miércoles, 5 de julio de 2023

Mario Alonso Puig

Yo creo que los seres humanos tropezamos cien veces sobre la misma piedra por falta de humildad. La humildad es, para mí, la virtud más grande que existe porque es para una persona, probablemente, de vivir plenamente, que no es la modestia, no es el ser una persona así apocada, es la humildad de corazón. Cuando una persona es realmente humilde, y no lo digo por mí, porque desafortunadamente no lo soy, pero sí por personas con las que he estado, grandísimos seres humanos con una humildad aplastante, son personas que tienen mentalidad de principiante, es decir, puede ser un Premio Nobel y te está escuchando como si fuera un alumno tuyo, ¿pero yo que le puedo enseñar a este hombre? Pero está plenamente ahí. Cuando comete un error, lo que más le interesa no es buscar culpables, ni en él, ni en ella, ni en los demás, sino averiguar qué es lo que ha pasado. Es una mentalidad mucho más científica, interesada, curiosa, que una mentalidad enjuiciadora, porque creo que cuando una persona es humilde y tropieza con una piedra, está dispuesta a reconocer que ha tropezado con una piedra y no a intentar ocultarse ante sí misma o ante los demás que ha sucedido. Porque creo que cuando una persona es humilde y tropieza con una piedra, se deja asesorar, pregunta, escucha, pide ayuda y se deja ayudar. Creo que nuestra soberbia nos mata literalmente. No queremos aceptar las cosas como son, queremos que sean a nuestra medida, queremos que la vida se pliegue a nuestros deseos, por eso no fluimos con la vida. Cuando aparece algo que no nos gusta, nos preguntamos por qué, en lugar de para qué, y todo eso creo que es lo que hace que nos cueste aprender. Si yo lo llevara a una metáfora, creo que la vida se vive en plenitud cuando el que pilota el coche es la conciencia y en el copiloto va el ego, pero cuando el ego es el que pilota, te puedes tropezar cien, mil, cien mil y nunca aprenderá.

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