«La afinidad por los demás es curativa: todos somos médicos para todos.»
El cáncer ocupa una tercera parte de mi hígado, y, aunque se puede frenar su avance, este tipo específico de cáncer no se puede detener.
Ahora me toca decidir cómo quiero vivir los meses que me quedan. Tengo que vivirlos de la manera más rica, intensa y productiva que pueda, y a ello me animan las palabras de uno de mis filósofos favoritos, David Hume, el cual, al enterarse de que sufría una enfermedad mortal a los sesenta y cinco años, en un solo día de abril de 1776 escribió una breve autobiografía. La tituló De mi propia vida .
«Supongo que el deterioro será rápido», escribió. «He sufrido muy poco dolor a causa de la enfermedad; y lo más extraño es que, a pesar del enorme declive físico, mi espíritu no ha sufrido ni un instante de abatimiento. Me aplico a mis estudios con el mismo ardor de siempre, y siento la misma alegría cuando estoy acompañado».
Hume añadía: «Soy (…) un hombre de carácter ponderado, que controla su genio, de talante abierto, social y alegre, capaz de sentir afecto y poco dado a la enemistad, y de gran moderación en todas sus pasiones».
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