jueves, 4 de enero de 2024

Javier Heraud



Rafael,

Alberti,

déjame llamar a tu voz

desde mi voz,

a tu canto desde mi canto

naufragado,

déjame aprender en tus ojos

la palabra ardiente,

la poesía viva y despejada.

Rafael,

Marinero en tierra y cielo,

marinero y ángel

marinero y tierra,

tierra y cielo,

Alberti y Rafael.

Alberti,

a tu cielo, a tu voz,

a tu rostro

emocionado,

ahora, he de cantar

en la voz de las palomas.

Hueso en el árbol, Pedro,

Federico, Rafael,

venidos de tan lejos y

tan cerca.

Alberti,

que tus aguas vengan puras

a tu cielo, que tu

lluvia caiga suave

hoy en mi

pecho,

que tu cielo llueva fértil

en España,

que tu voz riegue en América,

y en la tierra dé sus

frutos, de flor en los océanos,

siembre árboles en los

hombres. Llene de flores

este mundo.

Nada podrá la muerte

contra tí.

Rafael,

la muerte ya no existe

en tus praderas,

ya no reina en tus campos

azules,

el olvido ya no te olvidará

en sus aguas tormentosas.

Alberti,

Rafael,

en la palabra, en el rostro

de tu poesía,

pusiste tu voz y tu garganta,

dejaste tu alma y tu sangre

abierta,

Rafael en tu voz

te quedaste tú.

Eternamente.



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