Sor Juana Inés de la Cruz Conocida como “El Fénix de América” o “La Décima Musa”, sor Juana contó con la protección de varios virreyes pero también sufrió el repudio de autoridades misóginas de la Iglesia. Su nombre real fue Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana. Nació en San Miguel Nepantla, Estado de México. Según su biógrafo, el sacerdote jesuita Diego Calleja, nació el 12 de noviembre de 1651; sin embargo, en 1952 fue encontrada un acta de bautismo que indica que su año de nacimiento fue 1648. En 1659 aprendió latín a la perfección en veinte clases impartidas por Martín de Olivas. A los 17 años fue sometida a un examen público frente a cuarenta sabios que le cuestionaron sobre diversos temas, con el afán de dictaminar si su sabiduría era “humana o divina”. Juana ingresó a la corte del virrey Antonio Sebastián de Toledo, marqués de Mancera. Su esposa Leonora de Carreto fue mecenas de la joven, así como su protectora y fiel amiga. En 1669 se unió al Convento de San Jerónimo y tomó el nombre de sor Juana Inés de la Cruz. Fue contadora y archivista y comenzó a relacionarse con los virreyes y figuras novohispanas importantes, como fray Payo Enríquez de Rivera, con los marqueses de la Laguna y condes de Paredes, con el virrey Tomás Antonio de la Cerda y con María Luisa Manrique de Lara. El virrey marqués de la Laguna fue recibido en la Ciudad de México (1680) con un gran arco triunfal con versos del poema Neptuno alegórico, escritos por la notable monja poetisa, los cuales contenían máximas de sabiduría y buen gobierno que el nuevo virrey leyó y disfrutó junto con su esposa, la condesa de Paredes, quienes de inmediato se convirtieron en sus protectores. En agradecimiento por su apoyo, sor Juana dedicó a la condesa su libro Inundación castálida, que le dio fama no solo en México sino también en España. La poetisa encontró en la virreina a una gran amiga, a quien también consagró varias de sus obras. En sus arrebatos poéticos, sor Juana llamaba a la condesa “divina Lysi”. Un método de aprendizaje de sor Juana —cuenta en su carta Respuesta a sor Filotea de la Cruz— era cortarse el cabello y darse como plazo para aprender algo nuevo hasta que su cabello volviera a crecer. Sor Juana C estuvo interesada en astronomía, matemáticas, filosofía, mitología, historia, música y pintura, lo cual era mal visto en una mujer del siglo XVII. En 1693 abandonó la escritura, se deshizo de su biblioteca personal, de sus instrumentos musicales y científicos y dedicó su dinero a los pobres. Murió en 1695.
Alejandro Rosas y Sandra Molina
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