La baronesa Karen Blixen, cuyo nombre de soltera era Harén Christentze Dinesen Clamada Tanne por su familia y Tania primero por su amante y luego por sus amigos), fue la autora danesa de rara distinción que escribió en inglés por lealtad a la lengua de su amante muerto y, siguiendo el espíritu de la antigua coquetería, ocultó apenas su autoría agregando a su apellido de soltera el seudónimo masculino “Isak”, el que ríe. Se suponía que la risa debía encargarse de varios problemas inquietantes, el menos importante de los cuales fue, tal vez, su fírme convicción de que no era muy apropiado para una mujer ser escritora y por lo tanto, una figura pública; la luz que ilumina el área pública es demasiado fuerte como para ser halagadora. Había tenido experiencia en esta cuestión dado que su madre fue una de las sufragistas, activa en la lucha por el derecho de voto de las mujeres en Dinamarca, y probablemente, una de esas excelentes mujeres que nunca provocarían a un hombre para seducirlo. Cuando tenía veinte años, había escrito y publicado algunos cuentos e incluso la habían alentado para que continuara, pero ella se negó a hacerlo. “Nunca quiso ser escritora", “tenia un miedo intuitivo a sentirse atrapada” y cada profesión, que invariablemente asigna un rol definitivo en la vida, habría sido una trampa, resguardándola de las infinitas posibilidades de la vida misma. Tenía más de cuarenta y. cinco años cuando comenzó a escribir profesional mente y casi cincuenta cuando apareció su primer libro: Seven Gothic Tales. En esa época, había descubierto (tal como nos lo hace saber a través de “Los Soñadores”) que la mayor trampa en la vida es la propia identidad. “No seré nunca más una sola persona... .Nunca más tendré mi corazón y toda mi vida unida a una sola mujer”, y que lo mejor que se les podía dar a los amigos (por ejemplo, Marcus Cocoza en el cuento) era no preocuparse “demasiado sobre Marcus Cocoza”, pues esto significa “en realidad ser su esclavo y prisionero”. Por lo tanto, la trampa no era tanto el hecho de escribir o de hacerlo en forma profesional sino tomarse a uno mismo en serio e identificar a la mujer con el autor cuya identidad queda confirmada, en forma inevitable, en público. El hecho de que el dolor de haber perdido su vida y su amante en Africa tendrían que haberla convertido en escritora y haberle dado una especie de segunda vida se entendía mejor como una broma, y “A Dios le encantan las bromas” se convirtió en su máxima durante los últimos años de su vida. (Le gustaba vivir con esos lemas y había comenzado con navigare necesse est, vive- re non necesse est, para luego adoptar el lema de Denys Finch- Hatton: Je responderay, responderé y daré cuenta). Pero había algo más que el temor de ser atrapada que la hacía defenderse enfáticamente (en entrevista tras entrevista) contra la noción común de que ella fuera una escritora nata y una “artista creativa”. La verdad es que ella jamás sintió ninguna ambición o necesidad en particular de escribir, y mucho menos de ser escritora; lo poco que había escrito en Africa podía ser omitido, pues sólo le había servido en “épocas de sequía” para dispersar sus preocupaciones sobre la granja y aliviar su aburrimiento cuando no tenia otra cosa que hacer. Sólo en una ocasión “había creado algo de ficción para hacer dinero”, y a pesar de que con The Angelic Avengers hizo algo de dinero, fue “terrible”. No, había comenzado a escribir por el simple hecho de “que tenía que sobrevivir” y “sólo sabía hacer dos cosas: cocinar y... tal vez, escribir”. Había aprendido a cocinar primero en París y luego en Africa para agasajar a sus amigos, y para entretener tanto a sus amigos como a los nativos, había aprendido a contar historias. “Si hubiera podido permanecer en Africa, jamás se habría convertido en escritora”. Pues, moi, je suis m e conteuse, et ríen qu’une conteuse. Cest l’histoire elle-méme qui m’intéresse, et la facon de la raconter*. (“Yo, yo soy una relatora de cuentos y nada más. Lo que me interesa es la historia y la forma de relatarla”). Lo único que necesitaba para empezar era la vida y el mundo, casi cualquier tipo de mundo o de medio; pues el mundo está lleno de historias, de hechos y ocurrencias, de sucesos extraños que sólo aguardan a ser contados, y la razón por la cual, por lo general, estos hechos no son relatados es, según Isak Dinesen, la falta de imaginación; pues sólo si puedes ser imaginativo con lo que de todas maneras ha sucedido, repetirlo en la imaginación, verás las historias, y sólo si tienes la paciencia de contarlas una y otra vez {“Je me les raconte et reraconte”) podrás llegar a contarlas bien. Esto, claro está, es lo que hizo durante toda su vida, pero no para convertirse en una artista, ni siquiera para convertirse en una de esas viejas y sabias relatoras profesionales de cuentos que hallamos en sus libros. Sin repetir la vida en la imaginación no se puede estar del todo vivo, la “falta de imaginación” impide que las personas “existan”. “Sé leal a la historia”, tal como una de sus relatoras le advierte a la joven, “sé eterna y constantemente leal a la historia”; esto no significa otra cosa que: sea leal a laxada, no crees la ficción sino acepta lo que la vida te da, demuestra que mereces lo que sea recordándolo y analizándolo, repitiéndolo en tu imaginación; ésta es la forma de mantenerse con vida. Y vivir en el sentido de estar plenamente viva fue desde un principio y siguió siéndolo hasta el final su único objetivo y deseo. “Vida, no te dejaré ir a menos que me bendigas, sólo entonces te dejaré ir”. La recompensa de relatar historias es poder dejar ir. “Cuando el relator es leal... a la historia, allí, en el final, hablará el silencio. Allí donde se ha traicionado la historia, el silencio no es otra cosa que vado. Pero nosotros, los fieles, cuando hemos dicho nuestra última palabra, oiremos la voz del silencio”. Para ello, sin lugar a dudas, se requiere habilidad, y en este sentido el hecho de relatar historias no sólo es parte de la vida sino que puede convertirse en un arte por derecho propio. Para convertirse en artista también se necesita tiempo y una cierta separación de la tarea impetuosa e intoxicante del mero hecho de vivir que, quizá, sólo el artista nato pueda lograr en medio de la vida. De todas formas, en el caso de esta escritora, una gruesa línea divide su vida de su vida posterior como autora. Sólo cuando perdió lo que había constituido su vida, su hogar en Africa y su amante, cuando regresó a Rungstedlund con un completo "fracaso” y nada en sus manos excepto el dolor, la tristeza y los recuerdos, pudo convertirse en artista y en el “éxito" que de otra forma jamás hubiese logrado ser: “A Dios le encantan las bromas", y las bromas divinas, tal como los griegos bien lo sabían, suelen ser crueles. Lo que hizo ella entonces fue único en la literatura contemporánea a pesar de que podría comparárselo con algunos escritores del siglo XIX (se me ocurren en particular las anécdotas y los cuentos de Heinrich Kleist y algunos cuentos que Johann Peter Hebel, en especial Unverhofftes Wiedersehen. Eudora Welty lo definió en forma definitiva en una frase corta de extrema precisión: “Ella hacía una esencia de una historia; un elixir de una esencia; y a partir del elixir comenzaba una vez más a componer la historia".
