sábado, 29 de junio de 2024
viernes, 28 de junio de 2024
La idea de que los pobres deberían tener ocio y unas vacaciones de trabajo siempre ha sido impactante para los ricos. A principios del siglo XIX, quince horas era el día normal de trabajo para un hombre; los niños a veces hacían lo mismo, y muy comúnmente hacían doce horas al día. Cuando los entrometidos sugirieron que tal vez estas horas eran bastante largas, se les dijo que el trabajo impedía a los adultos beber y a los niños hacer travesuras. Cuando era niño, poco después de que los trabajadores urbanos adquirieran el voto, ciertos días festivos fueron establecidos por la ley, para la gran indignación de las clases altas. Recuerdo haber oído a una vieja duquesa decir: '¿Qué quieren los pobres con las vacaciones? Deberían trabajar. 'La gente hoy en día es menos franca, pero el sentimiento persiste y es la fuente de gran parte de nuestra confusión económica.
jueves, 27 de junio de 2024
"Creo que ya escribí en mis notas que el amor se parecía mucho a una tortura o a una operación quirúrgica. Pero esta idea puede desarrollarse del modo más amargo. Aunque ambos amantes estuvieran muy enamorados y muy llenos de deseos recíprocos, uno de los dos estará siempre más tranquilo o menos poseído que el otro. Aquél o aquélla es el operador o el verdugo; el otro es el sujeto, la víctima. ¿No escucháis esos suspiros, preludios de una tragedia deshonrosa, esos lamentos, esos gritos, esos estertores? ¿Quién no los ha proferido, quién no los ha arrancado violentamente? ¿Y qué es lo que encontráis peor en estos cuidadosos torturadores? Esos ojos de sonámbulo convulso, esos miembros cuyos músculos saltan y se atirantan como bajo la acción de una pila eléctrica, la borrachera, el delirio, el opio en sus más furiosos efectos no os podrían ofrecer más horrible y curioso ejemplo. Y el rostro humano, que Ovidio creía modelado para reflejar los astros, he aquí que sólo tiene ya una expresión de ferocidad loca, o se distiende en una especie de muerte. Porque yo creería cometer un sacrilegio aplicando la palabra “éxtasis” a esta clase de descomposición."
Charles Baudelaire
miércoles, 26 de junio de 2024
martes, 25 de junio de 2024
Aquel pequeño caracol emprendió la ascensión a un cerezo en un desapacible día de finales de primavera. Al verlo, unos gorriones de un árbol cercano estallaron en carcajadas: «¿no sabes que no hay cerezas en esta época del año?» El caracol, sin detenerse, replicó: «no importa. Ya las habrá cuando llegue arriba».
Al cabo de unos instantes, por más que hizo para evitarlo, reemprendió aquel sombrío diálogo, en el cual era él quien hablaba y él quien escuchaba, diciendo lo que hubiera querido callar y oyendo lo que no hubiera querido oír, cediendo al misterioso poder que le decía: ¡piensa!, igual que le decía hace dos mil años a otro condenado: ¡anda!
Antes de ir más lejos, y para que seamos plenamente comprendidos, insistamos sobre una observación necesaria.
Es cierto que el hombre se habla a sí mismo; no hay ningún ser pensante que no lo haya experimentado. Puede decirse, incluso, que el Verbo no alcanza a ser tan magnífico misterio más que cuando, en el interior del hombre, va del pensamiento a la conciencia y vuelve de la conciencia al pensamiento. Únicamente en este sentido es preciso entender las palabras empleadas a menudo en este capítulo, «dijo», «exclamó». Se dice, se habla, se exclama en la interioridad, sin que sea roto el silencio exterior. Hay un gran tumulto; todo habla en nosotros, excepto la boca. Las realidades del alma, no por no ser visibles ni palpables, son menos realidades.
