Duermo cada día nueve horas. He de dormir mucho para estar bien físicamente. Nueve horas. De una de la madrugada a diez de la mañana, que es la hora en que me levanto. Nueve horas. Y me levanto y vivo ese día. En mis viajes he estado a punto de morir seis veces. Me he caído en avión tres. Una en Lhasa, en el Tíbet. Bueno, yendo a China. Otra es Johannesburgo, en Sudáfrica. Y otra en la Martinica. He estado a punto de morir en el terremoto de Chile de 2010. Escala 8,8, el octavo más grande de la historia. Yo estaba ahí, arriba del todo del rascacielos haciendo así. Tenía una sangre fría acojonante porque bajé vestido. Me vestí. Cogí el guion que estaba haciendo y el pasaporte. Bajé con el guion y el pasaporte, que era todo lo que me interesaba. Así que…
En la India una vez, en Amritsar, en el Punyab indio, unos paramilitares me cogieron, me pusieron allí en un paredón como si fueran a fusilarme. En Sri Lanka, en Colombo, atentado terrorista. En cambio, nunca lo he contado en mis libros. Es parte de mi vida. O sea, no lo uso. Te lo cuento a ti porque estamos aquí hablando en familia. ¿Me han hecho mejor o peor? Me han demostrado que tengo sangre fría. Porque el día que se caía el avión en Chengdú, éramos 30 españoles, y yo gritaba: «Tranquilos, no caemos, bajamos rápido, pero no caemos». Así que, la lección, no sé. Lecciones tal y cual… Hoy. Vive hoy. Vive hoy. Siente hoy. Enamórate hoy. Una vez di una charla hablando del amor y un amigo mío me dijo al cabo de tres meses: «Jordi, ¿sabes que aquel día después de oírte hablar llamé a mi padre y le dije «Papá, nunca te lo he dicho, pero te quiero mucho» y se murió al cabo de una semana? Sin ti no le habría dicho a mi padre que le quería, nunca se lo había dicho». Entonces ese día le ayudó.
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