lunes, 30 de marzo de 2020
Hannah Arendt
La baronesa Karen Blixen, cuyo nombre de soltera era Harén Christentze Dinesen Clamada Tanne por su familia y Tania primero por su amante y luego por sus amigos), fue la autora danesa de rara distinción que escribió en inglés por lealtad a la lengua de su amante muerto y, siguiendo el espíritu de la antigua coquetería, ocultó apenas su autoría agregando a su apellido de soltera el seudónimo masculino “Isak”, el que ríe. Se suponía que la risa debía encargarse de varios problemas inquietantes, el menos importante de los cuales fue, tal vez, su fírme convicción de que no era muy apropiado para una mujer ser escritora y por lo tanto, una figura pública; la luz que ilumina el área pública es demasiado fuerte como para ser halagadora. Había tenido experiencia en esta cuestión dado que su madre fue una de las sufragistas, activa en la lucha por el derecho de voto de las mujeres en Dinamarca, y probablemente, una de esas excelentes mujeres que nunca provocarían a un hombre para seducirlo. Cuando tenía veinte años, había escrito y publicado algunos cuentos e incluso la habían alentado para que continuara, pero ella se negó a hacerlo. “Nunca quiso ser escritora", “tenia un miedo intuitivo a sentirse atrapada” y cada profesión, que invariablemente asigna un rol definitivo en la vida, habría sido una trampa, resguardándola de las infinitas posibilidades de la vida misma. Tenía más de cuarenta y. cinco años cuando comenzó a escribir profesional mente y casi cincuenta cuando apareció su primer libro: Seven Gothic Tales. En esa época, había descubierto (tal como nos lo hace saber a través de “Los Soñadores”) que la mayor trampa en la vida es la propia identidad. “No seré nunca más una sola persona... .Nunca más tendré mi corazón y toda mi vida unida a una sola mujer”, y que lo mejor que se les podía dar a los amigos (por ejemplo, Marcus Cocoza en el cuento) era no preocuparse “demasiado sobre Marcus Cocoza”, pues esto significa “en realidad ser su esclavo y prisionero”. Por lo tanto, la trampa no era tanto el hecho de escribir o de hacerlo en forma profesional sino tomarse a uno mismo en serio e identificar a la mujer con el autor cuya identidad queda confirmada, en forma inevitable, en público. El hecho de que el dolor de haber perdido su vida y su amante en Africa tendrían que haberla convertido en escritora y haberle dado una especie de segunda vida se entendía mejor como una broma, y “A Dios le encantan las bromas” se convirtió en su máxima durante los últimos años de su vida. (Le gustaba vivir con esos lemas y había comenzado con navigare necesse est, vive- re non necesse est, para luego adoptar el lema de Denys Finch- Hatton: Je responderay, responderé y daré cuenta). Pero había algo más que el temor de ser atrapada que la hacía defenderse enfáticamente (en entrevista tras entrevista) contra la noción común de que ella fuera una escritora nata y una “artista creativa”. La verdad es que ella jamás sintió ninguna ambición o necesidad en particular de escribir, y mucho menos de ser escritora; lo poco que había escrito en Africa podía ser omitido, pues sólo le había servido en “épocas de sequía” para dispersar sus preocupaciones sobre la granja y aliviar su aburrimiento cuando no tenia otra cosa que hacer. Sólo en una ocasión “había creado algo de ficción para hacer dinero”, y a pesar de que con The Angelic Avengers hizo algo de dinero, fue “terrible”. No, había comenzado a escribir por el simple hecho de “que tenía que sobrevivir” y “sólo sabía hacer dos cosas: cocinar y... tal vez, escribir”. Había aprendido a cocinar primero en París y luego en Africa para agasajar a sus amigos, y para entretener tanto a sus amigos como a los nativos, había aprendido a contar historias. “Si hubiera podido permanecer en Africa, jamás se habría convertido en escritora”. Pues, moi, je suis m e conteuse, et ríen qu’une conteuse. Cest l’histoire elle-méme qui m’intéresse, et la facon de la raconter*. (“Yo, yo soy una relatora de cuentos y nada más. Lo que me interesa es la historia y la forma de relatarla”). Lo único que necesitaba para empezar era la vida y el mundo, casi cualquier tipo de mundo o de medio; pues el mundo está lleno de historias, de hechos y ocurrencias, de sucesos extraños que sólo aguardan a ser contados, y la razón por la cual, por lo general, estos hechos no son relatados es, según Isak Dinesen, la falta de imaginación; pues sólo si puedes ser imaginativo con lo que de todas maneras ha sucedido, repetirlo en la imaginación, verás las historias, y sólo si tienes la paciencia de contarlas una y otra vez {“Je me les raconte et reraconte”) podrás llegar a contarlas bien. Esto, claro está, es lo que hizo durante toda su vida, pero no para convertirse en una artista, ni siquiera para convertirse en una de esas viejas y sabias relatoras profesionales de cuentos que hallamos en sus libros. Sin repetir la vida en la imaginación no se puede estar del todo vivo, la “falta de imaginación” impide que las personas “existan”. “Sé leal a la historia”, tal como una de sus relatoras le advierte a la joven, “sé eterna y constantemente leal a la historia”; esto no significa otra cosa que: sea leal a laxada, no crees la ficción sino acepta lo que la vida te da, demuestra que mereces lo que sea recordándolo y analizándolo, repitiéndolo en tu imaginación; ésta es la forma de mantenerse con vida. Y vivir en el sentido de estar plenamente viva fue desde un principio y siguió siéndolo hasta el final su único objetivo y deseo. “Vida, no te dejaré ir a menos que me bendigas, sólo entonces te dejaré ir”. La recompensa de relatar historias es poder dejar ir. “Cuando el relator es leal... a la historia, allí, en el final, hablará el silencio. Allí donde se ha traicionado la historia, el silencio no es otra cosa que vado. Pero nosotros, los fieles, cuando hemos dicho nuestra última palabra, oiremos la voz del silencio”. Para ello, sin lugar a dudas, se requiere habilidad, y en este sentido el hecho de relatar historias no sólo es parte de la vida sino que puede convertirse en un arte por derecho propio. Para convertirse en artista también se necesita tiempo y una cierta separación de la tarea impetuosa e intoxicante del mero hecho de vivir que, quizá, sólo el artista nato pueda lograr en medio de la vida. De todas formas, en el caso de esta escritora, una gruesa línea divide su vida de su vida posterior como autora. Sólo cuando perdió lo que había constituido su vida, su hogar en Africa y su amante, cuando regresó a Rungstedlund con un completo "fracaso” y nada en sus manos excepto el dolor, la tristeza y los recuerdos, pudo convertirse en artista y en el “éxito" que de otra forma jamás hubiese logrado ser: “A Dios le encantan las bromas", y las bromas divinas, tal como los griegos bien lo sabían, suelen ser crueles. Lo que hizo ella entonces fue único en la literatura contemporánea a pesar de que podría comparárselo con algunos escritores del siglo XIX (se me ocurren en particular las anécdotas y los cuentos de Heinrich Kleist y algunos cuentos que Johann Peter Hebel, en especial Unverhofftes Wiedersehen. Eudora Welty lo definió en forma definitiva en una frase corta de extrema precisión: “Ella hacía una esencia de una historia; un elixir de una esencia; y a partir del elixir comenzaba una vez más a componer la historia".
