y que mis ojos contemplen siempre
la puesta de sol roja y violeta.
Deja que mis manos respeten las cosas que has hecho,
y afina mis oídos, para escuchar tu voz.
Hazme sabia para que pueda comprender
las cosas que has enseñado a mi pueblo,
Déjame aprender las lecciones que has ocultado en cada hoja y roca.
Aspiro a la fuerza
no para ser superior a mi hermano
sino para luchar contra mi mayor enemigo:
yo mismo.
Déjame estar siempre preparado para venir a ti
con manos limpias y ojos directos.
Para que cuando se desvanezca la luz
como una puesta de sol desvaneciente
mi espíritu pueda venir a ti sin culpa.
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