Victor Hugo
lunes, 24 de junio de 2024
Ya no encuentro las palabras que acallen la furia contenida,
las hojas que empapen el lamento de mis ojos cansados,
«Toda nuestra vida —dijo William James en un prólogo— no es sino una masa de hábitos —prácticos, emocionales e intelectuales— sistemáticamente organizados para bien o para mal, que nos conduce irresistiblemente hacia nuestro destino, sea éste lo que fuere.» James, que murió en 1910, procedía de una familia pudiente. Su padre era un teólogo rico y eminente. Su hermano, Henry, era un escritor brillante y famoso cuyas novelas todavía se estudian en la actualidad. William, a sus 30 años, era el único de la familia que no había conseguido nada. Había sido un niño enfermo. Primero quiso ser pintor, pero se matriculó en la Facultad de Medicina, luego dejó los estudios para ir a una expedición por el río Amazonas. Pero luego tampoco fue. Se castigaba a si mismo en su diario por no ser bueno en nada. Es más, ni siquiera estaba seguro de que pudiera mejorar. En la Facultad de Medicina visitó un hospital psiquiátrico y vio a un hombre que se daba golpes contra la pared. El doctor le explicó que ese paciente tenía alucinaciones. James no le dijo que muchas veces sentía que compartía más cosas con los pacientes que con sus compañeros de carrera. «Hoy, casi he tocado fondo, y percibo claramente que he de enfrentarme a la opción con los ojos abiertos —escribió James en su diario, en 1870, cuando tenía 28 años—. ¿Debo sinceramente lanzar por la borda el tema de la moral, por no ser adecuado para mis aptitudes innatas?» En otras palabras, ¿es el suicidio la mejor opción? Dos meses después, James tomó una decisión. Antes de cometer una imprudencia, realizaría un experimento de un año. Pasaría doce meses creyendo que tenía el control sobre sí mismo y sobre su destino, que po— día mejorar,-que- tenía libre albedrío para cambiar. No había pruebas de que fuera cierto. Pero se liberaría para creer que el cambio era posible, aunque todo demostrara lo contrario. «Creo que ayer mi vida estaba en crisis», escribió en su diario. Y respecto a su capacidad para cambiar, escribió: «De momento —hasta el año que viene— voy a suponer que no es una ilusión. Mi primer acto de libre albedrío será creer en el libre albedrío.» En el año siguiente, practicó cada día. Escribía en su diario como si su control sobre si mismo y sus decisiones fueran incuestionables. Se casó. Se puso a dar clases en Harvard; Empezó a frecuentar la compañía de Oliver Wendell Holmes, Ir., que acabaría siendo magistrado de la Corte Suprema, y de Charles Sanders Peirce, pionero en el estudio de la semiótica, en un grupo de debate al que bautizaron como el Club de la Metafísica. A los dos años de haber escrito aquello en su diario, Iames envió una carta al filósofo Charles Renouvier, que había hablado extensamente sobre el libre albedrío. «No quiero dejar pasar esta oportunidad para comunicarle la admiración y gratitud que ha suscitado en mí la lectura de sus Essais —escribió Iames—. Gracias a usted, tengo por primera vez un concepto inteligible y razonable de la libertad... Puedo decir que a través de esa filosofía estoy empezando a experimentar un renacer de la vida moral; y puedo asegurarle, señor, que no es una nimiedad.» Posteriormente escribiría su famoso ensayo donde dice que la voluntad de creer es el ingrediente más importante para creer en el cambio. Y que uno de los métodos más importantes para crear esa creencia son los hábitos. Los hábitos son lo que nos permite «hacer algo con dificultad por primera vez, pero pronto lo hacemos más veces y con más facilidad, hasta que al final, con la suficiente práctica, lo hacemos medio mecánicamente, o casi sin ser conscientes en absoluto». Cuando elegirnos quiénes queremos ser, las personas nos desarrollamos «del modo en que nos hemos estado ejercitando, del mismo modo que una hoja de papel arrugada o un abrigo doblado, tienden a doblarse siempre por los mismos pliegues». Si crees que puedes cambiar —si lo conviertes en un hábito“, el cambio se hace realidad. Éste es el verdadero poder del hábito: la idea de que nuestros hábitos son lo que elegimos que sean. Una vez que hemos elegido w—y se vuelven automáticos, habituales—, no sólo es real, sino que empieza a ser inevitable —como escribió Iames— aquello que nos conduce «irresistiblemente hacia nuestro destino, sea éste 10 que fuere». La forma en que pensamos habitualmente sobre nuestro entorno y sobre nosotros mismos crea los mundos en que vivimos. «Hay dos peces jovencitos que nadan juntos y se encuentran con un pez mayor que ellos que nada en sentido contrario; al cruzarse les hace una señal con la cabeza para saludarles y les dice: “Buenos días, chicos. ¿Cómo está el agua?” -——contó el escritor David Foster Wallace a una clase de graduados en 2005—. Y los dos pececitos nadan un poco más, hasta que al final, uno de ellos mira al otro y le dice: “¿Qué diablos es el agua?”» El agua —los hábitos y los patrones— son las opciones inconscientes y las decisiones invisibles que nos rodean a diario. Las cuales, por el mero hecho de contempladas, se vuelven visibles. Y cuando algo se hace visible, está bajo nuestro control. A lo largo de su vida William James escribió sobre los hábitos y su función principal para crear felicidad y éxito. Al final dedicó todo un capítulo de su obra maestra Principios de psicología a este tema. El agua, dijo, es la mejor analogía para el funcionamiento de los hábitos. El agua «cava un canal para sí misma, que se ensancha y se hace más profundo; y, cuando ha dejado de fluir, y vuelve a hacerlo de nuevo, reanuda el camino que ella misma había trazado antes».
