El gran problema de tratar de retirarse a una vida de dignidad privada y decir: "Tratemos de obtener lo mejor de lo que existe", es que el mundo no permanece inmóvil. La existencia del capitalismo implica una dinámica de desarrollo que nos ataca en forma constante, sujetando nuestra vida al dinero de manera directa, creando cada vez más pobreza, más desigualdad, más violencia. La dignidad no es un asunto privado, porque nuestra vida está tan entrelazada con la de los otros que la dignidad privada es imposible. Es precisamente la búsqueda de la dignidad personal lo que, lejos de llevamos en la dirección opuesta, nos enfrenta totalmente con la urgencia de la revolución.
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