Estuvieron largo rato sentados así al pie de la higuera. Escuchaban el
mar: su rumor les era conocido. Murmuraba como murmuran los bosques en
su patria. El niño y la nodriza pensaron que todo está conectado en el mundo.
Las cosas así no se suelen recordar hasta que han pasado muchos años. Transcurren varias décadas hasta que pasamos por una habitación a oscuras donde alguien murió, y entonces oímos el sonido del mar, las palabras de antaño. Como si aquellas pocas palabras hubiesen expresado el sentido de la vida. Sin embargo, más adelante habría siempre otras cosas de que hablar.
Sandor Marai
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