Yo fui muy afortunada porque, aunque vivía en China, mis padres amaban los libros y teníamos una biblioteca en inglés en la casa. Así que desde que yo era una niñita me leían de esos libros. Desde muy temprana edad me leyeron a Robert Louis Stevenson, a Beatrix Potter o a A.A. Milne, todos escritores ingleses: los norteamericanos somos colonialistas. Cuando comencé a leer por mí misma me gustó mucho El jardín secreto de Frances H. Burnett, que es norteamericano pero vivía en Inglaterra. Cuando tenía ocho años la guerra entre Japón y China había comenzado y parecía inminente la guerra entre Japón y Estados Unidos, así que nos vimos obligados a regresar a los Estados Unidos.
Por primera vez descubrí las bibliotecas; era como una exploradora española descubriendo El Dorado; fue una experiencia maravillosa ver que había tantos libros allí. Comencé a leer autores norteamericanos en ese momento. Leía mucho. A mi familia le gustaban mucho los libros, pero yo no tenía libros que fueran sólo míos, porque eran de todos en la familia; no teníamos tanto dinero. Eramos cinco hermanos y teníamos que compartir todo los cinco, incluidos los libros. Pero a los once años mi madre me regaló un libro que era sólo para mí The Yearling, de Marjorie Kinnan Rawlings; era un libro para adultos, que gano el premio Pulitzer de 1938. De alguna forma mi madre, que lo había leído, pensó que ese libro me iba a gustar; y ella tuvo razón totalmente. Para mí fue como entrar en otro mundo; yo quería parecerme a los personajes, jugaba a ser ellos. Durante muchos años yo no lo había vuelto a leer y alguien me pidió que escribiera un artículo para una revista sobre un libro que me hubiera impactado de niña; volví a leerlo años después y lo que me asombró es cómo me había afectado este libro a la forma en que yo escribía. Era casi vergonzoso. Espero que nadie se haya dado cuenta.
Katherine Paterson
No hay comentarios:
Publicar un comentario