Tú sabes cómo rehacer ese camino. Ahora ya puedes nadar
Charles Duhigg
sábado, 22 de junio de 2024
Cuando alguien pregunta para qué sirve la filosofía, la respuesta debe ser agresiva ya que la pregunta se tiene por irónica y mordaz. La filosofía no sirve ni al estado ni a la iglesia, que tienen otras preocupaciones. No sirve a ningún poder establecido. La filosofía sirve para entristecer. Una filosofía que no entristece o no contraría a nadie no es una filosofía. Sirve para detestar la estupidez, hace de la estupidez una cosa vergonzosa. Sólo tiene este uso: denunciar la bajeza del pensamiento bajo todas sus formas. ¿Existe alguna disciplina, fuera de la filosofía, que se proponga la crítica de todas las mistificaciones, sea cual sea su origen y su fin? Hacer del pensamiento algo agresivo, activo y afirmativo. Hacer hombres libres, es decir, hombres que no confundan los fines de la cultura con el provecho del Estado, la moral o la religión. Combatir el resentimiento, la mala conciencia, que ocupan el lugar del pensamiento. Vencer lo negativo y sus falsos prestigios. ¿Quién, a excepción de la filosofía, se interesa por todo esto?
Yo que fui del amor ave de paso
viernes, 21 de junio de 2024
En el tercer día del año 47 antes de Cristo, ardió la biblioteca más famosa de la antigüedad.
“There must be another life, she thought, sinking back into her chair, exasperated. Not in dreams; but here and now, in this room, with living people. She felt as if she were standing on the edge of a precipice with her hair blown back; she was about to grasp something that just evaded her. There must be another life, here and now, she repeated. This is too short, too broken. We know nothing, even about ourselves.”
― Virginia Woolf, The Years
jueves, 20 de junio de 2024
Sí, los pinceles, la pluma, las notas son armas muy poderosas. Por eso, en muchos regímenes dictatoriales, lo primero que se hace es censurar y eliminar y prohibir cosas. Bueno, no sé, ejemplos, ¿qué ejemplos poner? No lo sé, podríamos poner mil ejemplos. 9
El ‘Guernica’ de Picasso. ¿Qué más puedes decir? ¿Qué más puedes explicar sobre los horrores de la guerra? ¿Qué más puedes hacer para denunciar la guerra que pintar el ‘Guernica’? No se puede hacer nada. 5
En Auschwitz, en el campo de concentración en Polonia, en ‘Auschwitz-Birkenau’, incluso en ese lugar tan horrible, había gente que pintaba, había gente que conseguía pintar. Había una artista, que se llamaba… Mujer, Halina Olomucki. Mengele, el doctor Mengele, ese que hacía experimentos con la gente, la conoció en el campo de Theresienstadt, otro campo de concentración. Vio que ella pintaba maravillosamente bien porque ella estaba pintando unas escenas de Blancanieves en el barracón de los niños pequeños para que los niños pequeños tuvieran algo con que distraerse. Mengele la cogió y le dijo: “Usted va a venir conmigo a Auschwitz”, para que ella pintara a los gitanos antes de que él experimentara con ellos y, naturalmente, antes de que él los eliminara y los exterminara.
Bueno, esos retratos de los romaníes, de los gitanos, que hizo Halina Olomucki son el único testigo que existe de esa raza eliminada durante ese período en ‘Auschwitz-Birkenau’. ¿Qué más se puede decir? Así que: pinceles, notas, todo eso es lo más poderoso porque trasciende, porque queda para siempre. Las pinturas de Halina Olomucki en el campo de concentración de Auschwitz quedan para siempre. El ‘Guernica’.
