Gonzalo Pontón: “La gente que sale de la universidad hoy es muy analfabeta”
El editor observa con indignación la desigualdad y la manipulación de la historia
TEREIXA CONSTENLA Barcelona 6 ABR 2015 - 13:59 CEST
“Yo quiero editar desde que era niño”. Gonzalo Pontón (Barcelona, 1944) era un adolescente que devoraba libros cuando fue subcontratado por un colega avispado para que corrigiese galeradas. Así empezó todo. Luego estudió idiomas (habla siete) e Historia, se afilió al PSUC, pasó por la cárcel por publicar a Pierre Vilar de tapadillo en Ariel, fundó la editorial Crítica tras la muerte de Franco, conoció a Berlusconi cuando era solo un empresario obsesionado convelinas (luego fue un político y empresario obsesionado con velinas), convenció a Aznar para permitir la publicación de los Cuadernos robados de Azaña devueltos por Carmen Franco y acabó —quién sabe si porque era un clásico en tiempos frívolos— jubilado por Planeta en 2009, nada más cumplir los 65. Tras un respiro de dos años por mandato contractual, fundó Pasado y Presente, una editorial en la que se ha atrincherado para entender el mundo. Y ahí seguirá, editando hasta que se muera.
Pregunta. ¿Ha desaparecido el interés por la historia?
Respuesta. No son los años dorados en los que se tenía a la historia como un marco de referencia para la vida cotidiana, como elemento de reflexión para no repetir errores pasados. Sí, se ha perdido interés, tiene que ver con una pérdida de conciencia del grado de desarrollo del capitalismo en estos momentos. Dicho esto, diré que de todas las ciencias sociales la única que todavía interesa es la historia. Es inútil publicar libros de sociología, antropología, economía…
P. ¿Nadie compra libros de economía con esta crisis?
Libros para pensar
En 1975 Pontón fundó, con el apoyo económico de Juan Grijalbo, Crítica para publicar ensayos censurados por la dictadura. Entre sus hitos: Memorias,Cuadernos robados y Obras, de Azaña, sumaron 100.000 ejemplares.
Crítica cambió varias veces de manos, siempre con Pontón al frente. De Grijalbo pasó a Mondadori (el editor se convirtió en consejero delegado en España) y, en 1998, a Planeta. En 2009, al cumplir los 65 y contra su voluntad, se jubila en Planeta.
En 2012 funda Pasado & Presente, que publica libros escogidos (no más de 16 al año). Las tiradas medias oscilan entre 2.000 y 2.500. Pontón recuerda que un impresor del siglo XVIII hacía similares tiradas en ensayo. “Entonces España tenía 10,5 millones de habitantes y un analfabetismo del 90%. Ahora somos 47 millones y el índice de analfabetos es del 0,2%”.
R. Nadie. Diré además que los estudiantes y profesores de Economía son los más analfabetos de este país, no leen jamás nada, solo papeles en Internet. Lo único que han hecho es estudiar una ciencia social para comprender el fenómeno económico, pero en su inmensa mayoría, y estoy generalizando, los profesores y catedráticos de Economía, y de otras ciencias, no han leído nada fuera de lo necesario para su actividad.
P. Está vapuleando a un colectivo que está en el pedestal para explicar qué ha pasado.
R. Ellos no nos pueden explicar lo que ha sucedido porque teóricamente tenían que haber sabido lo que iba a suceder. El problema no es solo con los economistas, lo es en todas las ciencias sociales. Tiene que ver con el descrédito de la universidad. Cada vez se fue pidiendo menos a los estudiantes que un buen día se licenciaron y una parte de ellos trataron de quedarse en la universidad. Perdieron la curiosidad para atender las necesidades perentorias de la colocación. Son los catedráticos de hoy. No se puede esperar gran cosa de ellos. La gente que sale hoy de la universidad es profundamente analfabeta. Que no se me enfaden solo los economistas. Que se me enfaden todos.
P. ¿Hacia dónde va una sociedad que prima el conocimiento práctico en la educación?
R. Una de las cosas que hicimos fue engañar a los chicos diciéndoles que fueran a la universidad para encontrar trabajo. La crisis ha demostrado este engaño. A la universidad hay que ir para aprender a entender el mundo. Uno encontrará trabajo según se encuentre en la fase A o B del ciclo económico. No se les puede pedir que lean, reflexionen o piensen porque están deprimidos. Están desarmados para afrontar el mundo y dado que la vida es tan corta, la sensación de la mayoría será de fracaso y frustración.
P. ¿Cuántos libros lee al año?
R. Docenas. Forma parte de mi trabajo. Como editor hay que escoger bien… La ratio de publicación es de uno de cada cien leídos. Hace 30 años que no leo novelas, es lectura para jóvenes. Ahora estoy leyendo por primera vez o releyendo a los clásicos del siglo XVIII porque quiero escribir una historia de ese siglo en Europa.
