Los asesinos en serie ya no son taxidermistas que viven en hoteles destartalados con el cadáver de su madre ni marginados que coleccionan mariposas. Esos son pobres aficionados. ¿Asesinar a un puñado de personas? Qué desperdicio de tiempo, esfuerzo y talento cuando moviendo números en Wall Street puedes masacrar a cientos de miles, países, continentes enteros. Hoy Norman Bates trabaja en Standard & Poor’s y esnifa coca en el asiento de cuero de un Bentley.
A ellos les entregamos el poder… y la gloria. No solo dejamos que controlaran el mundo personas que mantenían una relación patológica con la realidad social. Hicimos lo imposible por vivir como ellos. El consumo de masas es una pálida imitación aspiracional del estilo de vida de los ricos tal y como lo imaginan para nosotros los suplementos dominicales de los diarios.
Los impulsores teóricos de la globalización neoliberal, Milton Friedman o Friedrich Hayek, recobraron protagonismo político en los años setenta tras un larguísimo periodo de hibernación: treinta años en los que fueron considerados auténticos freaks universitarios. En el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial, cuando el recuerdo de las terribles consecuencias del caos económico capitalista aún estaba fresco, sus propuestas de desregulación radical parecían delirios propios de personas con la empatía de una garrapata e incapaces de percibir el peligro de sus conductas de riesgo. Clínicamente psicópatas.
Patrick Bateman es aterrador por la misma razón que Adrian Mole es tierno y divertido: resulta demasiado coherente con su posición social, asume con demasiado entusiasmo su papel. Si el sistema te premia con lujos babilónicos cuando creas las condiciones económicas que matan de hambre a cientos de miles de niños, ¿qué puede haber de malo en el apuñalamiento ritual de una prostituta? Lo mismo le pasa a Carlos Wieder, el piloto-poeta del ejército chileno que aparece en Estrella distante , la novela de Roberto Bolaño. Tras el golpe de Estado del general Pinochet, en 1973, Wieder organiza una exposición artística con fotografías de los detenidos a los que ha asesinado. Los militares a los que invita a la muestra se escandalizan. Pero si un orden social monstruoso te anima a torturar, matar y hacer desaparecer a miles de jóvenes, ¿a qué tanto alboroto por ponderar los aspectos estéticos de la represión extrema?
La globalización neoliberal es la historia de cómo el noventa y nueve por ciento entregamos voluntariamente el control de nuestras vidas a fanáticos con una percepción delirante de la realidad social. Dimos carteras de economía, sueldos principescos, privilegios fiscales y un alto reconocimiento social a gente cuyo lugar natural es un rancho en Waco rodeado por el FBI .
César Rendueles
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