La historia del jazz está llena de anécdotas increíbles,
algunas de las cuales han alcanzado la categoría de leyenda. Y sin duda,
una de ellas es la protagonizada por Charlie Parker la noche del 15 de mayo de 1953 en el Massey Hall de
Toronto. El considerado mejor saxofonista de jazz de la historia, padre
de la improvisación más salvaje y responsable de la revolución que
sufrió el género antes de morir con tan sólo 34 años, llegaba a la
ciudad canadiense en uno de los peores momentos de su vida, para
realizar una de las actuaciones más brillantes que se recuerdan… ¡con un
saxofón de plástico!
Parker, al que se le conocía como «Bird»
(Pájaro), llegaba a Toronto a un concierto organizado por la New Jazz
Society con el objetivo de reunir a los mejores músicos del momento.
Junto a Parker, estaban el pianista Bud Powell, el percusionista Max Roach, el contrabajista Charles Mingus y, sobre todo, el gran trompetista Dizzy Gillespie.
Todos ellos figuras fundamentales de la revolución que supuso para el
jazz el movimiento «be-bop», que en la década de los 40 echó abajó todas
las normas establecidas del género a base de improvisación.
Estos genios no llegaban, sin embargo, en sus mejores
momentos. Poco antes de aquella actuación, Parker había perdido su
licencia de cabaret en Nueva York, lo que le impedía tocar en la mayoría
de clubs de la ciudad. Sus problemas con la heroína y la cocaína se
habían agudizado y había sido expulsado también de las salas más
importantes de Los Ángeles. Ese mismo año, su hija Pree murió de
neumonía porque carecía de dinero para proporcionarle el tratamiento
adecuado, por lo que su caótico estado mental era cada vez más evidente
en su música. En la grabación de «GroovinŽ High», realizada en aquella época, su sonido no era ni sombra del de antaño.
La tensión entre Gillespie y Parker
La historia de sus acompañantes no era tampoco como para
esperar que aquella actuación se fuese a convertir en uno de las más
extrañas y especiales de la historia del jazz. Powell acababa de salir
del sanatorio mental de Creedmore, en Long Island, en unas condiciones
deplorables, y poco antes del concierto estaba absolutamente borracho. Y
Dizzy Gillespie y Charlie Parker, viejos conocidos, se encontraban en
uno de los peores momentos de su relación personal, inmersos en continuas discusiones.
Pero lo más sorprendente de todo es que el gran «Bird» se
presentó en Toronto sin su saxofón, ya que lo había empeñado poco antes
en alguna tienda de Nueva York para costearse su dosis de heroína,
según cuentan varias enciclopedias del jazz. Por ello, tuvo que acudir
de urgencia a una tienda de instrumentos de Toronto, en la cual tan sólo
pudieron prestarle un saxofón de plástico. Eso es todo lo que tenían y
con eso tendría que conformarse el gran «Bird» para asombro de sus
acompañantes.
Lo normal es que el concierto se hubiera convertido en un
auténtico desastre, pero no lo fue. Tras un impresionante comienzo del trío Roach, Powell y Mingus,
se subieron al escenario Gillespie y Parker, que llevaron su rivalidad
hasta cotas musicales inalcanzables para la mayoría de músicos del
último siglo.
Sonaron «Perdido», «Salt Peanuts», «All the Things You Are», «Wee», «Hot House» y «A Night in Tunisia»,
en las que Charlie Parker toco aquel cacharro de plástico como si fuera
un saxofón del metal más noble, «sobrevolando» por encima de Gillespie
para dejarlo en evidencia.
«El concierto del siglo»
La actuación fue tan fundamental que la prensa
especializada de la época rápidamente la calificó como «el concierto del
año», para después hablar del «concierto del siglo» y bautizar a
aquellos cinco músicos también como «el quinteto del siglo».
A pesar de todo, Paker ya no levantó cabeza.
En 1954, intentó suicidarse en dos ocasiones, la segunda, después de
que su club, el Birdland, le pusiera de patitas en la calle tras su
excesivo comportamiento. Fue un periodo de rápido declive hasta que, el
12 de marzo de 1955, murió de un colapso cardiocirculatorio. Aún no
había cumplido los 35, pero ya le había dado tiempo a echar abajo los
cimientos del jazz para construirlos de nuevo con revolucionarios
parámetros musicales a todos los niveles.
«Charlie Parker es uno de los escasos jazzmen que ha
aportado dignidad y significado a la palabra “genio”, vocablo del que
tanto se ha abusado», aseguran las enciclopedias.
http://www.abc.es/20120611/archivo/abci-charlie-parker-gillespie-jazz-201206081954.html
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