Ramón Gener
Además de enseñar las asignaturas a través de la vida real, hay que enseñar vida a través de las asignaturas. No es importante el concepto “rectángulo” si te ha amargado la vida. Yo creo que es importante que a través del rectángulo tú seas más listo y mejor persona. Hace tiempo yo entré en un aula y les dibujé a los niños, muy pequeñitos, un rectángulo. Y cuando dibujo el rectángulo me dicen los niños: “Te faltan los ojos, y la nariz, y la boca”. Y cantaron todos: “El rectángulo tiene ojos, el rectángulo tiene orejas, el rectángulo tiene nariz, el rectángulo es feliz”. Y yo callado. “Nos la enseñó Aurora. Nos la enseñó Aurora”. Yo callado, yo no quise investigar con Aurora. No. Yo les escuchaba atentamente. Pero, mira, yo tenía dos opciones. Opción A: decirles claramente que Aurora estaba equivocada, que el rectángulo no tiene ojos. Escucha, no. Y menos orejas. Es la opción A, y además también les iba a decir que “rectángulo” es una palabra que identifica una forma, que la forma es una propiedad de los objetos, que se constituye en los objetos, pero no son los objetos… Qué maravilla. Pero tengo la opción B, la opción B, y la opción B es: “El rectángulo tiene ojos, el rectángulo tiene nariz, el rectángulo es feliz”. Y yo les dije: “Pero eso es una maravilla”. Y entonces me dijeron todos: “¿Te gusta?”. Y digo: “Claro, a ver si me la aprendo, ¿me ayudáis?”. Y yo me aprendí la canción del rectángulo que tenía ojos, que tenía orejas, que era feliz. Y la cantábamos todos. Perfecto. Al día siguiente, yo entré en el mismo aula y les dije: “¿Os acordáis de la canción de…?”. “Sí”. Digo: “Y yo me sé otra”. Dicen: “¿Sí? ¿Tú te sabes otra?”. Digo: “Sí, ¿tú quieres aprenderte mi canción?”. Todos dijeron que sí. ¿Sabes por qué dijeron todos que sí? Porque yo me quise aprender la suya. Por eso ellos querían aprenderse la mía. Es muy difícil, a veces, combinar el ser más listo y mejor persona. Es muy difícil porque, en definitiva, la metodología del respeto debería estar presente en cualquier metodología flexible, eficaz, activa, innovadora, que pudiera intervenir en la educación. Esto es para mí la educación. Hacer la vida más agradable a los demás, y espero que te la haya hecho a ti un poco más.
José Antonio Fernández Bravo
miércoles, 19 de junio de 2024
Me preguntaban cómo era el mar.
“Cuando seas viejo, gris y lleno de sueño,
martes, 18 de junio de 2024
La simple alegría de vivir circula con tal intensidad por las venas de Walt Whitman que anula la posibilidad de cualquier otra clase de sentimiento. ¡Aspirar el aire, qué delicioso! ¡Hablar—andar—asir cualquier cosa! ¡Disponerme para el sueño, para el lecho, para contemplar mi carne rosada! -! ¡Ser este Dios increíble que soy! ] ¡Oh, espiritualidad de las cosas! Yo también canto al sol cuando sale a mediodía o, como ahora, cuando se pone, Yo también me estremezco con el cerebro y con la belleza de la tierra y de todo lo que crece en la tierra, Yo canto, hasta el fin, las igualdades modernas o antiguas, Yo canto los finales infinitos de las cosas, Digo que continúa la Naturaleza, y que continúa la gloria, Yo canto mis alabanzas con voz eléctrica, Pues no veo ni una sola imperfección en el universo, Y no veo, en fin, ni una sola causa o resultado lamentable en el universo.
lunes, 17 de junio de 2024
sábado, 15 de junio de 2024
Rilke tiene razón cuando, en sus Cartas a una joven poeta, observa que la pareja no es el final de la soledad: es más bien el encuentro y la convivencia de «dos soledades que se protegen, se delimitan y se cumplimentan una a otra». No es menos amor, es más amor, insisto, y con frecuencia es más libertad verdadera. No idealicemos a las parejas, pero no idealicemos tampoco la soltería, ni la vida sexual de los solteros, que no siempre es tan satisfactoria, y muchos de nosotros lo sabemos... Lo que yo sé sobre ello me recuerda una bella frase de René Char, en su Lettera amorosa: «Cuán pronto se vería privado el ambicioso que permaneciera incrédulo ante la mujer [o ante el hombre, o ante la pareja], como el abejón que afronta su habilidad cada vez menos espaciosa». De hecho, conozco más solteros que sueñan con vivir en pareja que miembros de una pareja que sueñan con estar solteros. Unos y otros bien saben que vivir juntos, cuando se está enamorado, y por difícil que resulte por momentos, es mejor que vivir solo: porque supone más placer, casi siempre, y a la vez más ternura y erotismo, más amor y humor, dulzura y alegría, más confianza, más compartir, más intercambio, intimidad, sensualidad, verdad... «Pareja que afronta el riesgo», afirma también René Char. Pero sería un riesgo mayor, creo yo, negarse a asumir aquellos riesgos, deleitables y exigentes, de la vida a dos.
