La ciencia puede haber descubierto la estructura
interna del átomo, estudiado la geometría de la molécula de ADN, y explorado
los misterios de los agujeros negros, pero, ¿cómo podría interpretar la
experiencia de T. E. Lawrence al viajar por el desierto una mañana temprano?
Nos pusimos en camino una de esas madrugadas despejadas en que
el sol despierta los sentidos. Durante alrededor de una hora, en esa
mañana, los sonidos, olores y colores del mundo impresionaron
individual y directamente al hombre, sin ser filtrados o tipificados
por el pensamiento.
¿Y se pueden aclarar los recuerdos de la infancia de Wordsworth?
Hubo un tiempo en que el prado, la arboleda y el arroyo
La tierra y cada visión común,
Me parecían estar
Ataviados de luz celestial,
De gloria y de la frescura de un sueño.
Por un lado tenemos la inmediatez y el sabor de nuestras vidas, de la poesía, la
música, el arte y el misticismo, y por otro, los descubrimientos y explicaciones
objetivos de la ciencia. Por una parte existe la emoción, la belleza y la maravilla,
y por otra, la posibilidad de que la conciencia sea un epifenómeno de
determinadas reacciones electroquímicas complejas, de que la vida sea el
producto de procesos moleculares fortuitos y que el universo sea un accidente.
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