Rosa Luxemburgo
En el hotel Eden de Berlín, el soldado Runge le destroza el cráneo y la cara a culatazos; otro militar, también al servicio del capitán Pabst, la remata de un tiro en la nuca. Atan su cadáver a unos sacos con piedras para que pese y no flote, y es arrojado a uno de los canales del río Spree, cerca del puente Cornelio. No aparecerá hasta dos semanas después. El Gobierno del socialdemócrata Friedrich Ebert acababa así con la vida de Rosa Luxemburgo (RL), la más importante dirigente marxista de la historia, antigua militante del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), la líder más significativa de la Liga Espartaquista y fundadora del Partido Comunista de Alemania.
Unos minutos antes, los mismos personajes habían asesinado al principal compañero de RL en su larga marcha. Karl Liebknecht, el único parlamentario que en primera instancia (año 1914) votó en el Reichstag (Parlamento) en contra de los créditos de guerra para financiar la presencia de Alemania en la Primera Guerra Mundial, iba a ser trasladado a la cárcel desde el mismo hotel, pero antes de abandonar el local donde había sido interrogado le dan dos culatazos que lo dejan aturdido y se desmaya; arrastrado hasta un automóvil, es trasladado al Tiergarten, el gran parque berlinés, donde es rematado a sangre fría con disparos de pistola y abandonado en el suelo hasta que alguien lo encuentra. “Intento de fuga”, dirá la nota oficial; la de Luxemburgo rezará: “Linchada por las masas”.
¿Quiénes fueron los autores intelectuales del asesinato? El protagonista material fue el capitán Pabst (quien décadas más tarde, en 1962, protegido por la prescripción del delito, habló abiertamente de lo sucedido) y su escuadrón de la muerte, pero —según el historiador Haffner— no actuaron como simples ejecutores que obedecían con indiferencia una orden, sino como autores voluntarios y convencidos de lo que hacían. La prensa burguesa y socialdemócrata difundió sin pudor sucesivas incitaciones al asesinato, mientras que los responsables socialdemócratas —Ebert, Noske, Scheidemann…— miraban hacia otro lado y permanecían callados.
RL no llegó a cumplir los 50 años. Nacida en la Polonia rusa en el año 1871 en el seno de una familia judía, pronto se dio cuenta de que la lucha por su ideario marxista sería muy reducida si se quedaba en su país y que para tener influencia debía traspasar la frontera de Alemania, donde existía el Partido Socialdemócrata (SPD) más fuerte del mundo. Para ser ciudadana alemana legal, firmó un matrimonio de conveniencia con un socialista alemán, lo que le dio derecho a la nacionalidad de ese país. A partir de ese momento, Alemania fue su principal campo de acción. En el seno de la socialdemocracia y de la Segunda Internacional, aunó teoría (multitud de artículos y libros muy importantes) y praxis (intervención en congresos, debates con muchos de los popes del marxismo —su amigo Franz Mehring la definió como “la mejor cabeza después de Marx”—, clases en la escuela de formación del partido…). En cambio, no tenía dotes organizativas. Su presencia física era una mezcla de fuerza y de ternura, de decisión y de prudencia, dicen sus biógrafos. Un dirigente judío la describe del siguiente modo: “Rosa era pequeña, con una cabeza grande y rasgos típicamente judíos, con una gran nariz, un andar difícil, a veces irregular debido a una ligera cojera. La primera impresión era poco favorable, pero bastaba pasar un momento con ella para comprobar qué vida y qué energía había en esa mujer, qué gran inteligencia poseía, cuál era su nivel intelectual”.
Esa Rosa Luxemburgo, asesinada por los soldados prusianos, más que posiblemente con la complicidad activa o pasiva de sus antiguos compañeros socialdemócratas, fue despedida en su entierro por su amiga Clara Zetkin (otra espartaquista) con las siguientes palabras: “En Rosa Luxemburgo, la idea socialista fue una pasión dominante y poderosa del corazón y del cerebro; una pasión verdaderamente creativa que ardía incesantemente. (…) Rosa fue la afilada espada, la llama viviente de la revolución”.
https://elpais.com/cultura/2019/01/11/actualidad/1547209310_525215.html
sábado, 28 de marzo de 2020
LEE BROWER
Creo que todas las personas atraviesan momentos en los que dicen: «Las cosas no van bien» o «Las cosas van mal». Una vez, cuando estaban pasando algunas cosas en mi familia, encontré una piedra, me senté, la tomé en mi mano y dije: «Cada vez que toque esta piedra voy a pensar en algo por lo que pueda dar gracias».
Cada mañana cuando me levanto, lo cojo del vestidor, me la pongo en el bolsillo y paso revista a todas las cosas por las que estoy agradecido. Por la noche, ¿qué es lo que hago? Vacío el bolsillo y allí está de nuevo. He tenido algunas experiencias sorprendentes con esta idea.
Un surafricano me vio sacar la piedra del bolsillo. Me preguntó: «¿Qué es esto?» Se lo expliqué y empezó a llamarla la piedra de la gratitud. Al cabo de dos semanas recibí un e-mail suyo desde Sudáfrica, donde me decía: «Mi hijo se está muriendo debido a una rara enfermedad. Se trata de un tipo de hepatitis. ¿Podrías enviarme tres piedras de gratitud?» Las anteriores eran piedras normales que había encontrado por ahí, y le respondí: «Por supuesto».
Pero esta vez tenía que asegurarme de que fueran muy especiales, así que me fui a un río, escogí tres piedras adecuadas y se las envié.
Cuatro o cinco meses más tarde volví a recibir un e-mail, diciéndome: «Mi hijo está mejor, está de maravilla. Pero has de saber una cosa. Hemos vendido casi un millar de piedras de la gratitud a diez dólares cada una y hemos dedicado todo ese dinero a obras benéficas. Muchas gracias».
Es muy impresionante tener una «actitud de gratitud».
