No quiero vivir en un mundo sin catedrales. Necesito su belleza y su grandeza. Las necesito contra la vulgaridad del mundo. Quiero levantar la vista hacia las ventanas luminosas de las iglesias y dejarme cegar por sus colores sobrenaturales. Necesito su brillo. Lo necesito contra el color sucio y monocromo de los uniformes. Quiero dejarme envolver por la frescura de las iglesias. Necesito su imperioso silencio. Lo necesito contra el griterío banal de los cuarteles y el parloteo ocurrente de sus simpatizantes. Quiero escuchar el sonido arrollador del órgano, esa inundación de melodías celestiales. Lo necesito contra la estridente pequeñez de la música marcial Amo a los seres que rezan. Necesito su mirada. La necesito contra el veneno traicionero de lo superficial y lo irreflexivo. Quiero leer las poderosas palabras de la Biblia. Necesito la increíble fuerza de su poesía. La necesito contra el descuido del idioma y la dictadura de las consignas. Un mundo sin todo esto sería un mundo en el no querría vivir.
Pascal Mercier
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