jueves, 13 de junio de 2024
Kierkegaard decía que no podía olvidarse de sí mismo ni siquiera al dormir. «Puedo abstraerme de todo menos de mí mismo.» ¿Defecto? ¿Virtud? ¿O, a partir de su mera manifestación filosófica, invitación a trascender el yo, a potenciarlo, a cultivarlo para engrandecerlo y valorarlo en el contacto con los demás? Los demás no son lo de menos. El yo sólo alcanza plenitud cuando sale de sí mismo y crea su vida, a la vez que la habita. El yo en el mundo es como una casa en la que sólo se vive mientras se construye. Y la tarea es interminable. Alcanzamos, con suerte, a darle un valor compartido. Mi subjetividad, mi yo, sólo adquiere valor si se une a la objetividad del mundo exterior a mi yo y al cual me ligo mediante una subjetividad colectiva que llamamos civilización, sociedad, cultura, trabajo.
Pero una vez allí, en el centro de esa estrella que nos da la sensación de plenitud —yo, el mundo y mi subjetividad enriquecida por la sociedad y la cultura a las que mi trabajo enriquece—, todos nos miramos de nuevo en el espejo del yo, miramos allí la vanidad herida, el egoísmo detestable, el reflejo en nosotros mismos de lo que más odiamos en los demás, nos sentimos culpables si cerramos los ojos, quisiéramos suplir el mandato socrático por un absoluto «ignórate a ti mismo», abrimos de nuevo los ojos, nos vemos desnudos en el espejo y reconocemos al cabo lo que más angustiosamente nos identifica, a cada uno en la soledad y a cada uno en la comunión con nuestros semejantes.
Es una hostia amarga. No tiene respuesta. No sabemos qué es el cuerpo. No sabemos qué es el alma. Y nada nos identifica más que la ignorancia de lo que somos. «La manera como el cuerpo se une al alma no puede ser entendida por el hombre y, sin embargo, es el hombre» (San Agustín).
Cuando el periodista Carrizo le hizo la siguiente pregunta:
─Señor Borges, ¿Qué opina de la tauromaquia? ¿Cuál es su concepto sobre la figura del torero?
Borges contestó:
─La tauromaquia es una de las formas vigentes de la barbarie. En cuanto a la figura del torero, creo que es esencialmente un cobarde. Un hombre que con todo un aparato racional de estrategias, entrenamientos, armas, estocadas practicadas, clases y mucho estudio premeditado, se mide frente un animal pasmado por la sorpresa, por la ansiedad; un animal que no tiene otro recurso que los reflejos de su instinto primario. Bajo esa disparidad podemos medir el valor de los toreros. La valentía verdadera no soporta desniveles tan abusivos. Por eso para mí los toreros no son valientes, sino más bien bufones; los bufones de la valentía.
miércoles, 12 de junio de 2024
lunes, 10 de junio de 2024
¿Cuánto le cambia al universo que alguien viva o muera? ¿En qué se modifica el día después? En nada. El cosmos ni siquiera va a advertirlo, pero a lo mejor quienes sí se enterarán son los que compartieron ese universo con nosotros. Hegel dijo que, quizás, la Tierra no fuera más que un cascote inmenso que gira alrededor del Sol, pero que allí habitan unos seres que se preguntan por el sentido de la vida, y eso la hace diferente. El desafío más noble del ser humano será, entonces, vivir de acuerdo con esta idea: da lo mismo que su existencia no tenga sentido para el universo, debe tenerlo para él. Requiere una actitud heroica oponerse a una injusticia que no se podrá vencer y, aun así, presentarle batalla. Por eso me gustan los personajes épicos como El Quijote o Juan Moreira, que enfrentan el peor de los destinos y, sin embargo, sostienen sus ideales con hidalguía.