Cada mañana cuando me levanto, lo cojo del vestidor, me la pongo en el bolsillo y paso revista a todas las cosas por las que estoy agradecido. Por la noche, ¿qué es lo que hago? Vacío el bolsillo y allí está de nuevo. He tenido algunas experiencias sorprendentes con esta idea.
Un surafricano me vio sacar la piedra del bolsillo. Me preguntó: «¿Qué es esto?» Se lo expliqué y empezó a llamarla la piedra de la gratitud. Al cabo de dos semanas recibí un e-mail suyo desde Sudáfrica, donde me decía: «Mi hijo se está muriendo debido a una rara enfermedad. Se trata de un tipo de hepatitis. ¿Podrías enviarme tres piedras de gratitud?» Las anteriores eran piedras normales que había encontrado por ahí, y le respondí: «Por supuesto».
Pero esta vez tenía que asegurarme de que fueran muy especiales, así que me fui a un río, escogí tres piedras adecuadas y se las envié.
Cuatro o cinco meses más tarde volví a recibir un e-mail, diciéndome: «Mi hijo está mejor, está de maravilla. Pero has de saber una cosa. Hemos vendido casi un millar de piedras de la gratitud a diez dólares cada una y hemos dedicado todo ese dinero a obras benéficas. Muchas gracias».
Es muy impresionante tener una «actitud de gratitud».
C G Jung
Una persona es un proceso psíquico al que no domi-
na, o sólo parcialmente. Por eso no puede dar un juicio fi-
nal de sí misma ni de su vida. Para ello tendría que saber
todo lo que la concierne, pero a lo más que llega es a figu-
rarse que lo sabe. En el fondo, uno nunca sabe cómo ha
ocurrido nada. La historia de una persona tiene un co-
mienzo, en cualquier punto del que uno se acuerda, pero
ya entonces era muy complicado. Uno no sabe adonde va
a parar la vida. Por esto el relato no tiene comienzo, y la
meta sólo se puede indicar aproximadamente.
La vida del hombre es un intento arriesgado. Sólo
cuantitativamente se le puede considerar como un fenó-
meno prodigioso. Es tan efímero, tan insuficiente, que es
un milagro que pueda existir algo y desarrollarse. Esto me
impresionó ya cuando era estudiante de medicina, y me
pareció que sería un milagro no morir prematuramente.
La vida se me ha aparecido siempre como una planta
que vive de su rizoma. Su vida propia no es perceptible, se
esconde en el rizoma. Lo que es visible sobre la tierra dura
sólo un verano. Luego se marchita. Es un fenómeno efí-
mero. Si se medita el infinito devenir y perecer de la vida
y de las culturas se recibe la impresión de la nada absolu-
ta; pero yo no he perdido nunca el sentimiento de algo que
vive y permanece bajo el eterno cambio. Lo que se ve es
la flor, y ésta perece. El rizoma permanece.
martes, 24 de marzo de 2020
Giorgio Nardone
Su práctica establece métodos para el tratamiento de patologías como los trastornos alimentarios y los fóbico-obsesivos. ¿Nuestra sociedad es cada vez más fóbica?
–Sí. Los ataques de pánico están mucho más evolucionados. Se ha creado la ilusión de poder controlarlo todo y, en particular, la salud. Por desgracia, esta ilusión se ha venido abajo, porque la medicina ha fallado en el combate contra ciertas enfermedades. Esto provoca una crisis de confianza sobre el control de ciertas cosas y, cuando esta se pierde, llega el miedo...
–Que es el resorte de los ataques de pánico…
–Así es. Las personas, además, tenemos otra ilusión: que a través de la razón podemos controlar todas las reacciones. Sin embargo, cuanto más intentamos controlar de forma racional el miedo –que es irracional–, más se alimenta. El miedo no pasa por la razón sino que sigue unos mecanismos periféricos mucho más veloces o a través del paleoencéfalo, la parte más primitiva del cerebro. Por eso, si tratamos de inhibir el miedo con la razón, lo alimentamos, es un efecto paradójico.
–Pero una dosis de miedo es útil para sobrevivir. ¿Cómo sabemos cuándo el miedo es sano?
–En un ataque de pánico, primero se activa un miedo sano: una reacción a un estímulo que parte del paleoencéfalo y que es velocísima. Luego llega la reacción de la mente moderna, que busca inhibir esa sensación; y, en ese choque, se crean las emociones. Cuando ese miedo no nos deja avanzar, hay que actuar. Una técnica es la teoría de la “peor fantasía”: el paciente debe aumentar su miedo mentalmente, de forma voluntaria, para así amortiguarlo. Es una paradoja pero funciona.
–En un ataque de pánico, primero se activa un miedo sano: una reacción a un estímulo que parte del paleoencéfalo y que es velocísima. Luego llega la reacción de la mente moderna, que busca inhibir esa sensación; y, en ese choque, se crean las emociones. Cuando ese miedo no nos deja avanzar, hay que actuar. Una técnica es la teoría de la “peor fantasía”: el paciente debe aumentar su miedo mentalmente, de forma voluntaria, para así amortiguarlo. Es una paradoja pero funciona.
Mark Manson
Era 1962 y había mucho ruido sobre un grupo emergente de Liverpool,
Inglaterra. Dicha agrupación tenía cortes de cabello graciosos y un nombre aún
más simpático, pero su propuesta musical era innegablemente buena y la
industria de la música por fin se daba cuenta de ello.
Lo integraban John, el cantante principal y compositor; Paul, el bajista
romántico con cara de niño, y George, el guitarrista rebelde. Luego se les unió el
baterista.
Él estaba considerado como el más guapo del grupo, todas las niñas se
volvían locas por él y su rostro fue el primero que empezó a aparecer en las
revistas. Él también era el miembro más profesional del grupo. No le entraba a
las drogas. Tenía una novia seria. Incluso gente bien, de esa de traje y corbata,
creía que él debía ser la cara de la banda, no John o Paul.
Su nombre era Pete Best. Y en 1962, después de lograr su primer contrato de
grabación, los otros tres miembros de los Beatles silenciosamente se reunieron y
le pidieron a su representante, Brian Epstein, que lo despidiera. Epstein sufrió
con la decisión, Pete le caía bien, así que la fue aplazando, con la esperanza de
que los otros tres chicos cambiaran de opinión.
Meses posteriores, unos tres días después de haberse iniciado la grabación de
su primer álbum, Epstein finalmente llamó a Best a su oficina. Ahí, el
representante, sin grandes ceremonias, le pidió que se largara y encontrara otra
banda. No le dio razones, explicaciones ni condolencias, sólo le dijo que los
otros tipos lo querían fuera del grupo, así que, bueno, pues mucha suerte.
