«Un día me dirigía a una importante reunión con una multinacional que quería comprar una empresa en la que yo participo. Yo iba con una hartá de miedo porque me iba a reunir con el propietario de la compañía, con los abogados…, y yo iba solo pensando: con lo poco que sé yo de papeles. De repente, leo en la entrada: “cooperativa San Rafael” y me dije: “Ya está, tranquilo”».
Se da la curiosidad de que el arcángel San Rafael representa la protección y la curación pero rige, también, sobre los documentos y los papeles. Aquella coincidencia le tranquilizó y Evaristo consiguió su objetivo. No es la única vivencia que ha protagonizado. En otra ocasión conducía meditabundo su automóvil, ensimismado en quiénes eran las entidades que le protegían. Y al final se le ocurrió preguntar en voz alta: «¿Y a mí quién me acompaña?». Y entonces, al desviar la vista de la carretera, pudo leer un cartel que rezaba: «Los Ángeles, piscina pública».
¿Casualidad? Los angelólogos lo tienen claro: las coincidencias son la forma sutil que tienen las entidades celestiales para indicarnos el camino correcto.
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