Al maestro que quiere, a la maestra que quiere, le preocupa mucho el acierto. Prepara a los niños para responder. Les prepara para acertar. Por eso es muy difícil que estén preparados para aprender. El maestro que ama ve que en la equivocación hay un proceso de aprendizaje, que hay que partir del error, y que lo grande es que no saben y que la escuela tiene sentido porque se va a pasar del no saber al saber, del saber al saber más. Y entonces envuelve de generosidad todo lo que ofrece. Al maestro que quiere le importa el lucir de los procesos, al maestro que ama le importa el alumbrar de los resultados. Y es muy distinto el lucir de los procesos del alumbrar de los resultados. El maestro que quiere te pone la clásica serie: triángulo, círculo, triángulo, círculo, triángulo, círculo… sigue tú. El maestro que quiere desea la respuesta, y al niño que pone triángulo y círculo le pone una carita contenta. Y al niño que no pone eso, le pone una carita triste. El maestro que ama dice: triángulo, círculo, triángulo, círculo… sigue tú. ¿Y sabes lo que hace? Recoge todos, los pone en una pared y permite que los niños expliquen lo que han hecho. Y entonces un niño dice: “Triángulo, círculo, triángulo, círculo, cuadrado, rectángulo, cuadrado, rectángulo porque no están”. Y todos aplauden. Y entonces el otro dice: “Triángulo, círculo, triángulo, círculo, círculo, círculo, círculo porque es el que está al final, lo pones todo y terminas”. Y todos aplauden. Y otro dice: “Triángulo, círculo, triángulo, círculo, triángulo, círculo, triángulo, círculo porque siempre pones los que están igual”. Y todos aplauden. Y al maestro que ama no le importa que todos tengan la misma respuesta, le importa preparar para la vida de tal manera que lo importante no es que coincidan con la respuesta, que la vida les va a aplaudir como hoy les aplauden sus compañeros porque son capaces de explicar lo que hacen. Yo creo que esta es la grandeza de ese buen maestro, el que entiende la explicación, la argumentación, la contrastación, el aplauso de lo diferente, que mañana no puedo hacer una asamblea diciendo que lo diferente es bueno cuando aplaudo lo que es igual.
José Antonio Fernández Bravo
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