miércoles, 20 de julio de 2022

 En algunas zonas del mundo ni siquiera los pensadores más profundos se han preocupado por el misterio de la creación. En efecto, las preocupaciones cotidianas han ocupado su pensamiento y han constituido el núcleo central de su filosofía. Han prestado, pues, escasa atención a los enigmas del origen y el destino y tampoco les ha perturbado la posibilidad de que existan otros mundos antes o después de éste. ¿Son peores por ello? Su indiferencia ante los misterios de la creación les ha permitido dedicar toda su energía a las tareas de este mundo. Pero esto es también un síntoma de una actitud de recelo ante el cambio, de la resistencia a imaginar lo nuevo.

    «Si aún no sabemos cómo servir al hombre —advertía Confucio (c. 551-479 a. C. )—, ¿cómo podemos saber servir a los espíritus?». Y cuando se le preguntaba respecto a la muerte, contestaba: «Si todavía no sabemos acerca de la vida, ¿cómo podemos saber acerca de la muerte?». ¿Acaso hay que sorprenderse de que los chinos nos hayan dejado un escaso repertorio de mitos sobre la creación? El único mito sobre la creación que ha pervivido en la tradición popular china parece haber sido tomado en época tardía de Sumer o del Rig-Veda .

lunes, 18 de julio de 2022


 

San Agustín



 San Agustín dijo: “La esperanza tiene dos hijas muy hermosas, Ira y Valentía. Ira por la rabia de que las cosas son como son y la valentía para cambiarlas.”.


 

 It is most perilous to be a speaker of Truth. Sometimes one must choose to be silent, or be silenced. But if a truth cannot be spoken, it must at least be known. Even if you dare not speak truth to others, never lie to yourself. 

—FRANCES HARDINGE

sábado, 16 de julio de 2022

Epicteto

 


“Algunas señales del que progresa en el estudio de la sabiduría: a nadie censura, a nadie alaba, no se queja de nadie, y no acusa a nadie, no habla de sí como si él fuera o supiera algo”.


 Fue Pauli quien supuestamente declaró sobre la efusión erudita de un colega: «Este artículo no es correcto, ni siquiera es falso». Y luego está su a menudo citada observación tras haber aguantado un seminario de un aspirante a profesor: «Tan joven y ya tan desconocido». Cuando, durante una discusión, Pauli fue interrumpido por un físico menor, Eugene Guth, con una observación pedante, él escuchó durante un momento y luego exclamó: «Guth, cualquier cosa que tú sepas la sé yo». Nada podía parecer más acorde con la extraordinaria carrera de Pauli que el hecho de que terminara su vida en la habitación número 137 de un hospital suizo, pues 137 es un «número mágico» que surge de la teoría cuántica y está relacionado con la estructura fina del espectro del hidrógeno, un tema que había preocupado a Pauli durante gran parte de su vida. (El cosmólogo Arthur Eddington tenía la manía de buscar en los guardarropas una percha con este mismo número donde colgar su sombrero.) La fatídica coincidencia preocupó a Pauli y ensombreció sus últimos días.

 Sí. La mujer normal ha muerto. Ha muerto porque en la televisión ha dejado de existir. ¿Qué les pasa a las mujeres que aparecen en ella, que no tienen arrugas, que se ríen abiertamente sin signos de expresión? ¿Por qué tienen los labios y los pechos hinchados... exageradamente? ¿Dónde están las mujeres como yo —como tú? Han muerto. No quieren verlas y las han eliminado de la pantalla, porque... ¿para qué?, ¿para recordarnos que el tiempo pasa y pasa para todos?, ¿para que el público, cómodamente en su salón, opine que los años no pasan por ti, (mujer de la televisión), que cada día estás más joven, que quizá con un poco más de pómulo...?

