sábado, 27 de noviembre de 2021


Un día, Buda estaba pronunciando su discurso matutino y el rey había acudido a escucharle. Estaba sentado enfrente de Buda y no paraba de mover el dedo gordo del pie. Buda dejó de hablar y miró el dedo del pie del rey. Como es natural, cuando Buda miró su dedo, el rey dejó de moverlo. Buda empezó a hablar de nuevo, y el rey empezó otra vez a mover el dedo gordo del pie. Entonces Buda le preguntó: -¿Por qué haces eso? El rey respondió: -Solo cuando dejaste de hablar y me miraste el dedo me di cuenta de lo que estaba haciendo. No era nada consciente de lo que hacía. -Es tu dedo y no eres consciente -dijo Buda-. Entonces, podrías llegar a matar a una persona sin ser consciente de ello. Y exactamente de esa manera se ha matado a gente y el homicida no ha sido consciente. Muchos homicidas han negado en los tribunales haber matado a alguien. Al principio se pensaba que simplemente mentían, pero recientemente se ha descubierto que no estaban mintiendo, que lo hicieron en estado de inconsciencia. En aquel momento estaban tan rabiosos, tan enfurecidos, que fueron poseídos por su furia. Y cuando estás furioso, tu cuerpo segrega ciertas toxinas y tu sangre se intoxica. Estar enfurecido es estar en un estado de locura temporal. Y la persona se olvidará por completo de lo que hizo, porque no era consciente de lo que hacía. Y así es como la gente se enamora, mata a otros, se suicida, hace todas esas cosas. 

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