La voz de Natalia Sosa es la voz de la afirmación, del ahínco por descubrirse y no rendirse. Todavía laten sus palabras en la tarde y en las hojas. Se hace igual de imprescindible ahora que en el momento de su publicación, y merece un reconocimiento que traspase su insularidad, por lo bello, por el hambre de sí misma, por hablar desde el silencio.
Yo era una cosa breve (…)
Yo era una cosa leve (…)
Yo era una cosa sola (…)
Oh, muchacha pequeña,
¿qué te han hecho?,
¿qué te ha dado y quitado la vida
que, ahora,
igual que aquella niña
-con los ojos más tristes
y el alma cansada-,
sufriendo estás
la tarde,
a través de los pinos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario