Todo en la vida es una técnica. Por eso Bokuju dijo: «Sería mejor que te quedaras a mi lado y, me miraras. No preguntes por un método, solo mírame y llegarás a saber. » El pobre hombre le observó durante siete días. Cada vez estaba más perplejo. Al cabo de los siete días, dijo: -Cuando llegué, estaba menos confuso. Ahora estoy más confuso. Te he mirado constantemente durante siete días. ¿Qué es lo que tengo que mirar? y Bokuju dijo: -Entonces es que no has mirado. Cuando ando... ¿has visto? Simplemente ando. Cuando me traes té por la mañana, ¿has mirado bien? Simplemente cojo el té y me lo bebo. Es solo beber. No hay Bokuju, solo beber. No hay, Bokuju, solo tomar té. ¿Has mirado bien? Si has mirado, tienes que haber notado que Bokuju ya no existe. Este es un aspecto muy sutil. Porque si el pensador está ahí, ahí está el ego. Y entonces eres Bokuju o algún otro. Pero si solo hay acción sin nada de verbalización, sin pensamiento no hay ego. Por eso Bokuju dice: «¿Has mirado de verdad? Entonces no había Bokuju: Solo beber té, pasear por el jardín, cavar un hoyo en la tierra.» Por eso Buda ha dicho que no hay alma. Como no has mirado bien, sigues pensando constantemente que tienes un alma. ¡Tú no existes! Si eres testigo, no existes. El «yo» se forma por medio de pensamientos. Una cosa más: los pensamientos acumulados, los recuerdos amontonados, crean la sensación de ego, de que eres. Intenta este experimento: deslígate de todo tu pasado. No tienes ningún recuerdo. No sabes quiénes son tus padres, no sabes a quién perteneces: a qué país, a qué religión, a qué raza. No sabes dónde te educaron, ni si recibiste educación o no. Corta con todo tu pasado.....y recuerda quién eres. ¡No puedes recordar quien eres! Evidentemente; eres. Eres, pero ¿quién? En ese momento no puedes sentir un «yo». El ego no es más que pasado acumulado. El ego es tu pensamiento condensado, cristalizado. Por eso Bokuju dice: «Si me has mirado bien, yo no estaba. Había beber té, pero no bebedor. Había pasear en el jardín, pero no paseante. Había acción, pero no actor.» Cuando se es testigo, no hay sensación de «yo». Al pensar, sí la hay. No es simple coincidencia que los llamados pensadores estén tan profundamente enraizados en sus egos. Artistas, pensadores filósofos, personas ilustradas... no es coincidencia que sean tan egoístas. Cuantos más pensamientos tengas, mayor ego tendrás. Cuando se es testigo, no hay ego. Pero esto solo ocurre si se consigue trascender el lenguaje. El lenguaje es la barrera. El lenguaje es necesario para comunicarse con otros; no es necesario para comunicarse con uno mismo. Es un instrumento útil..... podría decirse que el instrumento más útil. El hombre ha podido crear una sociedad, un mundo, solo gracias al lenguaje. Pero a causa del lenguaje, el hombre se ha olvidado de sí mismo. El lenguaje es nuestro mundo. Si el hombre olvida su lenguaje, aunque sola sea por un instante, ¿qué le queda? La cultura, la sociedad, el hinduismo, el cristianismo.....¡Qué queda? No queda nada. Con solo suprimir el lenguaje, desaparece toda la humanidad con su cultura, su civilización, su ciencia; Su religión su filosofía. El lenguaje es comunicación con los otros; es la única comunicación. Es útil, pero peligroso. Siempre que un instrumento es útil es también peligroso en la misma proporción. El peligro está en que cuanto más se sumerge la mente en el lenguaje, más se aleja del centro. Por eso se necesita un equilibrio sutil y un dominio sutil para ser capaz de penetrar en el lenguaje y ser también capaz: de abandonar el lenguaje, de salir del lenguaje. Ser testigo significa salirse del lenguaje, de la verbalización, de la mente. Ser testigo significa un estado sin mente, sin pensamiento. ¡Inténtalo! Será un esfuerzo largo, y no hay nada garantizado... pero inténtalo, y con el esfuerzo lograrás algunos momentos en los que el lenguaje desaparece de pronto. Y entonces se abre una nueva dimensión. Te haces consciente de un mundo diferente: el mundo de la simultaneidad, el mundo del aquí y ahora, el mundo sin mente, el mundo de la realidad. El lenguaje debe evaporarse. Intenta hacer actos corrientes, movimientos corporales, sin lenguaje. Buda utilizaba esta técnica para observar la respiración. Les decía a sus discípulos: «Seguid observando vuestra respiración, No hagáis nada más que observar el aliento que entra, el aliento que sale, el aliento que entra, el aliento que sale...» Pero no se trata de decirlo así, hay que sentirlo: el aliento que entra, sin palabras. Siente el aliento que entra, muévete con el aliento, deja que tu conciencia se sumerja juntó con el aliento, Y después, muévete hacia fuera, sigue moviéndote con tu aliento. ¡Mantente alerta! Se dice que Buda dijo: «No te pierdas ni una sola respiración. Si fisiológicamente perdieras una sola respiración, morirías, y si tu conciencia pierde una sola respiración, te alejarás del centro, estarás muerto por dentro.» Por eso Buda decía: «La respiración es imprescindible para la vida del cuerpo, y la conciencia de la respiración es imprescindible para la vida del centro interior.» Respira, sé consciente. Y si estás intentando ser consciente de tu respiración, no puedes pensar, parque la mente no puede hacer dos cosas al misma tiempo: pensar y ser testigo. El fenómeno de ser testigo, en sí misma, es absoluta y diametralmente apuesta al pensamiento', así que no puedes hacer las dos cosas a la vez. Así cama no puedes estar viva y muerta a la vez, ni dormida y despierta a la vez, no puedes pensar y ser testigo a la vez. Si eres testigo de algo, el pensamiento se detiene. Si aparece el pensamiento, desaparece el testigo. Ser testigo es una conciencia pasiva, sin acción en su interior. La conciencia misma no es una acción..
lunes, 7 de noviembre de 2022
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