Ray Bradbury: decálogo de un amante de la vida
Este es el pensamiento, tallado en diez sentencias de ley, de un hombre maravilloso, de un poeta de la vida, al que le gustaría que le recordasen así: «Aquí yace Ray Bradbury, un tipo que amó completamente la vida». Disfrútenla como este fantástico creador, al que una vez tuvimos el placer de entrevistar en El Escorial.
Día 06/06/2012 - 18.32h
1. Yo no inventé el futuro:
«Se me han acercado japoneses para ponerme un walkman en las orejas y decirme: "¡Con Fahrenheit 451 usted inventó esto, señor Bradbury!” Mi respuesta fue: "No, gracias". Estamos rodeados de demasiados juguetes tecnológicos, con Internet, los ipod, los ipad… La gente se equivocó. Yo no traté de prever, sino de prevenir el futuro. No quise hablar de la censura sino de la educación que el mundo tanto necesita. Podemos salvar a Estados Unidos, gracias a los niños, si les enseñamos a leer y a escribir a partir de los 3, 4, 5 años para que lleguen a la escuela primaria sabiendo leer. Después, es muy tarde. Cuando en realidad, ya desde muy pequeños, queremos leer las palabras de las historietas».
2. Escribo por amor:
«Lo que funda toda escritura es el amor, es hacer lo que amamos y amar lo que hacemos. Y olvidarse del dinero. En mis comienzos, yo ganaba 30 dólares por semana, y mi novia era rica, pero le pedí que hiciera voto de pobreza para casarse conmigo. No teníamos ni automóvil ni teléfono, vivíamos en un departamento pequeño en Venice, pero la estación de servicio de enfrente tenía una cabina telefónica. Iba corriendo a atender cuando sonaba y la gente creía que me llamaba a mi oficina. Yo les repito: “Rodéense de personas que los quieran, y si no los quieren, échenlos. No hay necesidad de ir a la Universidad, donde no se aprende a escribir. Vayan más bien a las bibliotecas”. Yo escribí Fahrenheit 451porque había oído hablar del incendio de la biblioteca de Alejandría y de los libros quemados por Hitler en Berlín. Escribo todos los días, cada mañana, desde hace setenta años. ¡No paro! Y escribo para el teatro desde hace cuarenta y cinco años; me encanta».
3. No leo ciencia ficción:
«Me he pasado los últimos setenta años de mi vida jugando porque para mí la literatura no es un trabajo. Si leo ciencia ficción cometería incesto. Quien se dedica a leer en el campo en el que escribe o trabaja es un mal escritor. Raymond Chandler, maestro de la novela negra, bebió en las fuentes de William Shakespeare, Pirandello, Lorca».
4. Amo la poesía:
«He leído muchísima poesía a lo largo de mi vida y, como es metafórica, simbólica y sensorial, me ha servido de agran ayuda en mi trabajo. Recuerdo un ensayo de José Luis Garci tituladoRay Bradbury, humanista del futuro. Olvidándose de clichés y tópicos al uso, José Luis Garci supo reflejar el hecho de que uno no es solo un escritor de ciencia ficción, yo no me considero así, sino que puede ser perfectamente un hombre al que le gusta el teatro, la poesía, la cultura, en general, que siempre es maravilloso.
5. Hay que tener mucho cuidado con los intelectuales:
«En mis obras no he tratado de hacer predicciones acerca del futuro, sino avisos. Es curioso, en mi país cada vez que surgía un problema de censura salía a relucir como paradigma de la libertad Farenheit 451. Los intelectuales, ya sean de derechas o de izquierdas, siempre tienen miedo a lo fantástico porque les parece tan real ese mundo que creen que estás intentando engañar y, evidentemente, así es. Creen que es malo para los niños vivir en un mundo de fantasía cuando en realidad es bueno: todos tenemos una vida interior fantástica muy rica. Vivimos en un mundo que nos absorbe con sus normas, con sus reglas y la burocracia, que no sirve para nada. Hay que tener mucho cuidado con los intelectuales y los psicólogos, que te intentan decir lo que tienes que leer y lo que no».
6. Mi esqueleto resultó ser Steinbeck:
«Yo aprendí a leer a los tres años para disfrutar de las caricaturas. Amo las tiras cómicas, las caricaturas de los domingos y tuve un libro de cuentos de hadas cuando cumplí los cinco años, y me enamoré de la lectura, y de todas esas maravillosas historias como La bella y la bestia y Jack y la habichuela mágica. Así que comencé con la fantasía. A los tres años ví mi primera película y me enamoré de El Jorobado de Notre Dame. Esperaba crecer para ser jorobado. Después, con cinco años vi El fantasma de la ópera, con Lon Chaney, y cuando tenía seis vi una película de dinosaurios, y los dinosaurios llenaron mi vida. Cuando tenía treinta y tres años trabajé en Moby Dick porque me había enamorado con seis de los dinosaurios. Mi gran influencia fue John Steinbeck. Leí Las uvas de la ira con diecinueve años y me dí cuenta de que había aprendido de ellas y Steinbeck resultó ser mi esqueleto».
7. La vida es un don:
«Y así debemos disfrutarla. Esta es una oportunidad gloriosa. Sólo estaremos aquí una vez. He tenido la oportunidad de escribir cada vez que siento que tenía un propósito. ¿Y cuál fue mi objetivo cuando escribí tal o cual artículo? Escribir el mejor artículo que se haya escrito hasta ese momento, escribir la mejor historia nunca publicada. No sé si lo habré logrado. Ustedes, mis queridos lectores, deciden».
8. Encontré mi amor en una librería:
«Conocí a una hermosa muchacha en una librería, se me acercó y la invité a un café. La llevé a cenar y me enamoré de ella, y de los libros que tenía. La tomé y le pedí casamiento un año después porque yo no tenía nada, y ella era una chica rica. Y dejó todo su dinero para convertirse en pobre como yo. Estaba en desventaja sin teléfono, sin coche, pero vivimos del amor, de los libros, y de mi escritura. Esa es la respuesta de la vida. Si pueden encontrar una persona para amar que ame la vida tanto como ustedes atrápenla fuerte y cásense con ella. No tengan la menor duda».
9. Aprender de la Historia:
«Debemos aprender de la Historia acerca de la destrucción de libros. Cuando yo tenía quince años Hitler, quemó libros en las calles de Berlín. Eso me aterró porque era un bibliotecario (hombre de libros) y estaban tocando mi vida, todas esas grandes obras, toda esa gran poesía, todos esos maravillosos artistas, esos grandes filósofos. Luego me enteré de que Rusia estaba quemando libros "detrás de escena", de tal forma que la gente no se enteraba. Y estaban matando a los autores. Y aprendí que si no tienes libros no puedes ser parte de una civilización ni de una democracia».
10. Mi obituario:
«Aquí yace Ray Bradbury, un tipo que amó completamente la vida»
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