A través de la palabra tenemos acceso al propio espíritu y al espíritu de los demás, lo que conlleva un compromiso y una responsabilidad consigo mismo y con la sociedad.
Ser dueño de la palabra es ser dueño del mundo. Los poderes establecidos lo saben muy bien, por eso controlan de muchas formas el pensamiento y la palabra. La libertad está en el conocimiento y el conocimiento está en la palabra. Sin palabra no hay conocimiento y sin conocimiento no hay desarrollo, progreso ni libertad. Cuando la palabra lleva la fuerza de la verdad, de la justicia y del amor, es invencible e inmortal. Confucio, Buda, Cristo, Gandhi, Martin Luther King y otros muchos, murieron por sus ideales de justicia y libertad, pero siguen vivos en el corazón de los hombres, convertidos en fuerza incontenible que avanza hacia la libertad.
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