P. Su primer libro.
R. Seguí un consejo del viejo Gaston Gallimard: Si quiere ser un editor de verdad, no se ponga a escribir. Cuando me jubilé de Planeta, tenía que estar dos años en dique seco y los dediqué a investigar.
P. ¿Por qué el siglo XVIII?
R. Ahí empieza todo. La situación que ahora produce perplejidades se entiende mucho si uno conoce el siglo XVIII. En el último tercio, el mundo europeo toma la decisión de caminar hacia la producción para el consumo. Eso implica forzar a la población a trabajar brutalmente para ganar algún dinero extra que les permita consumir, lo cual va a conllevar falta de tiempo para el ocio, la cultura.. Se crea durante una lucha para mantener la desigualdad del Antiguo Régimen.
P. Antes del XVIII la mayoría tampoco tenía ocio y trabajaba brutalmente para sobrevivir.
R. El mundo venía de un mundo infeliz, pero desde la revolución agrícola que proporciona dinero extra, podría haberse producido un modelo distinto de sociedad. Se podría haber creado una sociedad más justa e igualitaria. Se habla de la Ilustración, pero no existe como fenómeno europeo. Cada país respondió a un tipo de cultura. ¿Es que Voltaire era oscurantista? Sí señor, se oponía con todas sus fuerzas a la ilustración de las clases populares. Lo único que le preocupaba era la libertad de comercio. Todavía hoy somos hijos de eso, de la lucha por la desigualdad. ¿Es o no asombroso que 80 familias en el mundo tengan la mitad del patrimonio del mundo? La mejor lección de marxismo me la dio un viejo en Palermo, en Argentina. Me dijo: “El listo vive del sonso y el sonso vive de su trabajo”. En estos momentos el sonso ni siquiera puede vivir de su trabajo.
P. ¿Siente nostalgia de los primeros años de la democracia?
R. No. La nostalgia es un error. Lo que tengo es la chispa de la emotividad que aún me empuja en Pasado y Presente. Una de las peores cosas que le puede ocurrir al ser humano es morirse sin entender nada. Lo único que puedes hacer en esta vida, cortísima, fugacísima, es tratar de entender qué te ha pasado a ti y a los demás. Tener una visión del mundo te concede la libertad de elegir. La gente tiene que tener una actitud crítica y comparar y luego puede elegir si quiere convertirse al capitalismo más feroz o trabajar de médico curando enfermos de ébola. Nosotros no estamos comprendiendo ni nuestra historia ni nuestro presente.
P. Hay movimientos nuevos que son críticos con lo que está pasando y proponen cambios.
R. Lo que hay es indignación y rebelión. No estoy seguro de que Podemos represente un cambio. Les he oído propuestas económicas que están a la contra, y están muy bien, pero no les he oído en positivo nada sobre la construcción de una cultura de lo común. Quiero que la gente sea igual en el conocimiento, que no haya un conocimiento elitista en manos de unos cuantos. No lo veo en Podemos.
P. ¿Se está tergiversando la historia en Cataluña para alentar el independentismo?
R. La historia se tergiversa siempre. Es el arma que usan las clases dominantes para tratar de manipular. La historia la escriben los vencedores, pero también los vencidos. No es una ciencia demostrable empíricamente. Se está retorciendo la historia de Cataluña hasta límites indecibles para que resulte útil a un determinado discurso de CiU para apartar a los demás miembros. Pero también se ha usado en España. El franquismo tergiversó toda la realidad de la República, aunque tampoco la Transición quiso saber nada de la República, que le olía a azufre, empezando por el café para todos para no regresar al Galeusca [Galicia, Euskadi y Cataluña] de la Segunda República. Eso nos ha llevado adonde nos ha llevado. Una de las grandes herramientas del discurso elitista es la historia. Se ha dado tanto en la derecha como en la izquierda. ¿O por qué el PSOE maltrató tanto a Negrín?
P. ¿Está cómodo en Cataluña en este momento de efervescencia separatista?
R. Cuando se hizo la consulta escribí un artículo donde planteaba preguntas alternativas. ¿Independencia? Según para qué. La de CiU y ERC no me interesa para nada. Ahora bien, otra independencia… Esta idea mesiánica de que la independencia curará hasta el cáncer es una de las más ridículas de la historia.
P. ¿Se siente un Astérix de la edición? Es un mundo cada vez más concentrado.
R. Para nada. Pasado y Presente tiene la ventaja de editar lo que quiere. Lo que hago es seguir la política de Crítica. Yo seguiría editando en Crítica si no me hubieran obligado a jubilarme. Edito realidad. Yo editaré en Pasado y Presente hasta que me muera.
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