Como reemplazo, la banda invitó a un bicho raro llamado Ringo Starr. Ringo
era mayor y tenía una nariz chistosa y enorme. Aceptó usar el mismo corte
horrible de cabello que John, Paul y George e insistió en escribir canciones sobre
pulpos y submarinos. Los otros dijeron: “Al carajo, ¿por qué no?”
En los seis meses que siguieron al despido de Best, la beatlemanía estalló, y
las caras de John, Paul, George y del Pete Ringo se convirtieron —posiblemente
— en las más famosas del planeta.
Mientras tanto, Best se sumió de manera comprensible en una profunda
depresión y dedicó mucho tiempo a hacer lo que cualquier inglés hará si le das
una razón: beber.
El resto de los años sesenta no fue amable con Pete Best. Para 1965 ya había
demandado a dos de los Beatles por calumnia y todos sus otros proyectos
musicales fracasaron en forma terrible. En 1968 intentó suicidarse, pero su
madre lo convenció de no hacerlo. Su vida era un naufragio.
Best no tuvo la misma historia de redención que Dave Mustaine. Nunca se
convirtió en una superestrella global ni hizo millones de dólares. Sin embargo,
de varias maneras, Best terminó mejor que Mustaine. En una entrevista en 1994,
dijo: “Estoy más feliz de lo que habría sido con los Beatles”.
¿Qué carajos?
Best explicó que las circunstancias que lo marginaron de los Beatles al final
propiciaron que conociera a su esposa. Y luego su matrimonio lo llevó a tener
hijos. Sus valores cambiaron. Pete empezó a evaluar su vida de manera
diferente. La fama y la gloria hubieran sido agradables, seguro, pero él decidió
que lo que ahora tenía era más importante: una familia grande y unida, un
matrimonio estable, una vida sencilla. Incluso llegó a dar conciertos como
baterista; realizó giras por Europa y grabó discos hasta bien entrados los años
dos mil. Entonces, ¿qué perdió? Solamente mucha atención y adulación, pero lo
que ganó significó mucho más para él.
Estas historias sugieren que algunos valores y parámetros son mejores que
otros. Algunos llevan a buenos problemas que son fácil y regularmente resueltos.
Otros conducen a problemas malos que no son ni fácil ni regularmente resueltos.
John Muir
John Muir es un fino observador de los animales de la sierra. Los lectores interesados en la botánica y la zoología disfrutarán mucho. No en vano hay un número nada despreciable de animales y plantas que llevan su nombre. Desde la simpática ardilla Douglas al terrible oso (no se pierdan la entrada del 21 de julio, en la que Muir se encuentra cara a cara con un oso y casi acaba siendo su almuerzo), todos los animales que salen a su paso en la sierra encuentran alabanza en el diario. No puede sentir la misma admiración, sin embargo, ante las ovejas que pastorean en la sierra, contra las que dirige todo tipo de dardos y a las que siente como un animal al que no se ha dotado de la más mínima inteligencia. Estúpido es el adjetivo más habitual empleado por Muir para referirse a ellas, cuando no las llama langostas con patas por su incontrolable apetito. Resultan oscuramente cómicos algunos de los pasajes dedicados a escarnecer a estas indefensas ovejas hambrientas: “El cerebro de la oveja ha de ser de un material muy pobre. (…) A una oveja apenas puede llamársela animal: hace falta un rebaño entero para hacer un individuo poco menos que estúpido.” También tienen mucho interés, y resultan curiosos desde la perspectiva contemporánea, los apuntes del diario dedicados a la población india que habitaba de manera aún libre el parque de Yosemite. Uno de mis favoritos es aquel en el que describe la capacidad de los indios para moverse en mágico silencio por el bosque: “Todos los indios parecen haber aprendido ese arte maravilloso de caminar sin ser vistos: se hacen invisibles igual que ciertas arañas que he estado observando (…). Es probable que el poder del indio salvaje para escapar a la observación, incluso cuando hay poco o ningún refugio para esconderse, lo adquiere lentamente en duras lecciones de caza y lucha, mientras trataba de aproximarse a la presa, tomar al enemigo por sorpresa o escapar sano y salvo cuando se veía obligado a retirarse.”
https://www.zendalibros.com/john-muir-persigue-ovejas/
Raúl Gómez Jattin
Prometo no amarte eternamente,
ni serte fiel hasta la muerte,
ni caminar tomados de la mano,
ni colmarte de rosas,
ni besarte apasionadamente siempre.
Juro que habrá tristezas,
habrá problemas y discusiones
y miraré a otras mujeres
vos mirarás a otros hombres
juro que no eres mi todo
ni mi cielo, ni mi única razón de vivir,
aunque te extraño a veces.
Prometo no desearte siempre
a veces me cansaré de tu sexo
vos te cansarás del mío
y tu cabello en algunas ocasiones
se hará fastidioso en mi cara
Juro que habrá momentos
en que sentiremos un odio mutuo,
desearemos terminar todo y
quizás lo terminaremos,
mas te digo que nos amaremos
construiremos, compartiremos.
¿Ahora si podrás creerme que te amo?
Mark Manson
En 1983, un talentoso y joven guitarrista fue echado de su banda de la peor
manera posible. El grupo había logrado cerrar recientemente un contrato con un
sello musical y estaba por grabar su primer álbum. Pero un par de días antes del
inicio de las grabaciones, la agrupación le mostró la puerta al guitarrista, sin
advertencia, sin discusiones, sin dramas; literalmente lo despertaron un día con
el boleto de autobús de regreso a casa.
Durante su trayecto de Nueva York a Los Ángeles, el guitarrista se
preguntaba a sí mismo: “¿Cómo sucedió esto? ¿Qué hice mal? ¿Qué haré ahora?
Los contratos para un disco no caen exactamente del cielo, en especial para las
bandas metaleras estridentes que recién comienzan”. ¿Había perdido su única
oportunidad?
Para cuando el autobús llegó a Los Ángeles, el músico despedido había
superado su autocompasión y se juró iniciar un nuevo grupo. Decidió que éste
sería tan exitoso, que sus viejos compañeros se arrepentirían por siempre de
haberlo corrido. Se volvería tan famoso que estarían condenados por décadas a
verlo en televisión, escucharlo en la radio, mirarlo en espectaculares por las
calles y en revistas especializadas. Acabarían sus vidas como dependientes en
alguna cadena de comida rápida, llenando camionetas con su mediocre equipo;
se pondrían gordos y borrachos, tendrían esposas horribles mientras él estaría
rockeando en conciertos en vivo, en estadios repletos de gente, transmitidos por
televisión. Se bañaría en el llanto de sus traidores, les secaría cada lágrima con
billetes nuevecitos y crujientes de 100 dólares.
Y así, el guitarrista trabajó como si hubiera sido poseído por un demonio
musical. Dedicó meses a reclutar a los mejores músicos que pudo encontrar,
mucho mejores que sus antiguos colegas. Escribió docenas de canciones y
practicaba con religiosidad. Su ira hirviente avivaba su ambición: la venganza se
convirtió en su musa. En el transcurso de algunos años, su nueva agrupación
logró cerrar un contrato y 12 meses después su primer álbum alcanzó el oro.