Anna Magniani, antes de que el maquillaje le cubriera todo el rostro, pidió que no le quitaran las arrugas, que le habían costado toda una vida procurárselas. Pero ¿qué presentadora, actriz o modelo está dispuesta a ello? ¿Qué nos ocurre a las mujeres normales para querer pasar por el quirófano, obedeciendo a un supuesto deseo o cánon o perfección o visión masculina? ¿Quién nos ha engañado y nos ha hecho creer que estamos más guapas así, desfiguradas completamente?
¿Qué pasa en la televisión, que parece una caricatura de la sociedad? La mujer deformada se pasea por nuestro salón y nosotras, mujeres del otro lado de la pantalla, nos miramos en ellas y vemos que no coincide la silueta, que no hay semejanza alguna. La mujer normal de la televisión ha muerto y la mujer normal de fuera de la televisión se esconde, imita, compara. No hay manera, no hay rastro de la mujer con arrugas o con flaccidez, no hayestrías que brillen bajo el foco de la luz, ni barrigas. No hay sobrepeso —ni siquiera hay gafas. El cuerpo de las mujeres, un documental de apenas veinticinco minutos, desenmascara a esa mujer muerta que se ha quedado dentro de la televisión y que no sale, por más que la echemos no sale de nuestra vida, de nuestras expectativas.
¿Hemos perdido la capacidad de esperar de nosotras la normalidad? ¿Nos miramos a través de un supuesto deseo masculino? ¿Por qué la televisión está llena de mujeres cuyo talento se basa en la belleza y la juventud? ¿Cuántas veces tendremos que leer que a tal o cual actriz se le nota demasiado la cirugía o, peor, necesitaría unos retoques?
Preguntas y más preguntas que nos hacemos, nos hacemos a este lado de la pantalla, y del otro lado hay un vacío, una laguna: del otro lado hay mujeres que acompañan a hombres en los programas, hay un florero con cuerpo de mujer, o una pata de la mesa; al otro lado una mujer ríe las gracias, da paso a la publicidad, es humillada, es un objeto sexual. No, no es una exageración: veinticinco minutos de documental y todo está ahí, ahí, donde la mujer normal no tiene cabida, todo está ahí: en lo mediocre, en lo soez, en la sexualidad de las presentadoras que no presentan. Las cualidades de las mujeres vivas de la televisión son puramente físicas: son rubias, son guapas, son simpáticas. Y cuando una mujer con talento se cuela entre bastidores, no vale —no vende.
No cabemos las mujeres normales en la televisión: estamos demasiado vivas, demasiado arrugadas, demasiado fláccidas. No se cabe en la televisión, es tan pequeña. La mujer normal necesita estar a este lado de la pantalla, porque sin nosotras no saben a quién dirigirse. ¿Cómo? El reclamo que utilizan para el hombre es una trampa, es sólo una manera de llegar hasta nosotras: sí, porque nos miramos con los ojos equivocados —los ojos sin tiempo, los ojos perfectos. Medimos a las mujeres de la televisión, las medimos y tampoco caben ahí dentro, es tan pequeña, somos tan pequeñas: insignificantes, al margen.
Veinticinco minutos y lo veréis: la nada que puede llegar a ser la televisión, que no hay manera de entrar y salir de ella sin quedar ileso. La televisión afea, deforma, provoca. La televisión insulta, decora, nos vomita encima. La máscara de la televisión, la tristeza de las mujeres, la altura de la belleza —inalcanzable, tan pequeña es. ¿Qué les pasa a las caras de las mujeres? ¿Qué esconden bajo la máscara?

Fuente: http://blogs.elpais.com/mujeres/2014/01/la-mujer-normal-ha-muerto.html

martes, 12 de julio de 2022


 

