COMERCIANTE: Pero permíteme: si no posees nada, ¿qué cosas quieres dar? SIDDHARTHA: Cada cual da lo que tiene. El guerrero da su fuerza; el mercader, su mercancía; el maestro, sus conocimientos; el campesino, su arroz; el pescador, sus peces. COMERCIANTE: Muy bien. Y ahora dime ¿qué es lo que tú puedes dar? ¿Qué has aprendido? ¿Qué sabes hacer? SIDDHARTHA: Sé meditar, esperar y ayunar. COMERCIANTE: ¿Es todo? SIDDHARTHA: Sí, creo que es todo. COMERCIANTE: ¿Y de qué te sirve? El ayuno, por ejemplo, ¿para qué es útil? SIDDHARTHA: Es muy útil, señor. Cuando un hombre no tiene qué comer, lo más inteligente será que ayune. Si, por ejemplo, Siddhartha no hubiera aprendido a ayunar, ahora tendría que aceptar cualquier empleo, en tu casa o en otra parte, pues el hambre lo impulsaría a ello. Pero al ser como es, Siddhartha puede esperar tranquilamente, pues desconoce la impaciencia y la necesidad; puede aguantar el asedio del hambre largo tiempo, y encima reírse de él. Para eso, señor, sirve el ayuno.
Pienso a menudo en las respuestas de Siddhartha y en los siguientes términos:
«Sé meditar» →Guiarse por reglas buenas para tomar decisiones, y tener buenas preguntas que plantearse a uno mismo y a los demás.
«Sé esperar» →Ser capaz de planear algo a largo plazo, de jugar a largo plazo sin distribuir mal los recursos.
«Sé ayunar» → Ser capaz de soportar las dificultades y el desastre. Entrenarse para desarrollar una resistencia fuera de lo común y una tolerancia elevada al dolor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario