La esencia del misticismo es que en lo más profundo de nuestro ser, en el centro puro de nuestra conciencia, somos fundamentalmente, atemporal, eterna e inmutablemente uno con el Espíritu, con la Divinidad, con el Todo. ¿Suena esto muy descabellado? Escuchemos a Erwin Schrödinger, premio Nobel y uno de los padres de la moderna mecánica cuántica:
<<No es posible que esa unidad de conocimientos,
sentimientos y elecciones que llamas tú mismo haya surgido de la
nada, en un momento dado y no mucho tiempo atrás; más bien, y por
el contrario, esos conocimientos, sentimientos y elecciones son
esencialmente eternos, inmutables y numéricamente uno en todos los
hombres; y es más, en todos los seres sensibles. Por inconcebible
que pueda parecer a la razón ordinaria, tú mismo –y todos los demás
seres conscientes como tales– están todos en todo. Por ello, la vida
que tú vives no es simplemente una pieza más de la existencia sino
que es, en cierto sentido, la totalidad… Este es el significado simple
y claro de la sagrada fórmula mística: “Estoy en el este y el oeste,
estoy arriba y abajo, yo soy la totalidad del mundo”.
>>Por lo tanto, puedes tumbarte en el suelo y extenderte
sobre la Madre Tierra con la absoluta certeza de que eres uno con
ella y ella uno contigo. Tus cimientos son tan firmes e invulnerables
como los suyos; en realidad, mil veces más sólidos e invulnerables.
Con la misma seguridad de que mañana te engullirá, puedes estar
seguro de que volverá de nuevo a darte a luz. Y no meramente
“algún día”, si no ahora, hoy; pues cada día te está alumbrando, y no
una sola vez, sino miles y miles de veces, al igual que miles de veces
diariamente te engulle. Porque eternamente y siempre únicamente
existe el ahora, un único y mismo ahora. El presente es lo único que
no tiene fin>>.1
Según los místicos, cuando trascendemos la sensación de
estar separados, cuando vamos más allá de nuestro ego limitado,
descubrimos en cambio una Identidad Suprema, una identidad con el
Todo, con el Espíritu universal, infinito, eterno e inmutable que todo
lo impregna. Como explica Einstein: <<El ser humano es parte
inseparable de esa totalidad que llamamos “Universo”, si bien una parte limitada en el espacio y el tiempo.
Ken Wilber
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