Euclides se encontraba impartiendo una clase en Alejandría cuando, uno de sus alumnos, le preguntó que para qué servían todas aquellas demostraciones tan extensas y complejas que explicaba el matemático.
Pausadamente, Euclides, se dirigió a otro de los estudiantes presentes y le dijo:
-Dele una moneda y que se marche. Lo que éste busca no es el saber, es otra cosa.
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