Además de contemplar la muerte de los familiares, los estoicos creen que también deberíamos pensar en la pérdida de los amigos, debido a la muerte o a la enemistad . Por lo tanto, Epicteto aconseja que cuando nos despidamos de un amigo recordemos en silencio que esta podría ser la última vez que lo vemos. Si lo hacemos así , no daremos por sentados a nuestros amigos, y como resultado su amistad nos resultará más placentera.
Entre las muertes que hemos de contemplar, dice Epicteto, está la nuestra. En un tono similar, Séneca aconseja a su amigo Lucilio vivir cada día como si fuera el último. De hecho, Séneca lo lleva aún más lejos: deberíamos vivir como si este mismo instante fuera el último.
¿Qué significa vivir cada día como si fuera el último? Algunas personas creen que ello implica vivir salvajemente y perpetrar todo tipo de excesos hedonistas. Después de todo, si este es nuestro último día, no pagaremos ningún precio por nuestro desenfreno. Podemos tomar drogas sin temor a la adicción. Podemos gastar dinero con imprudente generosidad, sin preocuparnos por cómo pagaremos las facturas que llegarán mañana.
Sin embargo, esto no es lo que los estoicos tienen en mente cuando nos aconsejan vivir cada día como si fuera el último. Para ellos, vivir cada día como nuestro último día es una mera extensión de la técnica de visualización negativa: al afrontar nuestra jornada, deberíamos pararnos de vez en cuando a reflexionar sobre el hecho de que no viviremos para siempre y que, por lo tanto, este día podría ser el último. En lugar de convertirnos en hedonistas, esta reflexión nos hará apreciar lo maravilloso que es estar vivos y tener la oportunidad de llenar nuestros días con actividades. También hará menos probable que desperdiciemos la jornada. En otras palabras, cuando los estoicos nos aconsejan vivir como si fuera nuestro último día, su objetivo no es cambiar nuestras actividades, sino alterar nuestro estado mental mientras ponemos en práctica esas actividades. En particular, no pretenden que dejemos de planificar y pensar en el mañana; en cambio, su deseo es que, al pensar en el mañana, nos acordemos de valorar el día de hoy.
Entonces, ¿por qué los estoicos quieren que pensemos en nuestra propia muerte? Porque al hacerlo podremos mejorar en gran medida nuestro disfrute de la vida.
Y además de contemplar la pérdida de nuestra vida, dicen los estoicos, también deberíamos contemplar la pérdida de nuestras posesiones. La mayoría de nosotros pasa sus momentos de ocio pensando en lo que queremos y no tenemos. Estaríamos mucho mejor, afirma Marco Aurelio, si empleáramos ese tiempo pensando en todo lo que tenemos y reflexionando en cómo lo echaríamos en falta si no fuera nuestro. También deberíamos pensar en cómo nos sentiríamos si perdiéramos nuestras posesiones materiales, entre ellas nuestra casa, coche, ropa, animales de compañía y nuestra cuenta corriente; cómo nos sentiríamos si perdiéramos nuestras habilidades, entre ellas nuestra capacidad de hablar, escuchar, caminar, respirar y comer; y cómo nos sentiríamos si perdiéramos nuestra libertad.
La mayoría de nosotros está «viviendo su sueño», el sueño que una vez elaboramos para nosotros mismos. Podemos estar casados con la persona con la que una vez soñamos casarnos, tener los hijos y el trabajo que una vez soñamos y poseer el coche de nuestros sueños. Pero gracias a la adaptación hedónica, tan pronto como vivimos la vida de nuestros sueños, empezamos a darla por sentada. En lugar de pasar nuestros días disfrutando de nuestra buena fortuna, los malgastamos formando y persiguiendo deseos nuevos y de mayor envergadura. Como resultado, nunca estamos satisfechos. La visualización negativa puede ayudarnos a evitar este destino.
William B. Irvine
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