El nombre de este guitarrista es Dave Mustaine y el grupo que formó fue la
legendaria banda de heavy metal Megadeth, la cual lograría vender más de 25
millones de álbumes y realizaría varias giras mundiales. Mustaine es hoy
considerado como uno de los músicos más brillantes e influyentes en la historia
de la música de ese género.
Desafortunadamente, la banda de la que lo echaron se llama Metallica, que
ha vendido más de 180 millones de álbumes en el orbe. Dicha agrupación es
considerada por muchos como una de las bandas de rock más grandes de todos
los tiempos.
Por esa razón, en 2003, en una rara e íntima entrevista, un Mustaine con ojos
acuosos admitió que no podía evitarlo, seguía considerándose a sí mismo como
un fracaso. A pesar de todo lo que logró, en su mente siempre sería el chico al
que botaron de Metallica.
Somos monos. Nos creemos muy sofisticados con nuestros hornos tostadores
y zapatos de diseñador, pero sólo somos un grupo de monos finamente vestidos.
Y porque somos monos, de manera instintiva nos medimos a nosotros mismos
contra otros y vivimos para el estatus. La cuestión no es si nos evaluamos contra
otros, en realidad, la pregunta es: ¿bajo qué estándar nos medimos a nosotros
mismos?
Dave Mustaine, tanto si se dio cuenta o no, eligió evaluarse bajo la
perspectiva de si era o no más exitoso y popular que Metallica. La experiencia
de ser botado de su antigua banda resultó tan dolorosa para él que adoptó “el
éxito relativo a Metallica” como el parámetro bajo el cual evaluarse él y su
carrera musical.
A pesar de retomar un evento horrible en su vida y sacarle algo positivo —
como hizo Mustaine con Megadeth—, su elección de aferrarse al éxito de
Metallica como el parámetro sobre el cual definir su vida continuó lastimándolo
décadas después. A pesar de todo el dinero que ha conseguido, todas las
admiradoras y todos los elogios, él aún se consideró un fracaso.
Nuestras medidas son probablemente más
del tipo “No quiero trabajar para un jefe que odio” o “Me gustaría ganar
suficiente dinero para enviar a mi hijo a una buena escuela” o “Sería feliz si no
tuviera que dormir en las calles”. Y bajo estos parámetros, Mustaine es
salvajemente, inimaginablemente, exitoso. Pero bajo sus criterios —“Ser más
popular y exitoso que Metallica” — él es un fracaso.
Raúl Gómez Jattin
Que te vas a acordar Isabel
de la rayuela bajo el mamoncillo de tu patio
de las muñecas de trapo que eran nuestros hijos
de la baranda donde llegaban los barcos de La
Habana cargados de…
Cuando tenías los ojos dorados
como pluma de pavo real
y las faldas manchadas de mango
Qué va
tú no te acuerdas
En cambio yo no lo notaste hoy
no te han contado
Sigo tirándole piedrecillas al cielo
Buscando un lugar donde posar sin mucha fatiga
el pie
Haciendo y deshaciendo figuras en la piel de la
tierra
y mis hijos son de trapo y mis sueños de trapo
y sigo jugando a las muñecas bajo los reflectores
del escenario
Isabel ojos de pavo real
Ahora que tienes cinco hijos con el alcalde
y te paseas por el pueblo con un chofer endomingado
ahora que usas anteojos
cuando nos vemos me tiras un “qué hay de tu vida”
frío en impersonal
Como si yo tuviera eso
Como si yo todavía usara eso
lunes, 23 de marzo de 2020
Mark Manson
Pero cuando te detienes y de verdad lo consideras, los consejos de vida
convencionales —toda esa cantaleta positiva y de autoayuda feliz que
escuchamos todo el tiempo— en realidad se centran en lo que careces, apuntan
exactamente a lo que percibes como tus deficiencias personales, tus fracasos, y
después los acentúa. Aprendes las mejores maneras de hacer dinero porque
sientes que aún no tienes suficiente dinero. Te paras frente al espejo y repites
afirmaciones como “Soy bonita” o “Soy guapo” porque no te sientes lo
suficientemente hermosa o bien parecido. Buscas consejos de cómo mejorar las
relaciones de pareja porque no te sientes suficientemente digno de ser amado.
Haces ridículos ejercicios y te visualizas aún más exitoso porque sientes que aún
no eres suficientemente exitoso.
De manera irónica, esta fijación con lo positivo —lo que es mejor, lo que es
superior— sólo sirve para recordarnos una y otra vez lo que no somos, lo que
nos falta, lo que debimos ser pero fracasamos en convertirnos. Al fin y al cabo,
una persona de verdad feliz no siente la necesidad de pararse frente a un espejo y
recitar hasta el cansancio que es feliz; simplemente lo es.
Hay un dicho en Texas que reza: “El perro más pequeño es el que ladra más
fuerte”. Un hombre seguro de sí mismo no necesita probar que confía en él
mismo. Una mujer rica no siente la necesidad de convencer a nadie de que tiene
dinero. O lo eres o no lo eres. Y si sueñas con algo todo el tiempo, entonces
refuerzas esa misma realidad inconsciente todo el tiempo: no eres o no estás
donde quisieras estar.
Todos, hasta los comerciales en la televisión, quieren hacerte creer que la
clave para una buena vida es un trabajo mejor, un coche más vistoso, una novia
más guapa o un gran patio con alberca para los niños. El mundo está de manera
constante metiéndote en la cabeza que el camino para una vida mejor es más,
más y más: compra más, posee más, haz más, ten más sexo, sé más. Te hallas
permanentemente bombardeado, todo el tiempo, con mensajes de que todo debe
importarte.
Debe importarte poseer una nueva televisión. Debe importarte tener mejores
vacaciones que las de tus compañeros de trabajo. Debe importarte comprar esa
nueva decoración para tu casa. Debe importarte contar con el modelo correcto de
selfie stick.
¿Por qué? Mi opinión es que, mientras más cosas te importen, los negocios
ganan más.
convencionales —toda esa cantaleta positiva y de autoayuda feliz que
escuchamos todo el tiempo— en realidad se centran en lo que careces, apuntan
exactamente a lo que percibes como tus deficiencias personales, tus fracasos, y
después los acentúa. Aprendes las mejores maneras de hacer dinero porque
sientes que aún no tienes suficiente dinero. Te paras frente al espejo y repites
afirmaciones como “Soy bonita” o “Soy guapo” porque no te sientes lo
suficientemente hermosa o bien parecido. Buscas consejos de cómo mejorar las
relaciones de pareja porque no te sientes suficientemente digno de ser amado.
Haces ridículos ejercicios y te visualizas aún más exitoso porque sientes que aún
no eres suficientemente exitoso.
