La literatura le concede un gran lugar al tema del “doble”, alguien idéntico a ti que poco a poco te expulsa de tu propia vida, se apropia de tu territorio, de tus amistades, de tu familia, de tu trabajo, hasta transformarte en un paria e incluso tratar de asesinarte... Te debo decir que en realidad eres el “doble” y no el original. La identidad que crees la tuya, tu ego, no es más que una copia pálida, una aproximación de tu ser esencial. Te identificas con ese doble tan irrisorio como ilusorio y de pronto aparece el auténtico. El amo del lugar vuelve a tomar el sitio que le corresponde. En ese momento tu Yo limitado se siente perseguido, en peligro de muerte, lo que es cierto. Porque el ser auténtico terminará por disolver al doble. Nada te pertenece. Tu única posibilidad de ser es que aparezca el otro, tu naturaleza profunda, y te elimine. Se trata de un sacrificio sagrado en el cual deberás entregarte por entero al amo, sin angustia... Puesto que vives preso en tus ideas locas, sentimientos confusos, deseos artificiales, necesidades inútiles, ¿por qué no adoptas puntos de vista totalmente distintos? Por ejemplo, mañana serás un inmortal. Como un inmortal te levantarás y te cepillarás los dientes, como un inmortal te vestirás y pensarás, como un inmortal recorrerás la ciudad... Durante una semana, veinticuatro horas al día, y para ningún cómplice espectador salvo tú mismo, serás el hombre que nunca morirá, actuando cual otra persona con tus amigos y conocidos, sin darles ninguna explicación. Lograrás ser un autor-actor-espectador, presentándote no en un teatro sino en la vida».
Jodorowsky
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