¿Alguno de vosotros ha viajado en bicicleta? ¿Habéis hecho algún viaje en bicicleta? Bueno, es lo más grande que hay. Es lo más grande que hay. La bicicleta me ha enseñado lo rica que es el agua. Yo, antes de viajar, mi bebida favorita era la cerveza. Después de dar la vuelta al mundo, el agua. Y sin hielo, por favor. Porque si bebes el agua con hielo, el cuerpo tiene que calentarla. Gasta energía en eso. En China, cuando crucé por primera vez la frontera, me dieron un vaso de agua caliente. En China beben agua caliente. Hice… Y digo: «Pero ¿estás loco?». «Perdón, aquí el agua se toma así, así el cuerpo no tiene que calentar». «¡Ah! Mira por dónde». La bicicleta es un medio de transporte humano. Todo lo que ocurre en la bicicleta, ocurre a velocidad humana. Porque el que está encima es un ser humano. En la bicicleta puedes escuchar a los pájaros, puedes escuchar un arroyo, puedes escuchar a la gente que te dice: «¡Eh, dónde vas! ¡Para! «. La bicicleta me ha abierto muchas puertas. «¿Que vienes de Mali hasta aquí, hasta Angola, en bicicleta? Pasa, chaval, pasa. ¿Qué quieres tomar?»
La bicicleta ha hecho que me borrara del gimnasio. Yo hacía unas cinco o seis horas de bicicleta al día. Y cuando las pulsaciones estaban pum, pum, pum, pum… Paraba, sacaba una foto, bebía agua. No estaba batiendo ningún récord. La bicicleta ha llevado toda mi casa encima. La bicicleta me ha enseñado que el viento sopla de frente. Cómo molesta, ¿eh? O que te empuja porque sopla de espaldas. La bicicleta es el mejor descapotable que existe. Y el más barato. No tiene ventanillas ni puertas. El sol, por la mañana, te saluda, la lluvia te moja… Y cuando subes una montaña de 5000 metros, en bicicleta, y tardas varios días, cuando llegas arriba, no sacas un selfi, te tiras en el suelo a descansar. Y entonces llegan los turistas en el coche, en el 4×4, y se sacan selfies y se van. Y ahí está la montaña. Y ahí estás tú, dándole las gracias a la montaña porque te ha permitido subir. La bicicleta te enseña humildad. Y te enseña que la montaña de 5000 metros que subiste ayer no te sirve el mes que viene para subir una montañita de 1000 metros. Porque requiere otra vez todo tu esfuerzo. Si viajas en coche, el mundo lo ves así. A 120 por hora. En moto, así, a 110 por hora. Y en bicicleta, así. Uno de mis documentales se llama A la velocidad de las mariposas. Porque yo he viajado a la velocidad de las mariposas. Incluso me adelantaban en las subidas. Solo que yo luego, en la bajada, las pasaba.
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