar o estudiar otra carrera? Dedicate a viajar y disfrutar, vos que tenés la vida asegurada». Pocas veces he oído una expresión tan desacertada como esa: ¿quién tiene la vida asegurada en un mundo donde existe la muerte? Quienes dicen eso no entienden que el verdadero sentido no está en relajarse obedeciendo los mandatos sociales, sino en ir en dirección a nuestro deseo más profundo, preguntarnos qué nueva hazaña podemos realizar para lograrlo. Saber de la muerte nos motiva a la vida, no hay tanto tiempo para jugarse por los sueños.

Rolón



 

 -¿A quiénes nombraría como sus antecesores literarios, de quienes más ha aprendido?

-Mark Twain, Flaubert, Stendhal, Bach, Turgeniev, Tolstoi, Dostoievsky, Chejov, Andrew Marvel, John Donne, Maupassant, el buen Kipling, Thoreau, el capitán Marryat, Shakespeare, Mozart, Quevedo, Dante, Virgilio, Tintoretto, Hieronymus Bosch, Brueghel, Patinir, Goya, Giotto, Cézanne, Van Gogh, Gauguin, San Juan de la Cruz, Góngora… me llevaría un día entero recordarlos a todos. Y parece que me estoy arrogando una erudición que no poseo en vez de recordar a todas las personas que han tenido influencia sobre mi vida y mi trabajo. Ésta no es una pregunta vieja y trillada. Es una pregunta muy buena pero solemne, y requiere un examen de conciencia. Nombré pintores, o empecé a hacerlo, porque aprendo a escribir de los pintores tanto como de los escritores. ¿Me pregunta cómo es eso? Llevaría todo el día explicarlo. Creo que es obvio decir que uno también aprende de los compositores y del estudio de la armonía y el contrapunto.

Ernest Hemingway 

lunes, 2 de diciembre de 2024


 Sartre

 "Cuanto más leo, más cambio. Cuanto más variada es mi lectura, más capaz soy de percibir el mundo desde miles de perspectivas distintas. En mí habitan las voces de otros, muchos de ellos muertos hace ya mucho tiempo. Los muertos hablan, gritan, susurran, se expresan a través de la música de su poesía y de su prosa. Leer es una forma creativa de escuchar que modifica al lector. Los libros se recuerdan conscientemente a través de imágenes y palabras, pero también están presentes en los espacios extraños y cambiantes de nuestro inconsciente. Otros que, por lo que sea, no tienen fuerza de cambiarnos la vida, suelen olvidarse por completo. Sin embargo, los que permanecen, pasan a formar parte de nosotros, parte de ese misterioso mecanismo de la mente humana capaz de convertir los pequeños símbolos escritos sobre una página en una vívida realidad".

- Siri Hustvedt



 

 "Don Quijote explica a Sancho que Homero y Virgilio no describían a los personajes «como ellos fueron, sino como habían de ser para quedar ejemplo a los venideros hombres de sus virtudes». Ahora bien, el propio Don Quijote es cualquier cosa menos un ejemplo a seguir. Los personajes novelescos no piden que se les admire por sus virtudes. Piden que se les comprenda, lo cual es algo totalmente distinto. Los héroes de epopeya vencen o, si son vencidos, conservan hasta el último suspiro su grandeza. Don Quijote ha sido vencido. Y sin grandeza alguna. Porque, de golpe, todo queda claro: la vida humana como tal es una derrota. Lo único que nos queda ante esta irremediable derrota que llamamos vida es intentar comprenderla. Ésta es la razón de ser del arte de la novela".

Milan Kundera…

 



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