El epicureísmo argumentó que el placer era el principal bien de la vida. Por lo tanto, Epicuro abogó por vivir de tal manera que se obtenga la mayor cantidad de placer posible durante la vida, pero hacerlo de manera moderada para evitar el sufrimiento incurrido por el exceso de placer en tal placer. Se hizo hincapié en los placeres de la mente más que en los placeres físicos. Los deseos innecesarios producidos artificialmente debían ser suprimidos. Dado que la vida política podía dar lugar a deseos que pudieran perturbar la virtud y la paz mental, como el ansia de poder o el deseo de fama, se desalentó la participación en la política. Además, Epicuro trató de eliminar el miedo a los dioses y a la muerte, considerando esos dos miedos como las principales causas de conflictos en la vida. Epicuro recomendó activamente contra el amor apasionado, y creía que era mejor evitar el matrimonio por completo. Consideraba el sexo recreativo como un deseo natural, pero no necesario, que generalmente debería evitarse.
«[a un joven] Entiendo que tu disposición natural es demasiado inclinada hacia la pasión sexual. Sigue tu inclinación como quieras, siempre que no violes las leyes, perturbes costumbres bien establecidas, hagas daño a tus vecinos, hagas daño a tu cuerpo o desperdicies tus posesiones. Es imposible que no seas afectado por una o más de estas condiciones, pues un hombre nunca consigue bien alguno de la pasión sexual, y es afortunado si no recibe daño.»Epicuro. Sentencias Vaticanas, 51.
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