Los universos paralelos se denominan justamente así porque no se cruzan unos con otros. Sobre el papel, no tenemos forma de intervenir ni llegar hasta ellos. Pero ¿y si no fuera así? ¿Y si determinados condicionantes desencadenaran una suerte de «agujero de gusano» que permitiera interconectar esas múltiples realidades? ¿Acaso las sincronicidades no forman un puente entre la materia y la mente?
    Al igual que los niveles más profundos de la materia están irremediablemente conectados a niveles superiores, es posible que se descubra que las regiones más profundas del inconsciente colectivo dependen hasta cierto punto de la actividad consciente y están condicionados por ella. Parece una explicación adecuada para el caso de las dos Wanda Marie Johnson. Sí, has leído bien: dos mujeres con el mismo nombre.
    Vidas paralelas
    La primera era encargada de equipajes en Adelphi, en el estado norteamericano de Maryland.
    La otra, enfermera en el hospital de Suitland, en el mismo estado. Lo curioso es que la estación de trenes se llama Union Washington y el hospital, DC General Washington. Ambas habían nacido el 15 de junio de 1953, habían vivido en el mismo distrito de Columbia y ambas se habían mudado al distrito Prince Georges. Las dos conducían el mismo modelo de vehículo, un Ford Granada con matrícula de 1977. De los once dígitos de su matrícula, por cierto, sólo los tres últimos eran distintos. Como en EE. UU. se asigna el número de carné de conducir según el nombre y la fecha de nacimiento del titular, la Wanda Marie Johnson de Adelphi descubrió que algo extraño sucedía cuando el departamento de tráfico del estado contactó con ella para comunicarle que precisaba llevar gafas para conducir. ¡Si la miope era la Wanda Marie de Suitland! Entonces descubrió que su historial médico contenía informaciones contradictorias porque cuando ambas mujeres todavía residían en Columbia dieron a luz a sus hijos en el mismo hospital: el Howard University.
    Intentó localizar en vano a su álter ego. Mientras, empezaron a acosarla por el pago de deudas que ella no había contraído o recibía llamadas de desconocidos, hasta que un reportero del Washington Post logró reunirlas en 1978 y contar su historia. Se hicieron amigas, pero ninguna quiso cambiar de nombre.

 


Deja que las cosas se rompan, deja de esforzarte por mantenerlas pegadas.


Deja que la gente se enoje. 
Deja que te critiquen, su reacción no es tu problema.

Deja que todo se derrumbe, y no te preocupes por el después.
A dónde iré?... Qué voy a hacer?.... Dónde viviré? 
Nadie se ha perdido nunca por el camino, nadie ha dejado de comer.... nadie se quedó sin refugio.

Lo que está destinado a irse se irá de todos modos. 
Lo que tenga que quedarse, seguirá siendo.

Demasiado esfuerzo, nunca es buena señal, demasiado esfuerzo es signo de conflicto con el universo.

Relaciones
Trabajos
Casa
Amigos y grandes amores... 
Entrega todo al creador, riega cuando puedas, ora y baila pero luego, deja que florezca lo que debe y que las hojas secas se arranquen solas.

Lo que se va, siempre deja espacio para algo nuevo: son las leyes universales.

Y nunca pienses que ya no hay nada bueno para ti, solo que tienes que dejar de contener lo que hay que dejar ir.
Solo cuando tu viaje termine, entonces terminarán las posibilidades, pero hasta ese momento, deja que todo se derrumbe, deja ir, déjalo ser."

Autor desconocido.

 


 Cuando Ralph Waldo Emerson tenía veintisiete años, murió su querida esposa, Ellen. Más tarde, tras casarse por segunda vez y ser padre, perdió a su hijo de dos años. Emerson escribió un ensayo titulado Compensación, que es un testamento de su sentido de la vida y de su optimismo. Éste es el último párrafo del ensayo, que esencialmente habla del crecimiento postraumático, y que me dio esperanza cuando no tenía ninguna: Y sin embargo también la compensación de las calamidades resulta clara para el entendimiento después de largos intervalos de tiempo. La fiebre, la mutilación, un desengaño cruel, un revés de la fortuna, la pérdida de un amigo pueden parecer inútiles en el momento de ocurrir e imposibles de superar. Pero es seguro que, con el paso de los años, se pondrá de manifiesto el profundo poder reparador que se oculta bajo los hechos. La muerte de un ser querido, de la esposa, del hermano, de la amante, que al principio sólo parece privación y sufrimiento, más tarde adopta el aspecto de un guía o genio benéfico. Tales acontecimientos suelen determinar una revolución en nuestra vida; cierran el período de la infancia o de la juventud que esperaba su fin; rompen la monotonía de una ocupación habitual; destruyen un hogar; ponen término a una manera de vivir y permiten la formación de otros hábitos más favorables al desenvolvimiento del carácter. Facilitan o dificultan la formación de nuevas relaciones y la recepción de nuevas influencias que resultarán de vital importancia en los años siguientes; y la mujer o el hombre que no habría sido sino una flor de jardín, sin espacio suficiente para extender sus raíces y con sus hojas expuestas a los rayos de un sol demasiado ardiente, se convierte por la caída de los muros y la negligencia del jardinero en el banano de la selva, que da frutos y sombra a toda la población humana

lunes, 11 de julio de 2022


 

  La angustia que siente el culpable , muerde su psiquis de manera dolorosa, y aparece la necesidad inconsciente de ser castigado.