De manera irónica, esta fijación con lo positivo —lo que es mejor, lo que es
superior— sólo sirve para recordarnos una y otra vez lo que no somos, lo que
nos falta, lo que debimos ser pero fracasamos en convertirnos. Al fin y al cabo,
una persona de verdad feliz no siente la necesidad de pararse frente a un espejo y
recitar hasta el cansancio que es feliz; simplemente lo es.
Hay un dicho en Texas que reza: “El perro más pequeño es el que ladra más
fuerte”. Un hombre seguro de sí mismo no necesita probar que confía en él
mismo. Una mujer rica no siente la necesidad de convencer a nadie de que tiene
dinero. O lo eres o no lo eres. Y si sueñas con algo todo el tiempo, entonces
refuerzas esa misma realidad inconsciente todo el tiempo: no eres o no estás
donde quisieras estar.
Todos, hasta los comerciales en la televisión, quieren hacerte creer que la
clave para una buena vida es un trabajo mejor, un coche más vistoso, una novia
más guapa o un gran patio con alberca para los niños. El mundo está de manera
constante metiéndote en la cabeza que el camino para una vida mejor es más,
más y más: compra más, posee más, haz más, ten más sexo, sé más. Te hallas
permanentemente bombardeado, todo el tiempo, con mensajes de que todo debe
importarte.
Debe importarte poseer una nueva televisión. Debe importarte tener mejores
vacaciones que las de tus compañeros de trabajo. Debe importarte comprar esa
nueva decoración para tu casa. Debe importarte contar con el modelo correcto de
selfie stick.
¿Por qué? Mi opinión es que, mientras más cosas te importen, los negocios
ganan más.
Si bien es cierto que no hay nada malo en hacer negocios, el problema es que
si todo te importa mucho, es malo para tu salud mental. Lo anterior origina que
te vuelvas demasiado apegado a lo superficial y a lo falso, que dediques tu vida a
perseguir un espejismo de felicidad y satisfacción. La clave para una buena vida
no es que te importen muchas cosas; es que importen menos, para que en
realidad te importe lo que es verdadero, inmediato y trascendente.
te vuelvas demasiado apegado a lo superficial y a lo falso, que dediques tu vida a
perseguir un espejismo de felicidad y satisfacción. La clave para una buena vida
no es que te importen muchas cosas; es que importen menos, para que en
realidad te importe lo que es verdadero, inmediato y trascendente.
domingo, 22 de marzo de 2020
Jung
J. W. Dunne , informa sobre un sueño muy significativo que tuvo en la primavera de 1902, cuando estaba en la guerra de los Boers. Le parecía que se encontraba en una montaña volcánica. Era una isla, con la que él ya había soñado antes, y se asustó por la erupción catastrófica del volcán (como Krakatoa). Aterrado, quiso salvar a los cuatro mil habitantes del lugar. Intentó que los oficiales franceses de los alrededores movilizaran todos los barcos disponibles para proceder a la evacuación. En ese momento el sueño empezó a desarrollar motivos típicos de las pesadillas, premura, persecución, el no llegar a tiempo y durante todo el tiempo rondaban estas palabras: «Cuatro mil personas morirán, al menos…». Unos días después, Dunne recibió junto con su correspondencia un ejemplar del Daily Telegraph y sus ojos cayeron sobre los siguientes titulares:
DESASTRE VOLCÁNICO EN MARTINICA
Ciudad Arrasada
Una Avalancha de Llamas
Probable Pérdida de más de 40 000 Vidas
El sueño no tuvo lugar en el momento de la catástrofe real, sino cuando el periódico estaba ya en camino hacia él con las noticias. Al leerlo, en lugar de leer 40 000 leyó 4000. Hasta cincuenta años después, cuando copió el artículo, no descubrió el error. Su conocimiento inconsciente había cometido, al leer, el mismo error que él.
Jung
Me gustaría citar otro caso que es típico de una gama de sucesos. La esposa de uno de mis pacientes, ya cincuentón, me contó una vez que, a la muerte de su madre y de su abuela, se reunió una banda de pájaros por fuera de las ventanas de la cámara mortuoria. Yo había oído ya a otras personas historias similares. Cuando el tratamiento de su marido estaba tocando a su fin, por estar curado de su neurosis, le aparecieron unos síntomas, aparentemente inocuos, que, sin embargo, me parecieron típicos de una enfermedad de corazón. Lo mandé a un especialista que, después de examinarlo, me confirmó por escrito que no encontraba ningún motivo de alarma. Al volver de la consulta, con el informe médico en su bolsillo, mi paciente sufrió un colapso en la calle. Cuando lo llevaban moribundo a casa, su mujer se encontraba ya angustiada porque, poco después de que su marido se fuera al médico, una bandada de pájaros se posó en su casa. Ella, lógicamente, recordó lo que había sucedido a la muerte de sus propios parientes, y temió lo peor. Aunque yo conocía personalmente a las personas afectadas y sé muy bien que los hechos aquí relatados son ciertos, no pienso ni por un momento que esto haga que quien considere tales hechos como mera «casualidad» cambie de opinión. Mi único objetivo al contar estos dos casos es simplemente dar alguna indicación de cómo las coincidencias significativas se dan a veces en la vida real.
Alex Rovira
«Quien no conoce nada, no ama nada. Quien no puede hacer nada, no comprende nada. Quien nada comprende, nada vale. Pero quien comprende también ama, observa y ve... Cuanto mayor es el conocimiento, más grande es el amor». ¡Qué gran verdad! Hay un lazo poderoso entre la sabiduría, el amor y la alegría del que surgen la evolución y el sentido. Y esto es así porque el amor nos impulsa a saber, a comprender: nos despierta la curiosidad. Y al saber, nos maravillamos y admiramos, nos sorprendemos, y es entonces cuando surge la alegría como síntoma natural del feliz aprendizaje. Además, querido amigo, quien ama anhela conocer mejor el objeto amado, profundizar en él. Dado que cuanto más sabemos de aquello que amamos, mayor es nuestro amor, más crece. El lazo que une conocimiento y amor es la alegría
jueves, 19 de marzo de 2020
Slavoj Zizek
Slavoj Zizek, uno de los más ardientes críticos del sistema capitalista y de las "ideologías" sobre las que se apuntala, ha escrito una columna sobre el coronavirus para el sitio Russia Today, buena parte de la cual ha sido traducida en este artículo en Medium.
Zizek apunta a que el coronavirus ha destapado la realidad insostenible de otro virus que infecta a la sociedad: el capitalismo. Mientras que muchas personas mueren, la gran preocupación de los estadistas y empresarios es el golpe a la economía, la recesión, la falta de crecimiento del producto interno bruto y cosas por el estilo.
