Solo he recorrido el mundo y adquirí el placer por los cabellos; soltaba lo que no me satisfacía y dejaba correr aquello que no podía alcanzar. No he hecho otra cosa que tener deseos y realizarlos, para luego volver a desear, y así, poderoso, pasé mi tumultuosa vida; pero ahora procuro que esta discurra con sabiduría y prudencia. Ya el orbe me resulta suficientemente conocido. La visión del más allá nos está vedada. Es un insensato aquel que dirige allí la mirada deslumbrándose e imagina que su igual está allí entre las nubes. Que permanezca firme y mire sólo en derredor. Este mundo para el hombre inteligente no es mudo. ¿Para qué necesita él andar errante por la eternidad? Aquello que reconozca se dejará aprehender. ¡Que prosiga así su camino durante la jornada de la vida! ¡Que continúe su marcha, aunque los espíritus se ciernan fantasmales! ¡Que en su avance él, descontento en todos los instantes, se tope con el sufrimiento y la fortuna!
Goethe
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