    ¿Cómo podrías definir a alguien que no siente culpa por nada?
    Es estructuralmente un perverso. Eso lo caracteriza: la ausencia de culpa. No le importa el dolor ni lo frena la angustia del otro. Sigue adelante, de un modo caprichoso, en busca de la obtención de su disfrute. El neurótico, en cambio, siente culpa, y eso habla, incluso, de una cierta sanidad, da cuenta de la represión de esos deseos y lo instaura en la cultura.

domingo, 10 de julio de 2022



 

 La voz de Natalia Sosa es la voz de la afirmación, del ahínco por descubrirse y no rendirse. Todavía laten sus palabras en la tarde y en las hojas. Se hace igual de imprescindible ahora que en el momento de su publicación, y merece un reconocimiento que traspase su insularidad, por lo bello, por el hambre de sí misma, por hablar desde el silencio.


Yo era una cosa breve (…)
Yo era una cosa leve (…)
Yo era una cosa sola (…)
Oh, muchacha pequeña,
¿qué te han hecho?,
¿qué te ha dado y quitado la vida
que, ahora,
igual que aquella niña
-con los ojos más tristes
y el alma cansada-,
sufriendo estás
la tarde,
a través de los pinos?

 El desapego duele, duele mucho, duele porque hay que soltar lo que amas, dejarlo ir o eso creemos, ese dolor es mental; no es dolor, es sufrimiento, lo que nos hace sufrir es el miedo alimentado por el ego, por la creencia arraigada de la posible pérdida, de una posesión que no existe, que no es real. Ya que no podemos poseer a alguien que no es nuestro, que nunca lo fue y que nunca lo será.

No nos pertenecen nuestros padres, ni nuestros amigos, ni nuestra pareja, ni siquiera nos pertenecen nuestros hijos, son seres libres e independientes, con su propio camino por recorrer, al igual que nosotros, por eso no hay que subyugar la felicidad de unos hacía los otros.

Si no eres feliz tú sólo, no lo serás con nadie.
El apego es el controlador de todos los tiempos, el
que te ancla en un presente ausente. Sin embargo, el desapego te mantiene en el aquí y el ahora, es soltar
al otro sabiendo que pase lo que pase
"TODO ES PERFECTO."

Y sí, puede que eso "nos duela mucho", porque hasta ahora sólo nos enseñaron que éramos alguien sí teníamos posesiones de todo tipo, se olvidaron de decirnos que cuanto más poseemos, más esclavos nos volvemos.

"De nada sirve que la imaginación tenga alas, si el corazón es una jaula"

Por eso creo con firmeza que la independencia afectiva, es el mayor regalo que puedes hacerte a ti y a tus seres amados, y cuando lo logras, entonces y sólo entonces puedes gritar al Universo que por fin has alcanzado la verdadera y plena libertad.

"Una vez que empiezas a avanzar hacía el desapego ya no existe camino de retorno."

El Desapego es desprenderme de las cosas con facilidad, sabiendo que nada sale de mí vida si no es sustituido por algo mejor, y eso genera abundancia.

 Desmayarse, atreverse, estar furioso, 

áspero, tierno, liberal, esquivo, 
alentado, mortal, difunto, vivo, 
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo, 
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, 
enojado, valiente, fugitivo, 
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño, 
beber veneno por licor suave, 
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe, 
dar la vida y el alma a un desengaño; 
esto es amor, quien lo probó lo sabe.