Gabriel Rolon
sábado, 8 de junio de 2024
« En el fondo podríamos ser como en la superficie», pensó Oliveira, «pero habría que vivir de otra manera. ¿Y qué quiere decir vivir de otra manera? Quizá vivir absurdamente para acabar con el absurdo, tirarse en sí mismo con una tal violencia que el salto acabara en los brazos de otro. Sí, quizá el amor, pero la otherness nos dura lo que dura una mujer, y además solamente en lo que toca a esa mujer. En el fondo no hay otherness, apenas la agradable togetherness . Cierto que ya es algo»... Amor, ceremonia ontologizante, dadora de ser. Y por eso se le ocurría ahora lo que a lo mejor debería habérsele ocurrido al principio: sin poseerse no había posesión de la otredad, ¿y quién se poseía de veras? ¿Quién estaba de vuelta de sí mismo, de la soledad absoluta que representa no contar siquiera con la compañía propia, tener que meterse en el cine o en el prostíbulo o en la casa de los amigos o en una profesión absorbente o en el matrimonio para estar por lo menos solo-entre-los-demás? Así, paradójicamente, el colmo de soledad conducía al colmo de gregarismo, a la gran ilusión de la compañía ajena, al hombre solo en la sala de los espejos y los ecos. Pero gentes como él y tantos otros, que se aceptaban a sí mismos (o que se rechazaban pero conociéndose de cerca) entraban en la peor paradoja, la de estar quizá al borde de la otredad y no poder franquearlo. La verdadera otredad hecha de delicados contactos, de maravillosos ajustes con el mundo, no podía cumplirse desde un solo término, a la mano tendida debía responder otra mano desde el afuera, desde lo otro.
Julio Cortazar
Love has crept into her sealed heart
As a field bee, black and amber,
Breaks from the winter-cell, to clamber
Up the warm grass where the sunbeams start.
Love has crept into her summery eyes,
And a glint of colored sunshine brings
Such as his along the folded wings
Of the bee before he flies.
But I with my ruffling, impatient breath
Have loosened the wings of the wild young sprite;
He has opened them out in a reeling flight,
And down her words he hasteneth.
Love flies delighted in her voice:
The hum of his glittering, drunken wings
Sets quivering with music the little things
That she says, and her simple words rejoice.
D. H. LAWRENCE
viernes, 7 de junio de 2024
"No me gusta hablar de felicidad, sino de armonía: vivir en armonía con nuestra propia conciencia, con nuestro medio ambiente, con la persona que te gusta, con los amigos.
La armonía es compatible con la indignación y la lucha; la felicidad no: la felicidad es egoísta.
Como a veces digo: en vez de creer en la felicidad, creo en la armonía con el otro. Pienso que el amor es el encuentro de la armonía con el otro".
JOSÉ SARAMAGO
La primera cosa que vino a ayudarme fue la poesía, mi contacto con poetas en los años cincuenta... Tuve la suerte de nacer en Chile, aunque podría perfectamente haber nacido en otro lugar. Si no hubiera sido por la guerra rusojaponesa, mis abuelos no habrían emigrado y yo habría nacido seguramente en Rusia. Por otra parte, ¿por qué el barco en que se embarcaron los llevó hasta Chile? Me gusta imaginar que escogemos por adelantado nuestro destino y que nada de lo que nos sucede es fruto del azar. Ahora bien, si no hay azar, todo tiene sentido. Para mí, es mi encuentro con la poesía lo que justifica mi nacimiento en Chile. Sin embargo, no puede decirse que Chile haya tenido la exclusividad de la poesía... No, poetas hay en todas partes. Pero la vida poética, en cambio, es un bien más escaso. ¿En cuántos países existe una atmósfera realmente poética? Sin duda, la antigua China era una tierra de poesía. Pero pienso que, en los años cincuenta, en Chile se vivía poéticamente como en ningún otro país del mundo. ¿Podría explicarlo? La poesía lo impregnaba todo: la enseñanza, la política, la vida cultural... El pueblo mismo vivía inmerso en la poesía. Eso era debido al temperamento propio de los chilenos y más particularmente a la influencia de cinco de nuestros poetas, que se transformaron para mí en una especie de arquetipos. Fueron ellos quienes moldearon mi existencia en un comienzo. El más conocido de ellos era nada menos que Pablo Neruda, un hombre políticamente muy activo, exuberante, muy prolífico en su escritura y que, sobre todo, vivía como un auténtico poeta. ¿Qué es vivir como un auténtico poeta? En primer lugar no temer, atreverse a dar, tener la audacia de vivir con cierta desmesura. Neruda construyó una casa en forma de castillo, congregando en torno a él un pueblo entero, fue senador, y casi llegó a ser presidente de la república... Entregó su vida al Partido Comunista, por idealismo, porque deseaba