Dos mujeres cumplen setenta años, pero cada una de ellas le da un significado diferente a ese dato. Una «sabe» que su vida se acerca a su fin. Para ella, siete décadas de vida significan que su cuerpo debe estar desmoronándose, y que será mejor empezar a poner en orden sus asuntos. La otra mujer decide que lo que una persona sea capaz de hacer a cualquier edad depende de sus creencias, y establece un criterio más elevado para sí misma. Decide que el montañismo puede ser un buen deporte para iniciar su práctica a los setenta años de edad. Durante los veinticinco años siguientes se dedica a dominar esta nueva aventura, y llega a escalar algunos de los picos más altos del mundo, hasta que en la actualidad, ya entrada en los noventa, Hulda Crooks se ha convertido en la mujer más anciana que ha escalado el monte Fiji.
Como puede ver, lo que configura quiénes somos hoy y quiénes seremos en el futuro nunca es el ambiente, ni los acontecimientos que ocurran en nuestras vidas, sino el significado que demos a esos acontecimientos. Las creencias son lo que establece la diferencia entre una vida de alegre contribución y otra de miseria y devastación. Las creencias son lo que separó a Mozart de Manson. Las creencias son lo que convirtió a algunos individuos en héroes, mientras que a otros les indujo a «llevar vidas de tranquila desesperación»
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