jueves, 15 de diciembre de 2022

Ken Wilber

 


A través de los siglos, de manera independiente pero en perfecta armonía los unos con los otros (como si se tratara de las partículas de un gas ideal), los místicos han descrito la experiencia única de su vida en términos que pueden resumirse en la frase “Deus factus sum: Me he convertido en Dios”>>.

No se trata de que mi ego particular sea Dios –nada más alejado de ello–, sino de que en el núcleo más íntimo de mi conciencia mi yo intersecta directamente con lo eterno. Y es esa directa intersección, esa conciencia mística, lo que tanto interesaba a estos pioneros de la física.


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