Marta Matute* .-
09/03/2011
Ha pasado a la historia como la campeona del feminismo: la mujer que
logró arrancar a los parlamentarios españoles un sí para el sufragio
universal (161 votos contra 121). Por dos veces, los diputados a Cortes
de la Segunda República intentaron tumbar la iniciativa de la Campoamor,
y por dos veces, Clara la modistilla,
Clara la mecanógrafa, Clara la republicana impuso sus convicciones,
arropada tan sólo por una brillantísima dialéctica política y la fuerza
de la razón.
Fue
una batalla titánica, y solitaria. Las derechas, que votarían a favor,
no creyeron nunca en una propuesta que les daba ventaja política. La
mayoría de los radicales, correligionarios de la diputada, le retiraron
su confianza. Por no tener, Clara no tuvo siquiera el apoyo de Victoria Kent, su compañera de bancada. Tuvo que soportar, incluso, la inquina de Indalecio Prieto,
el socialista, el eterno aspirante a primer ministro, que abandonaría
la Cámara al grito de: “Ha sido una puñalada trapera a la República”.
Menudo demócrata.
Pero
Clara Campoamor fue mucho más que una heroína. O una entusiasta
feminista. Por eso su figura se ha ido agrandando con el paso del
tiempo. Si hay algo por lo que merece la pena recordar hoy a la
Campoamor, además de por sus firmes convicciones democráticas
en un tiempo de revoluciones y fanatismos, es por la sagacidad con la
diseccionó la época que le tocó en suerte, incluidas las causas de la
guerra civil. Fue un animal político.
Dicen
sus biógrafos que todo en la vida de Clara Campoamor produce asombro.
Los esfuerzos por superar un origen modestísimo, con trece años
trabajaba como modista, su empeño en forjarse una profesión, la de
abogado, cuando ya había cumplidos treinta y tantos años, su militancia
feminista, que la enfrentaría a una Victoria Kent capaz de subordinar
sus convicciones personales a la disciplina de partido, “de legislar
contra los suyos”, como acusaría Campoamor en aquel célebre discurso de
1931. Pero, sobre todo, causa admiración sus sólidas ideas republicanas en una República donde los republicanos, mal que nos pese, se contaban con los dedos de una mano.
Dictadura del proletariado
Apenas
han pasado tres meses del estallido de la Guerra Civil y Campoamor, que
huye despavorida de los desmanes y asesinatos perpetrados en Madrid
(“Me fui cuando tuve la íntima convicción de que todo estaba perdido y
no había nada que salvar, cuando el terror no me dejaba vivir y la
sangre me ahogaba”, dirá Manuel Chaves Nogales
un año más tarde), escribe desde su retiro en Suiza: “Si el porvenir
trae la victoria triunfal de los ejércitos gubernamentales, ese triunfo
no llevará a un régimen democrático, ya que los republicanos no cuentan
en el bando gubernamental (…) El triunfo de los gubernamentales será el
triunfo de las masas proletarias, de la dictadura del proletariado, en
detrimento de la democracia (…) Si la debilidad de los gubernamentales
lleva a la victoria de los nacionalistas, estos traerán una dictadura
militar. Pero si la dictadura militar es una forma de gobierno fácil de
imponer, es muy difícil salir de ella”.
Desde el primer día, Campoamor se aparta de los hunos y de los hotros, como les llamará Unamuno.
“Hay tantos elementos liberales entre los alzados como antidemócratas
en el bando gubernamental. Entre los insurrectos encontraremos hombres
que en una época tranquila y normal hubiesen desarrollado en España una
actividad liberal en el sentido que tiene este término cuando las élites
intelectuales dirigen un país”.
Pero
Clara Campoamor fue mucho más que una heroína. O una entusiasta
feminista. Por eso su figura se ha ido agrandando con el paso del tiempo
¿Ecos de pasado? Ni mucho menos. Los esfuerzos de esta mujer, y de tantos otros, por abonar la tercera España
fueron enterrados por la dictadura de Franco con una política de
sangre, barro y lágrimas. Por eso, y porque antes hubo una contienda
civil, causa perplejidad constatar que todavía hay españoles, en
el bando de los unos y en el bando de los otros, dispuestos a que “todo
se hunda con ellos si no pueden dirigirlo (…)", tal y como Campoamor
auguró en 1936 (refiriéndose al gobierno de Largo Caballero) en las líneas que cierran su ensayo La revolución española vista por una republicana.
http://www.rtve.es/alacarta/videos/clara-campoamor-la-mujer-olvidada/clara-campoamor-mujer-olvidada/1041185/
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