realmente llevar a cabo una revolución social, construir un mundo más justo... Y su poesía marcó a toda la juventud chilena. En Chile, ¡incluso los borrachos en plena sesión alcohólica declamaban versos de Neruda! Su poesía era recitada tanto en los colegios como en la calle. Todo el mundo quería ser poeta, como él. ¡No hablo sólo de los estudiantes, sino de obreros e incluso borrachos que hablaban en verso! Supo captar en sus textos todo el ambiente loco del país. Escucha este poema que me viene a la mente y que recitábamos a coro cuando, en calidad de estudiantes universitarios, nos embriagábamos con el vino patriótico de nuestra tierra chilena: Sucede que me canso de mis pies y mis uñas y mi pelo y mi sombra. Sucede que me canso de ser hombre. Sin embargo sería delicioso asustar a un notario con un lirio cortado o dar muerte a una monja con un golpe de oreja. Sería bello ir por las calles con un cuchillo verde y dando gritos hasta morir de frío. Aparte de Neruda, que gozaba de fama mundial, otros cuatro poetas fueron de una importancia capital. Vicente Huidobro provenía de un medio acomodado, en todo caso menos humilde que el de Neruda. Su madre conocía todos los salones literarios franceses y él recibió una educación artística muy profunda, por lo que su poesía, de una gran belleza formal, impregnó de elegancia a todo el país. Soñábamos todos con Europa, con la cultura... Huidobro nos dio una gran lección de estética. A modo de ejemplo, te leeré este fragmento de una conferencia dada por el poeta en Madrid, tres años antes de la aparición del manifiesto surrealista: Aparte de la significación gramatical del lenguaje, hay otra, una significación mágica, que es la única que nos interesa... El poeta crea fuera del mundo que existe el que debiera existir... El valor del lenguaje de la poesía está en razón directa de su alejamiento del lenguaje que se habla... El lenguaje se convierte en un ceremonial de conjuro y se presenta en la luminosidad de su desnudez inicial, ajena a todo vestuario 20 inicial convencional fijado de antemano... La poesía no es otra cosa que el último horizonte, que es, a su vez, la arista en donde los extremos se tocan, en donde no hay contradicción ni duda. Al llegar a ese lindero final, el encadenamiento habitual de los fenómenos rompe su lógica, y al otro lado, en donde empiezan las tierras del poeta, la cadena se rehace en una lógica nueva. El poeta os tiende la mano para conduciros más allá del último horizonte, más arriba de la punta de la pirámide, en ese campo que se extiende más allá de lo verdadero y lo falso, más allá de la vida y de la muerte, más allá del espacio y del tiempo, más allá de la razón y la fantasía, más allá del espíritu y la materia... Hay en su garganta un incendio inextinguible.
Jodorowsky
miércoles, 5 de junio de 2024
Hay que tener memoria y hay que tener memoria para la gratitud, hay que tener memoria para evitar que la infamia se repita, por eso es importante la memoria histórica, es fundamental. Por eso es fundamental tener en el recuerdo quien nos ha ayudado y quien nos ha bendecido, por eso es importante memorizar las tablas de multiplicar. Por eso es importante que, aunque la tecnología avance mucho, y acabaremos todos ciborgizados, porque si ahora nos falta el móvil, a algunas y algunos es como si nos faltara un órgano vital. Pero la memoria es fundamental. La memoria cognitiva, la memoria emocional, incluso me atrevería a hablar de la memoria espiritual en términos de gratitud, de humildad, es crítica. Y, por lo tanto, hay que trabajar la memoria. Porque, además, es un placer poder traer a colación, aquí y ahora aquello que en un momento te ha conmovido, o aquello que crees que le puede ser útil al amigo, o ¿cómo se llamaba aquel libro que ahora quiero aconsejar o aquella película?, o ¿qué decía aquel fragmento que leí o aquel poema que a lo mejor le quieres regalar a la persona a la que amas? Yo creo que debemos seguir trabajando la memoria como una pieza más de todo el proceso de humanización. Sin memoria no somos nada.
Alex Rovira
martes, 4 de junio de 2024
—Nietzsche dijo: «Dios ha muerto.»
—Dios tuvo paciencia y un día susurró desde un sanatorio en Weimar: «Nietzsche ha muerto.» :
—¿Era humana, demasiado humana, la voz de Nietzsche? Porque nos deja oír una gran contradicción. Si Dios ha muerto, significa que, alguna vez, Dios vivió.
—Pero, ¿cuándo empezó a vivir Dios? ¿Qué fue primero, Dios o el Universo? ¿El huevo o la gallina? Si admitimos que el Universo es infinito, Dios deberá ser más infinito que el infinito, lo cual es manifiestamente absurdo.
—Imagínate entonces que Dios y el Universo existen juntos desde siempre.