Este colapso económico se debe a que la economía está basada fundamentalmente en el consumo y en la persecución de valores propugnados por la visión capitalista, como la riqueza material. Pero esto no tendría que ser así, no tendría que haber una tiranía del mercado. Zizek sugiere que el coronavirus presenta también la oportunidad de tomar conciencia de los otros virus que se esparcen por la sociedad desde hace mucho tiempo y de reinventar la misma:
La actual expansión de la epidemia de coronavirus ha detonado las epidemias de virus ideológicos que estaban latentes en nuestras sociedades: noticias falsas, teorías conspirativas paranoicas y explosiones de racismo.
La bien fundamentada necesidad médica de establecer cuarentenas hizo eco en las presiones ideológicas para establecer límites claros y mantener en cuarentena a los enemigos que representan una amenaza a nuestra identidad. Pero tal vez otro –y más beneficioso– virus ideológico se expandirá y tal vez nos infecte: el virus de pensar en una sociedad alternativa, una sociedad más allá de la nación-Estado, una sociedad que se actualice como solidaridad global y cooperación.
Zizek considera que se puede comparar lo que está sucediendo con un famoso golpe asesino de la película Kill Bill, conocido como "técnica del corazón explosivo", con el que la persona que lo recibe aún puede seguir sus actividades por un tiempo, beber una copa de vino, tener una conversación, etc., aunque pronto inevitablemente su corazón explotará y morirá: "Mi modesta opinión sobre la realidad es mucho más radical: la epidemia de coronavirus es una forma especial de ‘técnica del corazón explosivo’ en el sistema global capitalista, un síntoma de que no podemos seguir en el camino que hemos seguido hasta ahora, se necesita ese cambio".
Zizek nota varias paradojas. Mientras que el coronavirus nos obliga a aislarnos, también "nos obliga a re-inventar el comunismo basándonos en la confianza en las personas y la ciencia".
El filósofo cree que es necesario un nuevo entendimiento del comunismo y habría que precisar, sobre todo, de la comunidad. Otra paradoja, aunque quizá también una especie de hipérbole trágica –si bien posiblemente redentora– es que en la era en la que el ser humano se encuentra más aislado, ahora deberá aislarse todavía más; en el tiempo en el que más necesita contacto humano real y no meramente virtual, ahora parece que el contacto físico será tabú.
Pero quizá de este aislamiento surgirán nuevos valores y se reafirmará la importancia de la comunidad, la convivencia y la intimidad. Lo que es indudable es que es un tiempo de reflexión, un tiempo en el que hay menos ruido y por lo tanto, la posibilidad de mayor claridad.
via pijamasurf
Julio Cortazar
Mi nacimiento (en Bruselas) fue un producto del turismo y la diplomacia", así describió Julio Cortázar su nacimiento el 26 de agosto de 1914, porque su padre era funcionario de la embajada de argentina en Bélgica.
Hasta los cuatro años residió en Europa; después, sus padres -que eran argentinos- decidieron regresar a su país.
Desde pequeño, Cortázar vivió entre libros pues, debido a que tuvo una salud un poco delicada, pasó mucho tiempo en cama.
Alguna vez, diría: "Pasé mi infancia en una bruma de duendes, de elfos, con un sentido del espacio y del tiempo diferente al de los demás".
En medio de múltiples trabajos y viajes, Cortázar escribió una gran cantidad de cuentos, novelas, ensayos, poemas (o pameos y meopas) y prosa poética.
Entre sus obras más conocidas están Historias de Cronopios y Famas, Rayuela, El final del Juego, 62 modelo para armar, El último round, La vuelta al día en 80 mundos, entre otras.
http://julicocartazar.blogspot.com/2015/11/curiosidades-y-anecdotas-de-julio.htmlmiércoles, 18 de marzo de 2020
Walt Whitman
Había una vez un niño que salía todos los días,
Y el primer objeto que miraba era el objeto en que se convertía,
Y aquel objeto se volvía parte de él por todo el día o por cierta parte del día,
O por muchos años o ciclos prolongados de años.
Las lilas tempranas se volvieron parte de este niño,
Y el pasto y las blancas y rojas maravillas, y el trébol blanco y rojo, y el canto del frailecillo,
Y los corderos del tercer mes, y la cría rosa pálido de la marrana, y el potro de la yegua y el ternero de la vaca,
Y la ruidosa cría del corral lo cerca del fangal de la laguna,
Y los peces que tan curiosamente se suspenden allá abajo, y el bello y curioso líquido,
Y las plantas acuáticas con sus cabezas gráciles y planas, todos se volvían parte de él.
Los renuevos del campo en el Cuarto y en el Quinto mes se volvían parte de él.
Los renuevos del grano de invierno y los del maíz amarillo claro, y las raíces comestibles del jardín,
Y los manzanos cubiertos de capullos y de fruta después, y las bayas del bosque, y las malezas más comunes del camino,
Y el viejo ebrio tambaleándose camino de casa desde la accesoria de la taberna de donde salió poco antes,
Y la maestra de escuela que pasó camino de la escuela,
Y los niños amigos que pasaron, y los niños pendencieros,
Y las limpias niñas de frescas mejillas, y el chico y la chica negros y descalzos,
Y todos los cambios del campo y de la ciudad donde quiera que iba…
En casa la madre poniendo silenciosamente los platos de la cena en la mesa,
La madre con mansas palabras, y limpios su toca y su vestido, despidiendo un olor saludable su persona y sus ropas conforme camina,
El padre, fuerte y suficiente, viril, malo, colérico e injusto,
El golpe, la palabra altisonante y pronta, el cicatero negocio, el astuto reclamo.
Las costumbres y el lenguaje familiares, la compañía, los muebles, el corazón, henchido y anhelante,
El afecto que no será negado, el sentido de lo real, la idea de que si fuera a resultar irreal después de todo,
Las dudas del día y de la noche, el curioso si y cómo,
Si lo que así parece es así, ¿o es sólo relámpago y manchas?
Los hombres y mujeres que se apiñan en las calles, ¿si no son destellos y manchas, qué son?
Las calles mismas y las fachadas de las casas, y las cosas en los escaparates,
Vehículos y troncos, los muelles de pesadas tablas, el inmenso cruzar en los embarcaderos,
La aldea en la montaña, vista en el crepúsculo, río de por medio,
Las sombras, la aureola y la niebla, la luz cayendo en los techos y remates blancos o cafés a dos millas de allí,
La goleta cercana deslizándose soñolientamente marea abajo, el pequeño barco perezosamente remolcado a popa,
Las olas que se desploman presurosas, deshechas pronto sus crestas, golpeando,
Los lechos de coloridas nubes, la larga franja color marrón solitaria a lo lejos, la extensión de pureza en que yace inmóvil,
El filo del horizonte, la corneja marina volando, la fragancia de la marisma y del fango de la ribera,
Todos ellos se hicieron parte de aquel niño que salía todos los días, y que ahora sale, y seguirá saliendo siempre todos los días.
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