jueves, 20 de enero de 2022

 


La muerte, el “horror de la naturaleza” según Pascal, expande la vida, provocando con sus ausencias una ebriedad amarga, pero con la nitidez de lo inequívoco y definitivo. ¿Verdaderamente se hallan bien los muertos bajo la tierra? ¿Su descanso es el Mediodía de la vida, el equilibrio necesario para que se renueve el flujo de ser, aportando nuevas perspectivas? ¿Qué es el poeta, sino la conciencia del devenir, una efímera diadema de claridad que se extingue después de un fogonazo? En El cementerio marino, Valéry describe la muerte como “un seno maternal, un piadoso ardid”, pero al mismo tiempo exalta el Amor, que nos vivifica y nos hace volar como la flecha de Zenón de Elea, dejándonos suspendidos en la eternidad. La “carne azul” del mar es un túmulo de silencio, pero nos anima a alzar el vuelo e “intentar vivir”, como esas olas que agitan el lecho del océano e hinchan los foques. No todo es polvo, no todo es muerte, no todo es silencio.

https://www.elespanol.com/el-cultural/blogs/entreclasicos/20211029/paul-valery-filosofo-alba/623307673_12.html

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