Cuando me preguntan si creo que un elefante es un ser consciente, a veces respondo: «Si me dice qué es la conciencia, le diré si los elefantes la tienen». Esto suele hacer callar a la gente. Nadie sabe exactamente de qué estamos hablando. Pero reconozco que esta respuesta es injusta y un tanto mezquina, tanto para el que pregunta como para los elefantes, porque lo cierto es que a estos gigantes corpulentos les atribuyo conciencia. Cuando mi equipo trabajó con elefantes asiáticos, fuimos los primeros en demostrar que reconocían su imagen en un espejo, lo que suele contemplarse como un signo de autoconciencia. Probamos sus habilidades cooperativas, como entender que necesitan que un colega les eche una trompa para una tarea que no pueden realizar solos. Los elefantes lo hicieron tan bien como los antropoides y mejor que la mayoría de los animales. Todo su comportamiento me parece deliberado e inteligente. Por ejemplo, cuando en algunos pueblos tailandeses o indios a los elefantes jóvenes les ponen collares de cascabeles para anunciar su presencia (y evitar que pillen desprevenidos a los lugareños en sus jardines o cocinas), a veces meten hierba dentro de los cascabeles para silenciarlos. De esa manera pueden deambular sin ser detectados. Esta solución sugiere imaginación, porque desde luego nadie les enseñó a hacer eso, y no puede pensarse que la hierba se metiera sola dentro de los cascabeles para que ellos descubrieran su efecto. Para encontrar soluciones inteligentes, juntamos causa y efecto conscientemente en nuestras cabezas. Si nosotros lo hacemos así, ¿por qué los elefantes deberían tener un atajo que les permita resolver problemas sin conciencia?
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