Felix Lope de Vega

Anthony de Mello

 


Hay otra ilusión: que es importante ser respetable, ser amado y apreciado, ser importante. Muchos dicen que tenemos una necesidad de ser amados, apreciados, de pertenecer. Eso es falso. Descarte esta ilusión y será feliz. Tenemos una necesidad natural de ser libres, una necesidad natural de amar, pero no de ser amados. A veces, en mis sesiones de sicoterapia encuentro un problema común: Nadie me ama; ¿entonces cómo puedo ser feliz? Le explico a la persona: ¿Quiere decir que nunca tiene momentos en que usted se olvide que no es amado, y se deje ir, y sea feliz?" Por supuesto que los tiene. Por ejemplo, una mujer está embebida en una película. Es una comedia, y ella está riéndose a mandíbula batiente, y en ese bendito momento olvida recordar que alguien la ama, nadie la ama, nadie la ama. ¡Está feliz! Entonces sale del teatro, y la amiga con que había ido a ver la película se va con un novio y queda sola. Entonces empieza a pensar: "Todas mis amigas tienen novio y yo no. Soy tan infeliz. ¡Nadie me ama!". En la India, muchos de los pobres están empezando a conseguir radios de transistores que son un lujo. "Todo el mundo tiene un transistor", se oye decir, "Pero yo no tengo un transistor; soy tan infeliz". Hasta que todo el mundo empezó a conseguir transistores, eran perfectamente felices sin tener uno. Así le pasa a usted. Hasta que alguien le dijo que no sería feliz a menos que fuera amado, usted estaba perfectamente feliz. Usted puede ser feliz sin ser amado, sin ser deseado o atractivo. Usted es feliz en el contacto con la realidad. Eso es lo que trae la felicidad, un contacto con la realidad a cada momento. Allí es en donde encontrará a Dios; allí es en donde encontrará la felicidad. Pero la mayoría de la gente no está preparada para oír eso.

martes, 5 de julio de 2022

 El neoliberalismo posmoderno es un lugar frío y oscuro donde ser bueno y cuidar de los demás te convierte en un fracasado. La lógica del precariado no es solo la de la explotación y la alienación, como en el capitalismo clásico. Es la destrucción social a gran escala.
    Los Westcott ya no necesitarían una radio para escuchar atrocidades obscenas, les bastaría con ir a una entrevista de trabajo, abrir un libro de autoayuda, escuchar hablar al consejero delegado de un banco.
    El ángel de Pasolini en Teorema suplicaría a la familia burguesa que preserven su falsa sociabilidad basada en las convenciones. Pues incluso un simulacro represivo de amor filial parece preferible a este erial de sincero y auténtico egoísmo racional.


 

 Un hombre nada puede desear a menos que antes comprenda que sólo debe contar consigo mismo; que está solo, abandonado en la tierra en medio de sus infinitas responsabilidades, sin ayuda, sin más propósito que el que él mismo se fija, sin otro destino que el que él mismo se forja en la tierra.

    J EAN -P AUL S ARTRE

 Te aseguro que me resulta deprimente constatar la extrema degradación moral que ha conseguido ejercer el estado organizado sobre la gente, llegando al extraño delirio de hacerles creer que un sistema artificial y contranatural basado en la mentira y el crimen (el estado) es necesario e imprescindible, mientras que el “sistema” natural es utópico y prescindible. Aún más conmovedor resulta la imbecilidad -porque realmente lo es- de suponer  que el establecimiento del orden natural es un proceso lento o imposible, cuando se establece por sí solo con tal de eliminar el crimen institucionalizado -el estado- de nuestras vidas. Lo que sí es casi un conjuro satánico es haber podido llegar a establecer algo tan ponzoñoso, contraético y antieconómico como es el régimen estatal. Igualmente apabullante desde el punto de vista de la irracionalidad es pensar que desmantelar el estado sea un proceso largo y doloroso, cuando se reduce a detener y juzgar a las mafias estatales, cosa que puede hacerse en pocos días y sin mayor problema. La única dificultad es la ignorancia y el lavado de cerebro a que está sometida la población. El problema es de índole cognitiva y psicológica, pero en modo alguno es de tipo práctico. Lo único que necesitamos para conseguir la libertad y la prosperidad es que la verdad haga perecer y esfumarse a las ideologías, que son siempre falsas por definición, pues todas van en contra de las leyes naturales. 


- Sydney d'Agvilo

 "Un poco de ingenuidad nunca se aparta de mí. Y es ella la que me protege".


Antonio Porchia, Voces

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