Dentro de la mitología griega, las Erinias, también conocidas como las Furias en la mitología romana, eran unas diosas de la venganza que atormentaban a aquellos que cometían crímenes contra su propia familia. Pese a que en algunos relatos se dice que son incontables, Virgilio señala que son tres: Alecto, encarga de castigar los crímenes morales; Megera, encargada de castigar las infidelidades; y Tisífone, encargada de castigar los crímenes de sangre. En muchas representaciones, poseen serpientes entre sus cabellos, lágrimas de sangre, antorchas y látigos. Mientras Epiménides señala que eran hijas de Crono y Eurínome, siendo hermanas de Epiménides; Esquilo señala que son hijas de la Noche, Nix; y Sófocles señala que son hijas de Skotos y Gea. Estas aparecen en varios relatos griegos, aunque su principal aparición tiene que ver con Orestes, hijo de Agamenón y Clitemnestra.
Luego de que Orestes matara a Egisto y a Clitemnestra, su madre, al vengar la muerte de su padre, Agamenón, las Erinias comenzaron a atormentarlo. Al borde de la locura, Orestes llegó a un templo dedicado a Apolo en Delfos; pero el dios, a pesar de haberlo mandado a cometer el crimen, no pudo salvarlo de las bestias. Orestes llegó entonces a la Acrópolis de Atenas, donde fue recibido por Atenea. Esta realizó un juicio en el Areópago frente a doce jueces áticos para decidir su destino. Mientras las Erinias reclamaban que fuera declarado como culpable, otros tomaron en cuenta que el guerrero sólo estaba siguiendo las órdenes de Apolo y que debía la vengar la muerte de su padre. De esta forma, el número de votos a favor y en contra quedó en empate, por lo que fue Atenea quien tuvo que decidir. Esta consideró a Orestes y lo declaró como inocente; mientras las Erinias fueron convertidas en las Euménides, unos seres mucho más amables.
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