Las personas que gozan de una alta autoestima tienen una orientación hacia la vida activa, y no pasiva. Asumen plena responsabilidad en cuanto a la realización de sus deseos. No esperan que otros hagan realidad sus sueños.
Si surge un problema, se preguntan: "¿Qué puedo hacer para solucionarlo? ¿Qué posibilidades de acción tengo a mi alcance?" No exclaman: "¡Alguien tiene que hacer algo!" Si algo ha salido mal, se preguntan: "¿Qué es lo que pasé por alto? ¿En qué equivoqué mi cálculo?". No se entregan a una apoteosis de inculpaciones.
En conclusión, afrontan la responsabilidad de su propia existencia.
Y, según el principio de causalidad recíproca analizado antes (los actos que causan una buena autoestima son también expresiones de una buena autoestima), la gente que asume la responsabilidad de su propia existencia tiende, por lo tanto, a generaruna saludable autoestima, hasta el punto de pasar de una orientación pasiva a una orientación activa, de gustarse más, de tener más confianza en sí misma, y de sentirse más apta para la vida y más merecedora de felicidad.
En mi trabajo psicoterapéutico veo con frecuencia que las transformaciones más radicales ocurren después de que el paciente se da cuenta de que nadie va a acudir en su rescate. "No acude nadie" es una frase que oigo mucho en mi trabajo, en todos los niveles. Cuando al fin me permití asumir la plena responsabilidad de mi vida (me ha dicho más de un paciente), comencé a crecer. Empecé a cambiar. Y mi autoestima empezó a aumentar."
La autorresponsabilidad comprende realizaciones como las siguientes:
Soy responsable de mis elecciones y acciones.
Soy responsable del modo en que utilizo mi tiempo.
Soy responsable del nivel de conciencia que aplico a mi trabajo.
Soy responsable del cuidado o la falta de cuidado con que trato a mi cuerpo.
Soy responsable de mantener las relaciones que decido entablar o en las que elijo continuar.
Soy responsable del modo en que trato a los demás: Mi cónyuge, mis hijos, mis padres, mis amigos, mis socios, mi jefe, mis subordinados, el vendedor de una tienda.
Soy responsable del significado que doy o dejo de dar a mi existencia.
Soy responsable de mi felicidad.
Soy responsable de mi vida en lo material, lo emocional, lo intelectual y lo espiritual.
Cuando hablo de "ser responsable" en este contexto, no quiero decir ser receptor de acusaciones o culpas morales, sino ser el principal agente causal de la propia vida y conducta..
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