—Me parece que eso derrota a la Razón pero, bien visto, contribuye a la Fe. La Ciencia y la Tecnología se reconcilian. Ni Dios ni el universo tienen principio ni fin. En cambio, si aceptamos la teoría del big bang, ¿fue ésta, la explosión originaria, obra del fiat divino?
—¿Quieres decir que Dios habitaba en el Universo previo al big bang y un día, por divertirse, ordenó la expansiva explosión universal, a sabiendas de que todo acabaría, no en otro estallido final, sino en el último sollozo? «Not with a bang, but a whimper.» Porque Dios, que todo lo sabe, todo lo supo, incluyendo la Tierra baldía de T. S. Eliot.
—Perdóname, dudo mucho que Dios lea literatura.¿Para qué? Si ya lo sabe todo de antemano.
—Eso es lo que disputo contigo. Vamos por partes.
Supongamos que la oscuridad precede a Dios. Convenimos —lo dice la Biblia— que la luz brota de Dios cuando aparece. Pero, ¿qué le precede? ¿Qué es esa oscuridad anterior a la palabra divina: Hágase la luz? ¿Es imaginable siquiera?
—Yo te contestaría que si admitimos la existencia de Dios, debemos admitir también que Dios sojuzgó a la Nada.
—Pero si Él era Todo, ¿podría haber Nada? ¿Coexistían Dios y la Nada, gemelos absurdos, o, más bien, confundimos la Nada, simplemente, con la ausencia del mundo y del hombre?
—Te acercas peligrosamente a un argumento que nos deja sin argumentos: Dios es criatura del hombre, no al revés. Pero si Dios sólo existe porque lo imagina, piensa o desea el hombre. Dios no tiene existencia propia.
—Aunque puede tener la mejor de las existencias como producto del deseo y la imaginación humanas.
—No es eso lo que discutimos ahora. Estamos tratando de imaginar un Dios solitario que, por alguna razón que desconocemos, decidió crear un ser a su imagen y semejanza, el Hombre.
—¿Para qué? Si Dios es Dios, no necesita al mundo y al hombre. Existe en sí. Se basta a sí mismo. ¿Por qué creó lo innecesario? Ahí está el detalle.
—Quizás Dios creó al mundo porque se sentía solo y un buen día experimentó el horror del vacío.
—¿Somos entonces criaturas de un Dios barroco que reacciona, como Góngora o Bernini, ante el horror vacuii?
—Te propongo, más bien, otra imagen: un Dios que se pasa la Eternidad pensando qué cosa habría ocurrido si Él no crea al mundo.
—Puedo imaginar también a un Dios que se pasa la Eternidad sin preocuparse en lo más mínimo de hacernos el favor de crearnos, introduciendo, de paso, un intruso en su creación.
—El hecho es que hubo un fiat divino y fueron creados el Mundo y el Hombre. Podemos discutir si Dios nos creó, pero no que aquí estamos, vivimos, somos y morimos. La cuestión sería, ¿guarda o no guarda nuestra existencia relación con Dios, somos o no sus criaturas, y si lo somos, qué posición nos corresponde en el plan de la creación?
Carlos Fuentes
Lo queramos o no
solo tenemos tres alternativas:
el ayer, el presente y el mañana.
Y ni siquiera tres
porque como dice el filósofo
el ayer es ayer
nos pertenece solo en el recuerdo:
a la rosa que ya se deshojó
no se le puede sacar otro pétalo.
Las cartas por jugar
son solamente dos:
el presente y el día de mañana.
Y ni siquiera dos,
porque es un hecho bien establecido
que el presente no existe
sino en la medida en que se hace pasado
y ya pasó…,
como la juventud.
En resumidas cuentas
sólo nos va quedando el mañana:
yo levanto mi copa
por ese día que no llega nunca,
pero que es lo único
Nicanor Parra
lunes, 3 de junio de 2024
“Caí en un patético estado de desconexión. A menudo, con los humanos, ya sean buenos o malos, mis sentidos se cansan, simplemente se desconectan, me doy por vencido. Soy educado. Asiento con la cabeza. Hago como si comprendiera porque no quiero que nadie se sienta herido.
"Tengo recuerdos vívidos de algunos libros que perduran en mi memoria. Las novelas suelen adoptar una forma pictórica. Veo bajar corriendo a Emma Bovary por una verde colina rumbo a la farmacia, con las mejillas encendidas, el pelo alborotado por el viento. La hierba verde, las mejillas, el pelo, el viento no están en el texto. Los puse yo".
sábado, 1 de junio de 2024
- ¿ Pero tú me amas ? - Preguntó Alicia.
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